“Con su Leica, llegó a cubrir de negro las partes niqueladas
de su cámara para pasar inadvertido por prácticamente todo el mundo”
Entrevista a María Fernanda Burela Maldonado/Museo de Bellas Artes
Jacquelin Ramos
Escenas repletas de un ambiente surrealista natural en calles de los años treinta es lo que Henri Cartier-Bresson captó para conectarse con México. Sus recorridos por lugares como La Lagunilla y La Merced, su andar por Oaxaca y Puebla, así como su entrañable amistad con personajes como la novelista Lupe Marín y el también fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, fueron testigos de la gran capacidad que el fotógrafo francés tenía al tomar el momento efímero en que la importancia del tema se daba a conocer en la forma, el contenido y la expresión; era para Cartier–Bresson, la composición perfecta.
Su pasión por el arte despertó desde muy joven. Se enamoró de la cámara y la pintura en 1920, época en la que pintaba lienzos en donde se notaba la influencia de los artistas Marx Ernst y Paul Cézanne. Ya con su Leica, el considerado por muchos como el “padre del fotorreportaje”, llegó a cubrir de negro las partes niqueladas de su cámara para pasar inadvertido por prácticamente todo el mundo. Estaba en el punto exacto de la escena, ni un minuto antes ni uno después, las instantáneas simplemente pecaban de naturalidad.
Junto con sus amigos y fotoperiodistas Robert Capa, David Seymour, William Vandivert y George Rodger, decidió fundar la agencia Magnum. El objetivo era tener un espacio de creación que no estuviera sometido a las ataduras convencionales del periodismo que no podía ser subjetivo, o del arte que no podía ser objetivo.
El “ojo del siglo” fue un importante recolector de acontecimientos históricos del siglo XX. Registro y documento de sucesos como los últimos días de Gandhi y la procesión de su funeral. Además, fue testigo de los últimos seis meses del sistema Kuomintang, en China, y de sus primeros seis meses como República Popular. En Indonesia también estuvo presente durante el proceso de independencia; y en Cuba en 1963 tras la Crisis de los Misiles, como lo señaló en entrevista a Siempre! Fernanda Burela, coordinadora e investigadora del Museo de Bellas Artes.
Asegura que la exposición Henri Cartier-Bresson. La mirada del siglo XX propone cambiar la visión que se le ha dado a la obra del fotógrafo francés, abriendo múltiples miradas que muestran la riqueza de su obra y sus diferentes etapas creativas.
Profunda manera de concebir las imágenes
Platíquenos un poco más sobre Henri Cartier-Bresson, ¿qué define su trabajo, considerado el “ojo del siglo”?
Henri Cartier-Bresson es uno de los fotógrafos más importantes dentro de la historia de la fotografía, cada imagen suya es como un poema; con el paso del tiempo, sus frases visuales se van alargando hasta llegar a ser como novelas, de esa magnitud. Desarrolló narrativas de los sucesos históricos de forma más amplia. Cada momento, cada foto, todas ellas eran espontáneas y naturales, ésa era la clave de su trabajo.
Por lo mismo era importante hacer una nueva retrospectiva de su trabajo, porque normalmente —cuando estaba vivo— siempre intervenía en la curaduría, por lo que evidentemente mucho de su trabajo no lo presentaba en las exposiciones. En esta exposición queremos mostrar una extensión del trabajo de Cartier Bresson, que no solamente hizo fotografía —si bien es la razón por la que se le conoce a escala mundial—, porque también se dedicó al dibujo al final y al principio de su vida.
Se pretende mostrar todas las facetas de este personaje, esos cambios creativos a lo largo de su vida, por ello primero vamos a encontrarlo en su faceta en la pintura, en el dibujo. Luego vamos a tener una época donde Henri experimenta con la fotografía, para luego caer en la parte cinematográfica que, de igual forma, es muy poco conocida del artista. Regresa a la fotografía, para al final de sus días regresar al dibujo.
¿Cuál era la visión fotográfica de Henri Cartier-Bresson?
Una situación que hay que recalcar es que no tenía una sola visión de hacer fotografía —si bien se le conoce por lo que se le denomina el “instante decisivo”, a pesar de que nunca se adjudicó el término—, de Cartier hay que ver esa profunda manera de concebir las imágenes, esa forma compositivamente armónica gracias al dibujo y a la pintura. Fue un Cartier Bresson que empieza desde temprana edad a tomar fotografías con composiciones perfectas, que a lo largo de su vida se va a dar cuenta de que también no solo le importa la parte compositiva de la imagen, sino también los sucesos. Él decía que forma y contenido, al igual que la temática, eran temas que debían resaltarse en de su fotografía. Por ello, cuando se crea la agencia fotográfica Magnum, la fotografía además de tener esa parte armoniosa dentro de las composiciones también contiene una parte muy fuerte en cuanto a temática.
