Al menos 142 personas han muerto este viernes en Saná, la capital de Yemen, luego de que varios suicidas atacaran dos mezquitas chiíes, según fuentes hospitalarias; el objetivo han sido los rebeldes Huthi que desde finales de enero tomaron el poder, cuyos seguidores son sobre todo chiíes zaydíes.

Los ataques se produjeron este viernes. El primer suicida hizo estallar su cinturón explosivo en el interior de la mezquita de Badr, en el centro de Saná; pocos minutos después, un segundo terrorista activó su bomba en medio de los fieles que salían aterrorizados.

Casi al mismo tiempo otro individuo (dos según con la agencia yemení Saba) explotó en la mezquita de Al Hashush, al norte de la ciudad. Además en Saada, al norte del país, la policía logró interceptar a otro suicida que pretendía atacar la mezquita del Imam Hadi.

En la de Badr ha resultado muerto su imam, Murtada al Mohadwari, considerado el líder espiritual de los Huthi; entre los 350 heridos que ha dejado la terrible agresión, se ha reportado a Jaled al Madani, un importante dirigente de ese grupo.

Los rebeldes hutíes son enemigos jurados de la poderosa rama yemení de Al Qaeda, considerada por Washington la más peligrosa de las afiliadas a las organizaciones terroristas; partidarios del rival Estado Islámico en Yemen celebraron los atentados en Twitter.

“Es sólo la punta del iceberg de lo que viene”, aseguró una desconocida división del EI en Yemen a través de varias cuentas afiliadas en las redes sociales, reportó la web de seguimiento del terrorismo SITE.

“Las huellas son de Al Qaeda… pero no me sorprendería saber que el EI esté operando ya allí también”, indicó a El País de España el embajador y analista yemení Mustapha Noman, en referencia al caos en el que se ha hundido su país.

Eran lugares de rezo

Las dos mezquitas atacadas este viernes en Saná eran lugares habituales de rezo de los simpatizantes de Ansarullah, el grupo político armado más conocido por el nombre del clan que lo dirige, los Huthi, que es un movimiento al estilo del Hezbolá libanés que tiene su feudo en las provincias del norte de Yemen fronterizas con Arabia Saudí.

Desde el pasado verano, ha avanzado hasta tomar la capital y trata de extenderse a otras zonas del país con el apoyo de las fuerzas leales al ex presidente Ali Abdalá Saleh, quien en 2012 cedió el poder tras un año de protestas populares y ante la presión internacional.

Su éxito, apoyado en la lucha contra la corrupción y, según sus críticos, con ayuda de Irán, el líder regional de los chiíes, ha agravado las divisiones políticas, tribales y sectarias de Yemen, un país que lleva años al borde del abismo.

A la pobreza, la explosión demográfica, la escasez de agua y de alimentos, se suma el separatismo del sur, la revuelta Huthi del norte, la amenaza de Al Qaeda en la Península Arábiga (una fusión de las ramas local y saudí de Al Qaeda) y, de confirmarse las reclamaciones de este viernes, ahora el EI.

El descontrol por la toma del poder de los Huthi a finales de enero, y por la dimisión del presidente Abdrabbo Mansur Hadi y el Gobierno en pleno, llevó al cierre temporal de numerosas embajadas extranjeras, incluidas las de EU y las europeas.

Los ataques ocurren un día después de intensas batallas en la ciudad sureña de Aden, entre tropas leales al ex presidente y al actual mandatario, que dejaron 13 muertos y obligaron a cerrar el aeropuerto internacional.