El copiloto del avión accidentado en los Alpes franceses accionó el descenso del avión, impidió al comandante volver a la cabina y estuvo vivo hasta que el vuelo de Germanwings se impactó, con 150 personas a bordo; explicó el fiscal de Marsella que investiga el caso, Brice Robin, en rueda de prensa.

Luego de revelar el contenido de las grabaciones de la caja negra encontrada, que permite reconstruir lo sucedido en el Airbus, se dedujo que el copiloto, identificado como Andreas Lubitz, alemán de 28 años, tenía la “voluntad de destruir el avión”, aseguró el fiscal.

La conversación entre el comandante y el piloto fue normal durante los primeros 20 minutos del viaje. Cuando el profesional al mando de la aeronave indicó el plan de vuelo previsto hasta el aterrizaje en Düsseldorf, su segundo le contestó con respuestas “lacónicas breves”.

Después, el comandante “pidió al copiloto que tomara al mando” porque iba a salir de la cabina, probablemente al servicio, entonces se escuchó un ruido, como el de un asiento que se echa para atrás, y la puerta se cerró; el copiloto aprovechó la ausencia del comandante para “manipular el botón de pérdida de altitud”, contó Robin.

Con la puerta cerrada y asumidos los mandos, el copiloto ya no pronunció palabra alguna en los últimos diez minutos de grabación; ni respondió a las llamadas del comandante para que le abriera, ni contestó a los controladores que le advertían del inesperado descenso del avión.

El copiloto fue quien manipuló y accionó “de forma voluntaria” el descenso, insistió el fiscal; después, “se escuchan llamadas del comandante, por el interfono, identificándose, pero sin recibir respuesta del copiloto”. “La respiración del copiloto, en apariencia al menos, es una respiración normal”.

“Los gritos de los pasajeros solo se oyeron en el último momento”, agregó el fiscal, y que la muerte de los 150 ocupantes de la aeronave fue “instantánea”.

Los nuevos datos de la investigación provocan “más rabia e impotencia” a los familiares y allegados de las víctimas, indicó el coordinador de emergencias del Consejo General de la Psicología de España, Javier Torres.

Pese a la acción de copiloto, el fiscal precisó que “nada permite decir que se trata de un atentado”, con lo que el ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière, coincide al decir que en el caso no se aprecian “indicios de trasfondo terrorista”.

La fiscalía de Marsella ha examinado las grabaciones de los últimos 30 minutos de vuelo del Airbus registrados en la caja negra encontrada el martes y entregada el miércoles a los investigadores.

Uno de los últimos sonidos que se escucha es el de la alarma de proximidad al suelo, que en los aviones suele ser la de “terrain, terrain”; la segunda caja negra, la que registra los parámetros técnicos de altitud, rumbo o funcionamiento de los motores, aún no ha sido encontrada. Los equipos de rescate esperan hallarla porque el cruce de datos de ambas cajas determinará lo qué ocurrió durante el vuelo.

Dos aviones con familiares y allegados a las víctimas del accidente del avión de la aerolínea Germanwings arribaron a un aeropuerto cercano a Marsella, sur de Francia, informaron fuentes oficiales; uno de los aviones procedía de Barcelona, España, y otro de Dusseldorf, Alemania.

El grupo se desplazará en las próximas horas en autobuses a una capilla instalada en un poblado ubicado a pocos kilómetros del lugar en el que se encuentran los restos del avión.

Otros familiares y allegados de las víctimas se desplazaron a la zona, algunos de ellos en camión desde Barcelona, noreste de España.

Inexplicable acto de copiloto

El presidente de Lufthansa, Carsten Spohr, dijo este jueves en rueda de medios que el copiloto “era apto al cien por cien y su actitud era impecable”; la compañía desconoce los motivos que llevaron a Lubitz a provocar de forma consciente el descenso del avión.

Spohr expresó que la compañía está “consternada” tras conocer la grabación de la caja negra del avión siniestrado de su filial Germanwings y que “lo ha corrido era inimaginable”.

El representante de la aerolínea mostró absoluta confianza en sus pilotos y en los criterios de selección de la mayor aerolínea de Alemania, por lo que calificó al accidente como “el acontecimiento más horrible en la historia de nuestra compañía”.

Además, Spohr reconoció que el copiloto había superado las pruebas médicas que se realizan una vez al año, pero que tras la formación de los pilotos no se realizan pruebas psicológicas explícitas.

En caso de que un piloto pierda el conocimiento existe en la compañía un código propio y una señal; si una vez activada, no hay respuesta, se abre la puerta de la cabina.

El copiloto Andreas Lubitz tenía una experiencia de 630 horas de vuelo y había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013 y, de acuerdo con el presidente de Lufthansa, en su formación se produjo una interrupción hace años, pero aún con eso no puso un duda su profesionalidad.

Esta catástrofe pone ahora de manifiesto cómo las medidas para proteger el acceso a la cabina del avión pueden volverse en contra, medidas que se establecieron tras los atentados del 11-S en Nueva York. Todos los aviones deben poder bloquear y blindar la entrada en la cabina.

Airbus desarrolló su propio sistema. Por ejemplo, el o los ocupantes de la cabina pierden el conocimiento, se puede acceder desde el exterior mediante una clave, pero si uno o los dos pilotos bloquean a través de una clavija la puerta, es imposible entrar.

Las noticias sobre este caso recuerdan el siniestro de 1999 en Estados Unidos, cuando un avión de EgiptAir se precipitó al mar con 217 personas a bordo; en esa ocasión, se manejó la hipótesis de un accidente deliberado por parte del comandante.

Información de El Universal, Excélsior y El País, España