Aunque todavía no se han publicado oficialmente los resultados, el ex general Mohamed Buhari, líder de la coalición opositora Congreso de Todos los Progresistas (APC, en inglés) ha dado a conocer este martes su victoria en las elecciones presidenciales celebradas este fin de semana en Nigeria.

“Esta es la primera vez en Nigeria que un Gobierno en el poder es desbancado utilizando medios exclusivamente democráticos”, dijo el portavoz, Lai Mohamed , del partido APC.

Con el recuento finalizado en 30 de los 36 estados del país y en la capital, Abuya, Buhari aventaja al actual presidente, Goodluck Jonathan, en unos 2,5 millones de votos y se sitúa en primer lugar con un 54,5 por ciento de las papeletas frente al 44,4 por ciento de su rival, a 10 puntos de diferencia.

Además de superar la barrera del 50 por ciento, Buhari está muy cerca de obtener el 25 por ciento de los votos en al menos dos tercios de los estados, con lo que podría obtener el triunfo en esta primera vuelta.

El mapa electoral de estas elecciones refleja la polarización que se vive en este inmenso país de 175 millones de habitantes. Mientras las regiones del norte, de mayoría musulmana, están mostrando su decidido apoyo a Buhari, los estados del sureste petrolero y el delta del Níger, de mayoría cristiana, apuestan por Jonathan.

Con temor se vive el proceso electoral

Ni los ataques protagonizados por el grupo terrorista Boko Haram el sábado en Yobe y Gombe, donde mataron a una quincena de personas que se formaban en dos colegios electorales, ni los problemas técnicos surgidos con los nuevos carnés electorales biométricos, que obligaron a continuar con las votaciones el domingo, han impedido que el proceso electoral siguiera su curso.

Si los números beneficiaran a Buhari, como hasta ahora se han figurado, se trataría de la primera vez en la historia de la democracia nigeriana, instaurada en 1999 tras años de dictaduras, en la que el Partido Democrático Popular (PDP) es desalojado del poder y en la que un presidente en ejercicio pierde unas elecciones, además en primera vuelta.

Nigeria sigue el proceso con gran expectación y con temor a que hayan incidentes, como ocurrió en 2011 en el norte del país luego de la derrota precisamente de Buhari frente a Jonathan, por lo que unas 800 personas perdieron la vida; el Gobierno decretó este lunes por la noche un toque de queda en el sureño estado de Rivers después de que manifestantes del APC salieran a la calle para denunciar que el proceso de votación no había sido limpio.

Sin duda, el escrutinio ha estado rodeado de tensión y esta mañana ha sido interrumpido por un alto cargo del PDP al hablar de graves acusaciones de “parcialidad y tribalismo” contra el presidente de la Comisión Electoral, Attahiru Jega, ante los que los observadores internacionales coinciden en la limpieza del proceso de votación, pero han mostrado su temor a que se pudieran producir irregularidades en el recuento.

En concreto, representantes de EU y del Reino Unido han señalado “indicios de interferencias políticas”, lo que ha sido desmentido por la Comisión Electoral que dice que “no hay ninguna base” para estas acusaciones.

Mandatario por sólo 20 meses

Mohamed Buhari, procedente del estado norteño de Katsina, de 72 años y de religión musulmana, tiene un historial político, es ex general del Ejército y ya fue presidente del país en una dictadura que duró sólo 20 meses (1984-1985) tras protagonizar un golpe de Estado.

Su mandato se caracterizó por ejecutar una campaña contra la corrupción y por la austeridad económica. Sin embargo, se registraron numerosas violaciones de los derechos humanos. Tras su derrocamiento por otro alzamiento militar, Buhari se ha presentado hasta en tres ocasiones a las elecciones presidenciales, la última de ellas, frente al propio Jonathan en 2011; siempre derrotado.

Su gran rival en los comicios es el presidente saliente, Goodluck Jonathan, cristiano procedente del sur del país, en el poder desde 2010 por la muerte de su antecesor en el cargo, Umaru Yar’Adua, y luego ratificado en los comicios de 2011.

Durante estos cinco años le ha tocado hacer frente con más fracasos que éxitos a la violenta insurrección del grupo terrorista Boko Haram en el noreste del país, que ha provocado desde 2009 unos 13 mil muertos junto con más de tres millones de refugiados y desplazados.

Aunque se le ha considerado un buen gestor, es señalado de no poner freno a la corrupción, de falta de carisma y de no hacer frente a la crisis económica que sufre su país por la caída de los precios del petróleo, que ha acentuado la brecha entre nigerianos ricos y pobres.

Información de El País, España