Entrevista a Jaime Laines/Teólogo del Centro Antonio de Montesinos

Nora Rodríguez Aceves

Uno de los factores fundamentales para que los creyentes o las personas abandonen o dejen la Iglesia católica “es que las estructuras, los rituales, las expresiones concretas se alejan de la experiencia original, la falta de una expresión cultural adecuada, historizada, actualmente de lo que están haciendo referencia, es decir, que se quedó con las expresiones antiguas y ya no actualizadas, ya no puestas al día, voy a decirlo así, modernizadas conforme a los valores, la cultura, las experiencias actuales del mundo, éste es el factor fundamental”, es lo que le pasa no sólo a las religiones sino a muchas expresiones culturales, señala el teólogo Jaime Laines Potisek, colaborador del Centro Antonio de Montesinos.

No obstante, acepta que los escándalos eclesiásticos en los que se ha visto envuelta la Iglesia como “la pederastia, sus visiones de tipo moral en ciertas cuestiones, sobre todo, que tienen que ver con la sexualidad, por poner dos ejemplo, también influyen ¡claro que sí! Sí tiene que ver la falta de actualización y de una inculturación del mensaje evangélico, pero también no sólo eso sino las perversiones, las situaciones inmorales o con falta de ética de la institucionalidad debida a muchísimos factores que sería muy largo enumerar pero que tiene que ver con una degradación de la institución, como le ha pasado a otras instituciones, porque va perdiendo su sentido profundo y se va quedando también como institución como un cascarón que defiende cuestiones sobre todo políticas, de poder, de dominación, por la vía del manejar desde el punto de vista del poder y del control el capital simbólico que supone una religión, sí tiene que ver con eso; con palabras más sencillas, tiene que ver con que la Iglesia está más preocupada por cuestiones de no perder su poder, de no perder el control de las mayorías, de no perder su visión de una institución de control dominante, más que preocupada de veras a veces por la realidad de las necesidades de la gente”.

De ahí que el camino para que la Iglesia vuelva a tener credibilidad es que se preocupe por “la situación social, la situación económica, la situación política, la situación cultural, de la exclusión, las discriminaciones de todo tipo, la economía al servicio del capital y más que de las personas, etc., que se comprometa y que la gente la vea involucrada realmente en eso”.

Volver al Evangelio

Es un poco —expresa Laines— “el fenómeno actual que ha llamado la atención, el giro que está dando el papa Francisco en ese sentido, por eso llama la atención, porque pone sobre la mesa la búsqueda de volver a la autenticidad evangélica; por evangélica entiendo el Evangelio, la propuesta de Jesús —una propuesta transformadora y revolucionaria—. Eso es lo que tendría que hacer, y si no sucede esto seguirá el deterioro y la migración de creyentes a otra o a ninguna Iglesia”.

En ese contexto da comienzo la Semana Santa o Semana Mayor, que en el año litúrgico cristiano es la semana previa a la Pascua, que comienza con el Domingo de Ramos y cuando se celebran ritos solemnes para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, lo que da pie para reflexionar sobre la situación actual de su significado, de ahí que Siempre! contactó al teólogo Jaime Laines para conocer su opinión acerca del tema, y del cual explica: “la Semana Santa en su origen, no cómo nace o cómo se origina, sino en términos de la religión cristiana en general, católica y evangélica, tiene esos días clave como una memoria, como un recordatorio de acontecimientos que considera importantes en la vida, en la historia de quien se considera fundador del cristianismo que es Jesús de Nazaret, Jesucristo”.

Estos días son claves, “porque son el recordatorio de lo que fue el final de su vida, en términos de los últimos acontecimientos, su apresamiento, condena, captura, los últimos eventos que él realiza con su comunidad de discípulos y discípulas y el sentido ético y el sentido teológico que tienen esos eventos en la vida de Jesús y en la vida que significó después para la Iglesia, en este caso en una religión específica; es memoria, es recordar, pero no sólo recordar sino recordar como reviviendo, volviendo a vivir el sentido profundo que tienen esos acontecimientos para hoy”.

Recordar históricamente, “le voy a comentar los días clave o más importantes: el Jueves Santo recuerda el ritual de la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, es un acto simbólico que en términos teológicos es el recordatorio o la memoria de uno de los mensajes clave que Jesús quiso dar a sus discípulos y discípulas, el mensaje de solidaridad, de compartición, de justicia, de inclusión, de que nadie está excluido ahí”.

“Ése es un mensaje humanista, ético y está referido en el cristianismo con esa cena o la Santa Cena, como le llaman algunas Iglesias evangélicas, entonces el Jueves Santo es eso, y se supone que los cristianos lo rememoran o lo reviven, lo viven ahora para recuperar el sentido profundo que eso tiene para la vida actual, aplicándolo a la historia actual.”

