La tramposa teoría de la conspiración

 

 

 

Aprendí que no se puede dar marcha atrás,

que la esencia de la vida es ir hacia adelante.

Es una calle de sentido único.

Agatha Christie

 

 

José Fonseca

La pregunta vale porque sólo la ingenua creencia en la pureza de intenciones detrás de la campaña mediática montada internacionalmente puede considerar que repentinamente hay angustia mundial por la eventual corrupción oficial en México.

Es cierto, el mundo, ahora globalizado se ha transformado. Es muy distinto al mundo de la confrontación ideológica, política y financiera que fue la Guerra Fría.

Pero una revisión cuidadosa de acontecimientos de los pasados quince años convencerá al observador más escéptico que cuando de medios internacionales se trata las casualidades no existen.

No se trata de caer en la tramposa teoría de la conspiración, pero sí de utilizar un poco el sentido común.

Innegable que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha cometido errores, los cuales le son severamente señalados por los medios. Eso es normal, ésa es la tarea de los medios, señalar lo que se hace mal, elogiar lo menos posible.

Pero, insistimos, sería una ingenuidad creer que de pronto medios como CNN, particularmente su versión en español, como The Economist, antes tan elogioso, o como The Wall Street Journal, han tenido la misma divina iluminación como para coincidir en sus feroces críticas contra el gobierno peñista.

Y me refiero a los internacionales porque a lo largo de los pasados treinta años hemos visto cómo los poderosos medios internacionales pueden hacer de un gobierno eso que los ayatolas iraníes llaman “el gran satán”.

No sería la primera, ni será la última vez que eso ocurra. Episodios semejantes se multiplicaron durante y después de la Guerra Fría.

Algunos nos dicen que son cuestiones de geopolítica, de un nuevo reacomodo geopolítico de las potencias económicas y políticas del mundo.

Y uno se pregunta qué decisión tomó el gobierno del presidente Peña Nieto en los pasados doce meses para provocar el desencadenamiento de la ofensiva a que está sometido en medios internacionales, la cual con enérgico entusiasmo se replica en los medios nacionales, aunque aquí cada uno por sus propias razones.

Sólo el tiempo nos responderá.