Las negociaciones entre las potencias (Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, China. Francia y Alemania) e Irán en busca de un acuerdo nuclear continúan a la expectativa en Lausana, y el tiempo se acaba; el plazo para las negociaciones vence esta noche. Varios diplomáticos han advertido que las conversaciones podrían prolongarse hasta el miércoles, pero ¿y si no hay acuerdo?
Si las conversaciones de Lausana concluyen sin éxito habrían pocas consecuencias: las sanciones sobre Teherán continuarán y las medidas del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) seguirán limitando la producción de energía nuclear; Irán insiste en que solo persigue ese objetivo con fines civiles y que las restricciones lo dificultan.
A nivel político un fracaso sí provocaría un grave coste para los dos líderes que más se han implicado por la concretación de un pacto que supondría un reequilibrio a nivel regional, Barack Obama y Hassan Rohani.
El estadounidense tiene en el acuerdo con Teherán para demostrar que la política exterior de su administración tenía sentido y acallar las voces críticas, algunas de ellas del propio Partido Demócrata, que lo acusan de haber actuado de manera contraproducente a nivel internacional.
El incumplimiento de su advertencia de que actuaría militarmente contra el régimen sirio si empleaba armamento químico contra la población, el avance del Estado Islámico, el papel de Putin en la guerra de Ucrania o el caótico panorama en Libia van contra la credibilidad del presidente.
Por su parte, el presidente iraní, Hassan Rohani, también necesita que en Lausana se llegue a algún compromiso. La economía de su país va en picada por las sanciones internacionales, aunado a los conflictos internos, por ejemplo Yemen, en plena guerra; su mensaje aperturista y su apuesta por liberar a Irán de las sanciones fueron una de las claves de su triunfo electoral en junio de 2013.
El fracaso de Lausana sería también el de Rohani y engrandecería la frustración de toda su población, sobre todo la urbana, mucho más moderna y abierta que la élite clerical que la gobierna, con lo que está en duda su estabilidad.
Amenaza para la paz y estabilidad
La falta de progresos concretos empieza a inquietar. En enero de 2014 se puso en marcha el Plan de Acción pactado dos meses antes en Ginebra, Irán y los Seis se dieron medio año, para alcanzar un acuerdo; se consideró que después de décadas de desconfianza sería necesaria una prórroga.
La nueva fecha del 24 de noviembre llegó sin conseguirlo y entonces acordaron una extensión final de otro medio año, pero Kerry ya mencionó que si no se lograba un entendimiento para marzo habría pocas posibilidades de tener listos todos los aspectos técnicos para el 30 de junio.
En febrero pasado, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, rechazó la idea de un acuerdo político ahora y otro técnico después, y se refirió a un acuerdo único; incluso si se alcanza un compromiso antes de que concluya el plazo el martes a medianoche, no se tratará de un documento definitivo, y tal vez ni siquiera se haga público.
The New York Times citando a diplomáticos estadounidenses ha señalado que “el acuerdo final requeriría meses de negociaciones sobre aspectos técnicos que se creían acordados pero que ahora son claramente fuente de continúo desacuerdo”.
Los más grandes desacuerdos son el ritmo de retirada de las sanciones y los límites a la investigación nuclear que Irán va a poder mantener, pero mientras se puede lograr un consenso por todos en ese punto, el factor psicológico vinculado a las restricciones económicas y financieras hace más difícil el compromiso.
Los Seis han ofrecido una serie de medidas que incluye el levantamiento del embargo europeo al petróleo iraní y de las restricciones bancarias, así como que EU suspenderá sus medidas de castigo; para las sanciones de la ONU, resultado de seis resoluciones condenatorias del Consejo de Seguridad, proponen sin embargo un proceso gradual vinculado a la comprobación de que Teherán cumple sus compromisos y no intenta dotarse de armas atómicas.
Irán, que ha considerado una humillación el envío de su dosier al Consejo de Seguridad, rechaza esa provisión, además de que puede llevar años concluir la verificación, argumentan; las resoluciones califican su programa nuclear de “amenaza para la paz y la estabilidad internacionales”, algo que se contradice con el espíritu del pacto que se trata de alcanzar.
Su implicación en este proceso, muestra que Teherán ha aceptado la necesidad de hacer concesiones a cambio de su reintegración en la comunidad internacional, sin embargo, sus dirigentes no pueden revelar su pacto ante EU; de ahí el equilibrio que suponen las negociaciones entre limitar la producción del material atómico que se usa para fabricar armas durante al menos diez años y permitir que los iraníes mantengan sus principales instalaciones nucleares.
Información de El País, España y ABC, España