¿Qué deseaba reflejar con la fotografía, sobre todo al aplicar la mayoría de las veces ese espíritu surrealista que lo caracterizaba?
Esta etapa se ve como muy fuerte en la primera parte de su vida, donde tiene contacto directo con maestros surrealistas, como Salvador Dalí; a partir de ahí, empieza a leer los escritos de André Breton. Cuando llega a México, Henri quiere encontrar todo este espíritu surrealista dentro del país, por eso tenemos fotografías de ese nivel, digamos, surrealista. Es muy importante recordar que en México empieza a tener vinculaciones políticas muy fuertes; entonces, además del surrealismo también ya tenemos esta parte política, muy importante; estas dos nociones se van mezclando para tener finalmente lo que ocurrirá en Magnum. En definitiva, su parte surrealista sólo se puede ver al principio de esta etapa de su vida.
Un Cartier Bresson más completo
¿De que trata la exposición? ¿Cómo está compuesta?
La exposición fue concebida en Francia, gracias al Centre Pompidou y la Fundación Henri Cartier-Bresson; a partir de ahí fue un trabajo que comenzó en 2010, para presentarse primero en París, luego itineró a España y Roma, y finalmente llega aquí a México. La idea era —a través de las 398 piezas que incluyen fotografías, collages, pinturas, dibujos, películas, así como revistas y periódicos— concebir ocho núcleos con un epílogo, pero a su vez esos ocho núcleos están compuestos por tres temáticas. Estas tres temáticas pretenden mostrar un Cartier Bresson más completo.
La primera etapa va de 1926 a 1935, está marcada por su contacto con el surrealismo, sus pasos en la fotografía y sus viajes a Europa, México y Estados Unidos. La segunda se caracteriza por un nuevo viaje a Nueva York, donde se retrata su compromiso político, su trabajo para la prensa comunista, su incursión en el cine y los avatares de la guerra. Y la última muestra la creación de la agencia fotográfica Magnum y concluye a principios de los años setenta, cuando interrumpe su actividad como reportero.
¿Cuáles son algunos de los sucesos transcendentales en la historia del siglo XX, que plasmó Cartier-Bresson con la fotografía?
Justo cuando se funda la agencia Magnum, comienza a viajar como reportero y tiene la oportunidad de recolectar y documentar grandes acontecimientos, uno de ellos es la muerte de Mahatma Gandhi y sus funerales; la toma del poder de los comunistas de Mao Tse-tung en China; la vida en Rusia tras la muerte de Stalin en 1954 —con lo que buscó romper los estereotipos anticomunistas—, así como viajes por diferentes países europeos donde capturó la construcción de la posguerra; Cuba en 1963 tras la Crisis de los Misiles; las protestas de mayo del 68 en Francia, y más.
¿Qué México es el que captó el también nombrado “padre del fotorreportaje”?
Tuvo dos presencias en el país, la primera fue muy joven en 1934, y la segunda va a ser en 1963, casi 30 años después. De hecho, después de su primer viaje se le preguntaba por qué no regresaba al país; Cartier-Bresson comentaba que le daba mucho miedo pensar que lo que él vio en 1934 se modificaría absolutamente.
Entonces Cartier-Bresson siempre tuvo en su corazón un lugar muy importante para México, porque aquí conoció a muchos de sus grandes amigos; evidentemente tenemos un Manuel Álvarez Bravo, con él compartió en esta galería del Museo de Bellas Artes una exposición en 1935. Tuvo relaciones muy fuertes con Lupe Marín, la exesposa de Diego Rivera. Tuvo relación con personajes muy importantes, como Langston Hughes, que era uno de los poetas más importantes en Estados Unidos. Aunque conoció a Frida y Diego, no llegó a tener contacto directo con ellos, pero sí con Nacho Aguirre, el pintor, a quien también le tomó una foto —que tenemos en la muestra— donde aparece semidesnudo, y al lado hay una caja de zapatos; ésta se ha convertido en una de las imágenes más icónicas que tiene de México.
Estuvo también en Oaxaca junto con Álvarez Bravo, en Juchitán, de hecho hay rumores de que tuvo un hijo con una juchitana. Para Henri Cartier-Bresson, México ocupó un lugar significativo dentro de su vida.