María Cristina Rosas *
En medio de todos los graves problemas que aquejan al mundo, la adopción de una bandera puede parecer trivial. Sin embargo, el sentido de los símbolos patrios es la identidad nacional, de pertenencia, de diferenciar a un país o localidad respecto a otras. En este sentido es muy interesante lo que está ocurriendo en Nueva Zelanda, ese diminuto país, vecino de Australia, estará llevando a cabo dos referenda, una a finales de este año y otro en 2016, a fin de decidir la adopción o no de una nueva bandera.
Nueva Zelanda o Aetearoa, como la llaman sus habitantes originales –los maoríes- se integra por diversas islas, pero dos, las más grandes, son las principales, la isla del norte y la isla del sur. Su capital es Wellington. Cuenta con una extensión territorial de 268 mil kilómetros cuadrados y una población de 4 millones y medio de habitantes, de los cuáles el 74 por ciento son de origen europeo, en tanto el 15 por ciento son maoríes y casi un 12 por ciento asiáticos.
El debate sobre los símbolos nacionales de Nueva Zelanda se ha exacerbado en fechas recientes. En septiembre de 2014, tras ganar las elecciones para un tercer período, John Key, líder del Partido Nacional de Nueva Zelanda -de tendencia centro-derecha-, señaló que impulsará el debate para la adopción de una nueva bandera. La bandera actual fue usada por primera vez en 1869 y fue adoptada formalmente en 1902. Han transcurrido 113 años y a lo largo de ese tiempo el tema se ha mantenido en el debate, si bien no de manera prominente. Así han surgido diversas propuestas para un lábaro patrio más “autóctono” y hay numerosos diseños, algunos muy ingeniosos y otros más bien simplones, que buscan ganar el apoyo de la sociedad para materializarse. El camino se antoja sinuoso. En 1990, por ejemplo, cuando se hizo un concurso a nivel nacional en torno al diseño de una nueva bandera para Nueva Zelanda, ninguno de los diseños ponderados incluía referencias a los maoríes. Por eso es que los maoríes crearon su propia propuesta, la cual, por supuesto, no fue aceptada por el resto de la población.
Hoy, igual que en 1990, hay desde quienes sugieren eliminar la Union Jack (símbolo británico) de la bandera y poner en su lugar las siglas “NZ” acompañadas de un helecho de plata, hasta quienes quieren únicamente la bandera de color negro con un helecho de plata al centro. Dicho esto, ¿Nueva Zelanda finalmente adoptará otra bandera? ¿O en el los dos referenda programados para fines de 2015 y 2016 se impondrá el lábaro patrio vigente? Que Nueva Zelanda justamente ahora, en una era de globalización estandarizante quiera reafirmar su identidad no es un asunto menor y será importante seguir el debate que se desarrollará en los siguientes meses sobre el particular.
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