Brillan más los que no estarán que los elegidos

 

 

José Luis Camacho Acevedo

A punto de darse a conocer la totalidad de las listas de quienes serán diputados por la vía de representación proporcional de los partidos políticos con registro, esa figura concebida para que las minorías tuvieran presencia en el Congreso perdió totalmente sus móviles originales.

Políticamente en México ya no hay partidos mayoritarios.

Una sociedad informada y crítica como la que hoy existe en el país ha cancelado, con su manera selectiva de votar, esa condición “mayoritaria” en cualquier partido.

La sociedad volverá a expresar su sentir con respecto a la forma en que se comportan los partidos políticos en las elecciones que habrán de celebrarse en junio próximo.

Y se volverá a dispersar el voto por la desconfianza y la falta de credibilidad que existe en los partidos y sus dirigentes.

Y es que sin pudor los partidos buscan desesperadamente acomodar sus compromisos y cuotas de poder a través de lugares en las listas plurinominales que aseguren la llegada a San Lázaro a una gavilla de políticos que no tienen, en la mayoría de los casos, la menor simpatía del electorado nacional.

Los mexicanos rechazan ese manoseo sucio de las famosas listas.

Marcelo Ebrard es un caso paradigmático de ese desaseo en el que han caído los partidos con la integración de sus listas.

Es una burla para los mexicanos que un pillo como Ebrard, a punto de ser enjuiciado por la corrupción que campea en la construcción de la Línea 12 del Metro, trate de obtener fuero a través de una diputación de lista.

Ya el PRD se la negó.

Ahora un expresidiario como Dante Delgado está a punto de venderle un lugar en las listas del membrete Movimiento Ciudadano a Ebrard. Dante Delgado ha dicho públicamente que Ebrard es un personaje de los más importantes en la política de México.

Y seguro le dará, a muy buen precio seguramente, un lugar de privilegio en el listado de su membrete.

Y en los otros partidos por allí anda la cuestión.

Por ello ahora el interés, y más que interés la morbosidad, de los mexicanos estará centrado en ver quiénes no entraron en las listas que en los que finalmente serán nominados.

El viejo PRI vive hoy una severa crisis de representación y de credibilidad.

Apenas recuperada la presidencia que durante 12 años dejó en poder del PAN, los priistas están en un punto de quiebre que los puede llevar a ser nuevamente una minoría en San Lázaro.

Por eso la versión de que el poderoso jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, será finalmente el nuevo líder de los diputados tricolores —cuando deje esa posición Manlio Fabio Beltrones— es cada día más creciente.

El PRI necesita una figura fuerte en el control de su bancada.

En el PAN seguramente el pastor de los legisladores de ese partido será Gustavo Madero.

En el PRD, Jesús Zambrano, y en Morena, Martí Batres.

¿Y la sociedad qué gana con ello?

Nada, absolutamente nada.

En los tiempos en que al PRI le era necesario disfrazar su dictadura con la presencia en el Congreso de algunos representantes de la oposición, en el año de 1963 el presidente Adolfo López Mateos abrió espacios en la Cámara de Diputados a las minorías opositoras organizadas.

Los motivos entonces se justificaban así:

“Para consolidar la estabilidad política orgánica de que México disfruta, será un factor importante la mejor canalización, por cauces legales, de las fuerzas cívicas, en particular las minoritarias y, muy principalmente, las que estando agrupadas en partidos políticos nacionales, actúan orgánicamente y no en forma dispersa, cuando no anárquica.”

Hoy la estabilidad no existe en varios estados de la república.

Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Durango, el Estado de México, por mencionar algunos de los que viven una inestabilidad verdaderamente crítica, son una forma de balcanización que se ha conformado en el país debido a los fenómenos de corrupción y la violencia acrecentados y generada por el crimen organizado.

El país ya no necesita una representación de las minorías en las Cámaras de Diputados y de Senadores.

Ya son minoría sólo partidos de membrete como el Humanista, el de Encuentro Social, el Partido del Trabajo, el Panal y Convergencia Democrática.

Hay muchas probabilidades de que ninguno de los membretes anteriores conserve su registro ya que difícilmente el voto de la sociedad mexicana convertida en electorado les otorgue el 2% que necesitan para sobrevivir.

O la vergüenza de que nuestro sistema de partidos siga subsidiando comparsas que sobreviven gracias a la trampa legaloide de las alianzas como la que tiene el Verde Ecologista con el PRI.

No hay criterios de selección basados en las trayectorias ni en las calidades morales de los propuestos.

Hoy todo son acomodos, pago de cuotas, prebendas y compromisos.

Y el pueblo, desgraciadamente, es el que paga con sus impuestos esta mascarada de los diputados plurinominales.