Oguer Reyes Guido*
Se espera, en opinión de especialistas como Xavier Colin, de la revista Geopolitis de RTS y TV5, que los Estados Unidos concentren en el Pacífico el 60% de sus fuerzas militares en el futuro cercano. En este colosal despliegue bélico está incluido el reposicionamiento de 6 portaaviones norteamericanos en esta zona del mundo. Los Estados Unidos y China se encuentran, evidentemente, en una franca confrontación de baja intensidad que ha desembocado en la actual escalada armamentista que ambas naciones mantienen con el objetivo de asentar su presencia en la zona de influencia del Pacífico.
La superpotencia occidental ha reforzado sus capacidades en sus distintas bases militares del Pacífico como la de Japón que ahora cuenta con 50,000 soldados; Corea del Sur con 28,500 soldados; la isla de Guam con 5,400, además de reforzar la logística de sus bases en Filipinas, Australia, Singapur, Tailandia y Vietnam. Con estas acciones está encerrando estratégicamente a China dentro de su propio mar.
La respuesta del gigante asiático no se ha hecho esperar. En 2014, China dio inicio a la construcción de una importante base militar cerca de las islas deshabitadas de Senkaku (Diaoyu en Chino) que es un territorio en disputa con Japón, un aliado fundamental de los Estados Unidos en la región.
En 2014, como parte de su reacción, China aceleró los trabajos de construcción de su segundo portaaviones, lo que la pondría en igualdad de condiciones con Japón pero muy por debajo de Estados Unidos que cuenta con diez. Empero, según documentos filtrados del Ejército Popular de Liberación, los planes serían de construir cuatro portaaviones más.
Según Kim Petersen, de la revista Dissident Voice, esto tendría un efecto disuasivo al aventurismo militar estadounidense en la región.
Para el profesor Paul Dibb, de la Universidad Nacional de Australia, la interdependencia económica juega un papel fundamental de cara a un eventual conflicto entre los Estados Unidos y China. Las relaciones pacíficas propician el impulso necesario para que el crecimiento económico que ambas potencias necesitan y por lo tanto, tomando en cuenta el extraordinario riesgo económico ve poco probable una guerra entre dichas potencias.
Sin embargo, y aunque algunos expertos consideran improbable el estallido de la guerra en el Pacífico, la realidad es que la maquinaria militar trabaja a tope de su capacidad tanto en Asia como en Norteamérica. En el trabajo comparativo sobre las novedosas capacidades militares de ambas potencias realizado por Kyle Mizokami, un especialista en temas militares para las revistas The Week y The National Interest, se explora el portentoso poder militar que China está alcanzando.
Por un lado, cuenta con el Misil Balístico Anti Buque DF-21D, de alcance medio, diseñado para atacar a los portaaviones norteamericanos. El misil puede ser lanzado desde plataformas móviles en tierra lo que lo hace más difícil de rastrear y atacar. Tiene un rango de acción superior a los 1,500 kilómetros. La debilidad que se le puede señalar a China en este sentido es la falta de un sistema eficaz de rastreo ya que depende solamente de sus satélites y ello representa una vulnerabilidad ya que los satélites pueden ser atacados.
Otra novedad china es el avión de combate de quinta generación J-20 Fighter, de largo alcance y con diseño de ala delta. Es el más ambicioso avión chino jamás diseñado. Se espera que entre en servicio en 2020. Su largo alcance implica que puede ser operativo más allá de las costas de China e interceptar y atacar a bombarderos americanos como el F/A-18 Fighter así como el B1 y el B2
Otra línea de desarrollo militar chino son las armas anti satélites. El SC-19 es un misil balístico equipado con el KT-2 (vehículo de ataque kinésico). El misil es lanzado al espacio. No cuenta con cabeza explosiva pero puede destruir los satélites enemigos colisionando contra ellos.
También se han desarrollado poderosos buques anfibios de asalto como Clase 071 que permiten movilizar tropas y equipamiento a zonas remotas.
Complementa este vasto panorama militar chino su altísima capacidad para montar acciones de ataque cibernético. El ejército electrónico chino puede llegar a controlar las redes de comunicación plantando software malicioso.
Es indudable que las tensiones que se viven en el Pacífico están conduciendo al desarrollo exponencial de la tecnología militar china. La región podría en un futuro desestabilizarse debido a que China también es proveedor de armas y de tecnología militar a otros países como Corea del Norte que no son aliados de Estados Unidos. Definitivamente, China ya dejó de ser aquel país que vendía armas pequeñas y de corto alcance a países en desarrollo. Ahora vende de todo, desde fragatas hasta misiles balísticos.
Para concluir, el principal detonador de una posible guerra en el Pacífico podría llegar a ser esta estrategia de cerco que los Estados Unidos están consolidando contra China encerrándola militarmente dentro de su propio mar.
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