Hay que rediseñar todo
Marco Antonio Aguilar Cortés
Esta revista Siempre!, en su número 3224, empezará a circular al inicio de la Semana Santa que corresponde a este 2015, por lo que el lector, en general, estará más sosegado en relación con su trabajo diario, y más inquieto en vínculo con los asuetos que se avecinan; sin embargo, para la nación entera y su economía se avistan turbulencias llenas de incertidumbres, fenómenos que no respetarán ni las vacaciones ni lo santo de estos días.
El presidente Enrique Peña Nieto aseguró que “para mantener la estabilidad macroeconómica en un contexto legal de volatilidad, el gobierno federal se compromete a renovarse y volverse más eficiente, para hacer más con menos, rediseñando el presupuesto del año 2016”.
Mientras que Luis Videgaray, secretario de Hacienda, anunció que pronto “se darán a conocer los lineamientos adicionales para el ajuste al cinturón de los servidores públicos, en un documento llamado Pre-Criterios Generales de Política Económica para 2016, el que será presentado… con estimaciones de todas las variables económicas… ante la incertidumbre que persiste”.
Y no es para menos, la perplejidad económica incuba y agranda la incertidumbre en la política, en la educación, en seguridad, y en los demás fenómenos sociales.
El producto interno bruto se reduce, el precio del petróleo se achica, las protestas sociales aumentan, los procesos electorales inician sus enredos, la inflación está indetenible, nuestra moneda va en picada, el déficit fiscal está resentido, la huida de capitales es cierta, el desempleo nos flagela, la mala distribución de la riqueza se acentúa y el crimen organizado con todas sus variables está latente y actuante.
Claro que, ante tantos problemas, México sigue en pie, con toda su riqueza natural y humana; y, frente a los que por una causa u otra creen que no tiene remedio, millones de mexicanos creemos en nuestro país porque creemos en nosotros mismos.
Nos hace falta, sí, la figura de un presidente de la república fuerte, inteligente, honorable, confiable, respetuoso y respetable, patriota, en el que todos creamos.
Y es posible que el presidente Peña Nieto tenga en su persona todas esas cualidades enumeradas; pero sus enemigos son hiperactivos, y las circunstancias, acaso él mismo, quizá sus colaboradores cercanos, no han hecho nada, o muy poco, para que el pueblo se las reconozca.
Obsérvese que el presidente Peña Nieto, por más esfuerzo que realiza, sigue siendo a quien todos los rayos le caen encima, y está pagando todas las culpas, aunque no sean propias.
Sólo un ejemplo. Las delictuosas conductas de quien fuera alcalde de Iguala, y de quien fuera gobernador de Guerrero, ambos del PRD, las está sufragando Peña Nieto.
Rediséñese no sólo el presupuesto, sino muchas estructuras fundamentales de México, desde el precio de los huevos hasta la institución presidencial.