Recordar la muerte de Jesús

Laines Potisek continúa con su exposición haciendo referencia al Viernes Santo, donde la clave fundamental de ese día es “la muerte, Jesús muere en la cruz, recordar la muerte de Jesús, pero no con un sentido de adoración a la muerte o de masoquismo, de sufrimiento, sino de rememorar a una persona que predicó, que dio un mensaje de cambio, de transformación, de conversión, de lucha por la justicia, por la fraternidad. Desde el punto de vista teológico, eso sería el Viernes Santo, eso nos haría recordar o nos hace recordar a los cristianos actuales, el comprometerse con los demás, con los otros, con su historia, con la vida, con la justicia, con la verdad, en un mundo en donde no a todos les cae bien la justicia, la verdad, el derecho, el bien común, pues es peligroso, puede ser motivo de sufrimiento, de rechazo y hasta de muerte, como la historia lo ha atestiguado en mucha gente, un Martin Luther King, un Mahatma Gandhi, una Rosa Parks, innumerables personas, unas con nombre, otras sin nombre, digamos público, pero innumerables personas que han vivido y que han luchado por todo eso y que han padecido la cruz pero histórica en ese sentido”.

En cuanto a cómo se celebra, el teólogo responde: “pues con actos rituales, con símbolos, con signos, muy condicionados por la historia y la cultura, que no tienen mayor o menor valor por ser unos u otros sino depende si se refieren a este sentido profundo del que hablo. Por ejemplo el Viernes Santo, que la clave es muerte, pero interpretada según yo como se la he interpretado hace un momento. Si yo le pregunto, ¿el vía crucis famoso y muy socorrido de Iztapalapa hace referencia —ese acto ritual, simbólico, muy cultural, cultural dependiendo mucho de la cultura propia de esa comunidad, de ese pueblo, de esa delegación— a eso otro que le estoy diciendo? En alguna gente puede que si, para otra no, para muchos puede significar mero folclor, para otros puede tener un significado más tradicionalista, la muerte —como sufrimiento—, cómo soportemos todo lo que Diosito nos mande, sea lo que sea, desde la enfermedad que Dios me mandó hasta el gobierno que Dios me impuso, sea el que sea; entonces para alguna gente puede significar eso, usted me dirá: ¿ése es el significado auténtico? Desde mi punto de vista, no, pero valorando toda la forma cultural de vivirlo, en concreto estoy dando el ejemplo de Iztapalapa por ser tan famoso, con toda la vestimenta y la gente que se prepara y los actores, y ¡huy! que hasta cambian su vida y el Cristo que no toma en todo un año y cambia su vida y bla bla bla cosas de ésas, me parecen interesantes y puede ser que para alguna gente tenga sentido, para mí no es lo fundamental”.

La resurrección

Sobre su reflexión, Jaime Laines precisa que habla desde una visión teológica determinada porque poner la clave en el sufrimiento de que, ni modo, hay que sufrir en esta vida, aguantar todo, etc. es otra visión teológica que también se tiene; “es otra visión compartida tanto por esa otra visión que le digo, y que yo también comparto como teólogo, pero depende de cómo se interprete, es decir, la otra clave de la Semana Santa es el Sábado, que antes era Sábado de Gloria, Sábado Santo, Domingo, que justo el tema es la resurrección”.

Dentro de esta religión hay toda una visión de sentido de “vivir con una visión y una opción de vida, con los valores del Jueves Santo, vivir la vida haciendo algo por los demás, entregándola, jugándosela, el Viernes Santo vale y tiene sentido y afirma el cristianismo que eso no queda en la nada, que no queda en el vacío, que eso puede dar vida aunque a veces no se vea, ése sería un posible significado simbólico de la resurrección. El que Jesús haya resucitado no es un acto de un mago, de un Superman sino, ahí sí, la fe o la confianza de que una vida con sentido, con ética, con compromiso, con deseo de entrega vale la pena y no queda en la nada, no queda en la muerte, ese sería uno de los sentidos profundos de la expresión resurrección”.

Aunque, “aquí entraríamos en muchísimas discusiones porque hay quien puede aceptar que después de la muerte hay algo, hay quien puede aceptar que no, y eso sí es cuestión de fe, de filosofías, de opciones y de religiones incluso, pero esos tres días fundamentales son un panorama muy general, es el sentido de la Semana Santa”.

Ante el planteamiento de qué tanto estos días clave o la representación simbólica del sacrificio y muerte de Jesucristo se han desvalorizado, ya no se ven como actos de fe, “a ver si le estoy entendiendo a su pregunta, es decir, si lo que me está diciendo es que los rituales, las expresiones simbólicas como ésa y otras dentro de las Iglesias, incluso oficiales, ya no están expresando el sentido profundo como estos que yo le estoy diciendo, puede ser, como le pasa a muchas religiones, a muchas expresiones culturales en su sentido original, se alejan, se van alejando en la historia y queda el cascaron ritual o institucional y ya no está respondiendo a la experiencia de fe profunda de las personas, sí es cierto que le ha sucedido al cristianismo y le está sucediendo ahorita, sí, por lo menos para una gran cantidad de gente, es decir ¿por qué un gran porcentaje de creyentes cristianos ya no asisten a eso? Porque ya no les da sentido, porque la experiencia que están queriendo manifestar esos actos rituales ya no está, se quedó el rito vacío; y, en ese sentido, pues sí mucha responsabilidad es, por supuesto, de las instituciones o de las estructuras eclesiales que no han caminado con la historia en el sentido de adaptarse en el tiempo, a vivirlo”.