María Cristina Rosas *

En el primer día de 2015, Lituania adoptó al euro como divisa de uso corriente, en sustitución de la litas. A juzgar por las convulsiones financieras que ha vivido la Unión Europea en los últimos años, cuesta trabajo creer que el entusiasmo en torno a la moneda única se mantenga, máxime cuando existe la percepción de que la crisis imperante está directamente relacionada con esta divisa. En cualquier caso, es pertinente echar un vistazo a las características de Lituania, ese pequeño país bañado por las aguas del Mar Báltico, que ahora es la 19ª economía (entre los 27 miembros de la Unión Europea) que se adhiere a la moneda única.

Lituania se extiende a lo largo de un área de apenas 65 mil 300 kilómetros cuadrados. Su población es cercana a los 3 millones de habitantes. Su producto interno bruto (PIB) es de 78 mil 953 millones de dólares, en tanto el ingreso per cápita ronda los 26 mil 700 dólares. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Lituania ocupa la 35ª posición por su desarrollo humano, considerado muy alto.

Lituania posee una historia marcada por la rivalidad germano-rusa. Ciertamente el hecho más dramático para Lituania y sus vecinas Estonia y Letonia, emanó de un tratado secreto suscrito por Alemania y la Unión Soviética –Molotov-Von Ribbentrop- mediante el cual Moscú se anexó los tres territorios, como parte de una ampliación de su frontera con Occidente, para proteger sus principales centros industriales de cara a la inminente guerra con los alemanes.

Lituania proclamó su independencia el 11 de marzo de 1990 y fue la primera república soviética en hacerlo. Un movimiento natural de la Lituania independiente fue el acercamiento con Occidente para fines de protección respecto a Rusia, en particular con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea, de las que es miembro pleno.

La adopción de una moneda distinta a la que tuvo hasta el 31 de diciembre pasado, no es algo nuevo en Lituania. Durante su permanencia en la Unión Soviética, la divisa empleado era el rublo. Tras su independencia y hasta 1993, adoptó el talonas. A continuación tocó el turno a la litas y ésta ha cedido el paso al euro.

A manera de corolario y pensando en el caos que agobia a Grecia, socio comunitario desde 1980, vale la pena valorar si Lituania está poniendo la muestra en materia de convergencia macroeconómica con responsabilidad. Para una economía como la griega, con mayor territorio, PIB, demografía y desarrollo humano que Lituania, resultará difícil navegar en las turbulentas aguas de la crisis, de la que no termina de salir, mientras que Lituania, que se veía mal en 2007, ahora se perfila como otro país con el que Grecia será contrastado.

*Catedrática FCPyS-UNAM, Premio en Investigación Económica “Jesús Silva-Herzog”, es también colaboradora en la revista Etcétera y Milenio Semanal.

@mcrosasg

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