En la peor cuesta de enero
Félix Fuentes
La cuesta de enero puede ser la peor de cuantas recordamos y el 2015 empezó con cinco baños helados: “gasolinazo”, inflación galopante, devaluación del peso, caída abismal del petróleo y las matanzas de Michoacán.
En los primeros cinco días de este año no hubo cambios en el gabinete presidencial ni las contundentes decisiones de gobierno, pronosticadas por voceros oficiosos.
Empresarios y analistas esperaban el soñado golpe de timón, luego de la entrevista entre el presidente Enrique Peña Nieto y su homólogo de Estados Unidos, Barack Obama, pero tampoco sucedió.
La nación continúa agobiada por la inseguridad y la carestía. Empezó el año con renovados baños de sangre en Michoacán, donde el comisionado Alfredo Castillo actúa a discreción e inculpa a quienes le place.
Castillo se arroga la facultad de fiscal y señaló al extinto hijo de Hipólito Mora como el primero que disparó en la balacera de diciembre pasado, con saldo de 11 muertos.
En tanto, el presidente Peña Nieto incluyó en su mensaje de Año Nuevo algunos propósitos conocidos, como el único “gasolinazo” del año de 1.9 por ciento, aplicado a partir del 1 de enero.
Sin embargo, ese criterio puede cambiar debido al desplome de la mezcla mexicana de petróleo, a 40 dólares el barril, y por la compra del 50% de las gasolinas consumidas en México.
Mencionó el presidente el anuncio de telefónicas y televisoras de eliminar los cobros de larga distancia y la entrega de pantallas a más de cien mil familias de escasos recursos con motivo del apagón analógico.
Según el mensaje presidencial, las tarifas de luz eléctrica serán disminuidas, pero nadie confía en las lecturas y cobros excesivos de la Comisión Federal de Electricidad.
Es ilusorio pensar en una mejora de la economía mexicana si el dólar fue vendido el lunes pasado a 15.27 pesos por unidad, lo cual significa una clara devaluación de nuestra divisa.
Nadie apuesta a un crecimiento económico de más de 2% en este año porque los índices de producción son mantenidos a la baja. Los urgentes impulsos a los productos agropecuarios no se advierten.
Quiso el primer mandatario congratularse con los mexicanos de 18 a 30 años de edad, proponiéndoles la apertura de negocios o crecer los que ya tienen.
Afirmó que “México se la va a jugar con sus jóvenes, con sus ideas y sus proyectos”. La tarea consiste en convencer a gente de esas edades, visto el descontento y las manifestaciones de tantos meses.
La inseguridad no se agota y tampoco los efectos de las matanzas de Tlatlaya y Ayotzinapa. Dijo el presidente Peña Nieto que “sentimos dolor, indignación y coraje” por los golpes violentos del año pasado.
Y el presidente Obama advirtió a Peña Nieto que preocupa a Estados Unidos la tragedia de los normalistas y apoyará a México en la lucha contra el narcotráfico.
La afirmación de Obama incita a renovadas protestas, si el gobierno peñista no procedió de inmediato y con certeza en ese caso.
Los padres de los normalistas están decididos a “continuar la lucha” e incluso exigen la revisión de cuarteles militares por el supuesto de que los jóvenes están detenidos, no muertos.
Esto seguirá mientras el gobierno no precise lo sucedido en Iguala. Si fueron muertos los estudiantes, ¿qué sucedió con sus restos?
Nada bueno presagia el comienzo de este año y la cuesta de enero va a aumentar la angustia nacional.
