¿Quién ocupará esos espacios?

 

 

Marco Antonio Aguilar Cortés

Es alentador observar acciones gubernativas que ponen fuera de circulación a los capos. Sin mezquindad, reconozcamos el esfuerzo de la administración del presidente Enrique Peña Nieto.

Empero, muchos mexicanos nos sentimos rumbo a un abismo por los graves problemas económicos en puerta, y soportando una pésima forma de organización social que, en gran medida, es causa de la existencia del narco y de la delincuencia organizada.

La relativa eficacia de las medidas gubernativas, en los temas delincuenciales en cita, sólo opera en el follaje, a veces espectacularmente, pero no en la estructura ni en el fondo ni en la etiología de nuestra problemática.

Todos aprobamos la aplicación de la ley en los casos de Caro Quintero, Amado Carrillo, Chapo Guzmán, la Tuta, y muchos otros de renombre en la perniciosa gran delincuencia.

Pero el vacío, relativo, que ellos han dejado es ocupado ipso facto por otro delincuente, generalmente más inhumano, avezado y cruel, que sus antecesores.

¿De qué sirve, entonces, trapear constantemente un piso mojado, si antes no se cierra eficazmente la llave del agua que causa la inundación? Aplicamos con mucho costo una política errónea.

Es preferible, primero, suprimir la atmósfera que genera tal delincuencia, cerrando la llave por donde se producen tanta inseguridad y tan graves delitos, al mismo tiempo que se combatem los efectos.

Para el caso, matar al perro no es acabar con la rabia, pues detenido o muerto el respectivo capo, el mal del crimen organizado y del narcotráfico sigue, renovado, con su dañina presencia. No sólo es tarea de extinguir a los cabecillas de tan perversos grupos, sino atajar de raíz al mal estructural que los produce.

El fenómeno de la relatividad general planteado por Albert Einstein hace 100 años, en su teoría sobre la gravedad, el espacio, el tiempo y el universo, superado por varios de sus sucesores, nos conduce a precisar que no existen los vacíos absolutos, y que todos los espacios son características de la materia moldeadas por ella, como el tiempo, y el universo todo; por ende, deberíamos con inteligencia socialmente organizada cubrir esas oquedades relativas con colectivos armados de sistemas culturales, éticos, económicos y jurídicos eficaces.

No hacerlo, así, da la impresión de torpeza gubernativa, o de corrupción cómplice.

De poco sirve que se dragonee presuntuosamente de la gran cantidad de detenciones, las que atacan exclusivamente los síntomas, dejando intocables las motivaciones estructurales y de fondo que ocasionan esos repudiables efectos.

La seriedad de una autoridad responsable y eficaz no requiere de fuegos artificiales frívolos que no engañan a nadie.

Cuando también nos golpea el que Pemex, encajuelado en una reforma energética inoportuna, carga una pérdida de 17 mil 900 millones de dólares, mientras la depreciación del peso mexicano sigue en caída.