Mariana Bernárdez

 Duermo al cobijo de Melville

¿será el trance la búsqueda del Leviatán

o eras tú el capitán Ahab?

 

Lo cierto es que en el techo de la habitación

se leía Call me Ishmael

y detrás de su reverberación afloraba el ámbar

de la fotografía familiar intocada por la guerra

de rostros aún no arañados por la inmisericordia

 

y ahora sólo queda en el pozo de mis ojos

la sal de su nombre

y un golpe seco

en el diafragma

a mitad de la noche

que me alerta del azar y sus maniobras

santo y seña de un ángel encumbrado

en el contrafuerte de un hotel de Praga

figura que habrá de desgranarse en destello

en un museo de Buda

en el pretil de un edificio de Pest

en el sol incandescente de Mérida y Cádiz

en el olor a jazmín del barrio de la Santa Cruz

y ante la anchura de Cacela Velha

 

 

vestigios de una nostalgia incapaz de hilar

salvo la isla del escorzo insaciable

en la audacia feroz del sobreviviente

 

—Huimos en los vagones de carbón

—Papá era médico del barco Príncipe de Asturias

que naufragó cerca de las costas de Brasil

su título estaba firmado por Alfonso XIII

 

Tengo miedo de que se me quiebre la memoria

de que por la rajadura se escape su río

y se deslave lo vivido y se vaya en canturreo

por los adoquines de las calles de la Medina

 

Te conté que en la Plaza de las Cruces

cantaba una mujer por bulerías

 

¿Eras tú quien deambulaba entre las ruinas de Al-zahra?

 

Se me deshilan los pronombres en el nocturno de la letra

en la nitidez de la Selva Lacandona y los Montes Azules

 

Sólo el silencio lava la luz del olvido

Y las cuentas del komboloi corren como chinillas

acicateadas por los cascos de caballos en galope de viento.

 

 

Poema de Mariana Bernárdez tomado del libro En el pozo de mis ojos, de reciente aparición en Ediciones Papeles Privados, México, 2015.