Desagradable, pero entendible guerra sucia
Se puede confiar en las
malas personas,
no cambian jamás.
William Faulkne
José Fonseca
¡Cuánta razón tuvo Roy Campos! Hace tres semanas me advirtió que los próximos meses de campaña electoral, hasta el siete de junio, serían infierno.
Apenas hoy termina la etapa de precampañas y en los medios y en las redes sociales se deslizan las primeras escaramuzas de lo que será una desagradable, pero entendible guerra sucia, la cual amenaza con empeorar en las semanas que nos llevarán hasta el día de la elección. Y quizás hasta después.
No debe sorprendernos que durante todas esas semanas seamos bombardeados con filtraciones, “reportajes de investigación”, revelaciones sensacionales y todas las narrativas, reales o falsas, eso no importa, pues son muchas y contradictorias las fuerzas puestas en movimiento que participarán en el proceso electoral.
Eso no debe sorprendernos, pues no recuerdo quién dijo que el truco de toda campaña es convencer a los electores de que tu adversario, o es un imbécil o es un ladrón. Dentro de esa premisa de campaña cabe todo lo que la imaginación de los cerebros de cada campaña sea capaz de concebir.
A nadie pueden escapar las enormes posibilidades que eso significa en el entorno mediático actual, un entorno que encuadra con una advertencia escuchada hace casi veinte años.
Ante un auditorio repleto de estudiantes y académicos de la Universidad Complutense de Madrid escucharon al veterano reportero norteamericano Dan Rather hacer una advertencia que, a la vez, fue una suerte de mea culpa.
Les dijo: “Lamento mucho que ustedes importen lo peor del periodismo de Estados Unidos: el periodismo espectáculo”.
En el México de hoy, con nuestra democracia tan esperada y tan inquietante, vemos los resultados de esa importación no deseada. Vivimos desde hace tiempo la etapa del periodismo espectáculo.
Y todos los actores políticos y no políticos aprovechan y aprovecharán todas y cada una de las oportunidades que se les presenten.
Y, sí, las próximas quince semanas pondrán todo su esfuerzo para hacer de ellas un infierno, porque nunca mejor ocasión de actuar impunemente para las malas personas que las campañas políticas.
Conviene, sin embargo, registrar la frase del epígrafe de estas líneas. Sabiendo que muchos de los actores, políticos y no políticos, son malas personas, sabremos a qué atenernos y no nos dejaremos engañar.
jfonseca@cafepolitico.com
