Llega 2015
Julio A. Millán B.
Iniciamos el 2015 con los deseos de que la paz, la concordia y la prosperidad sean los ejes rectores del rumbo económico, político y social que habremos de seguir. No obstante, debemos partir de nuestras realidades.
Este año representa el tercero de la actual administración, la cual no se puede negar que ha tenido luces y sombras. Independientemente de cualquier otro resultado, el gobierno del presidente Peña Nieto estará marcado por la concreción de las reformas estructurales que desde hace lustros se plantearon como condición sine qua non, para la transición hacia la modernidad de la economía mexicana. Es importante, y lamentable, dejar en claro que las reformas llegan con al menos dos décadas de atraso y que su consolidación e impactos positivos serán evidentes y contundentes dentro de un par de décadas más.
En el corto plazo, 2015 comienza con más riesgos que fortalezas. La economía mundial no ha despuntado como se esperaba, en particular la zona euro sigue débil. En el caso de Estados Unidos, ha venido mostrando una economía más fuerte y que se empieza a recuperar, lo que nos da impulso mediante las exportaciones. Sin embargo, debemos estar atentos a la evolución de las tasas de interés, ya que su incremento implicará significativos movimientos de capitales especulativos de los cuales nuestro país está inundado.
En este mismo contexto, no podemos soslayar la alta volatilidad que los mercados financieros han venido mostrando desde hace varias semanas. Dos de los precios más significativos para la economía mexicana han entrado en una suerte de espiral volátil. Por un lado, el precio del dólar cuyo incremento ha orillado a las autoridades monetarias a ponerlos en subasta, a costa de las reservas, para impedir una depreciación del peso que pudiera afectar el objetivo de inflación. Por otro lado, el precio de la mezcla mexicana de petróleo, que se ha venido reduciendo drásticamente a casi la mitad del valor más alto alcanzado en 2014. El principal impacto se muestra en las finanzas públicas, por lo que no podemos descartar para este 2015 la posibilidad de recortes o al menos ajustes presupuestales. Así, el fantasma de caer o al menos estar el filo de un precipicio fiscal se empieza a vislumbrar; el creciente déficit es un signo importante, esperemos no se materialice.
El 2015 representa un punto de inflexión no sólo en términos económicos, sino también en el tema político, ya que habrá comicios para renovar la Cámara de Diputados y elecciones locales. El nivel de participación y el resultado del proceso mostrarán el ánimo del electorado y marcará los derroteros para la segunda parte del sexenio. Empero, también el proceso electoral pasará factura en lo económico, porque en un entorno de posibles ajustes fiscales por la baja en el precio del petróleo, el gasto por conseguir votos puede dejar de lado la prudencia.
El riesgo es que los gobiernos de todos los órdenes opten por el camino del populismo y no sigan con la agenda de reformas y transformaciones.


