Mercado petrolero
Julio A. Millán B.
Son varios los factores que están determinando el comportamiento del mercado petrolero a nivel mundial. Por un lado, la reducción de la demanda global consecuencia de un menor ritmo de crecimiento en China; el estancamiento, ahora con deflación, en Europa, y el auge en la producción de petróleo shale en Estados Unidos.
Por el lado de la oferta, la sobreproducción a la que ha llevado la necesidad de varios países, sobre todo los que se recuperan de conflictos internos, de fortalecer sus ingresos, o en el caso de Venezuela, donde la estrategia de sustentar su desarrollo se basa en sus enormes reservas.
A últimas fechas, sin embargo, también está influyendo significativamente la geopolítica. Mientras que OPEP no puede ponerse de acuerdo para reducir la producción en aras de incrementar el precio del barril, se presenta el doble juego que hace Arabia Saudita, el socio más poderoso.
Los árabes, a la vez, que incentivan un precio bajo para combatir a los productores de petróleo shale, muchos de los cuales son compañías norteamericanas, apoyan con el bajo precio las presiones norteamericanas sobre Rusia cuya carta de poder en Europa son sus reservas de hidrocarburos.
Por nuestra parte, en México aunque hemos logrado despretrolizar nuestra economía, las finanzas públicas siguen siendo altamente dependientes del petróleo, alrededor del 35%, por lo que la caída en el precio tienen importantes afectaciones, a pesar de las coberturas.
Lo anterior nos lleva a plantear que los productores de petróleo, cuyas divisas e ingresos públicos dependen de manera significativa de las ventas en el exterior de su riqueza petrolera, se encuentran entre la espada y la pared. Por un lado, un menor precio les reduce sus ingresos lo que los llevará a problemas económicos internos y a medidas drásticas como ajustes en los presupuestos. Por otro, se encuentran en una encrucijada al no poder reducir su producción para presionar los precios a la alza.
Esta imposibilidad proviene de dos vías. En primera instancia es evidente que en los últimos años los países petroleros organizados han venido perdiendo su capacidad de afectar los precios. La OPEP, por ejemplo, que si bien detenta aproximadamente el 75 % de las reservas, sólo controla un tercio de la producción mundial, unos noventa millones de barriles diarios, ello ante el crecimiento de naciones no alineadas (como el caso de Estados Unidos, que a finales de 2014 produjo nueve millones de barriles al día), y al auge en la producción no convencional, y si además como indicamos, uno de sus principales socios práctica un doble juego y ve más por sus intereses, el peso político del cartel se ha disminuido.
En segunda instancia, la encrucijada, ya que para presionar al alza los precios, es necesario reducir la oferta, pero este mecanismo solo es exitoso si se hace bajo una perfecta colusión, lo que ha sido imposible de alcanzar.


