El abismo que ella misma se construyó

José Luis Camacho Acevedo

Ricardo Alemán se preguntaba en su columna de El Universal ¿por qué Carmen Aristegui no había incluido a CNN México, empresa para la que trabaja, como integrante de Méxicoleaks? La respuesta, por obvia, es un duro señalamiento del periodista Alemán del concepto en que Aristegui tenía, o tal vez sigue teniendo a la familia Vargas.

Y ese presunto concepto en que Aristegui tiene a los Vargas es una actitud irrespetuosa y de franca deslealtad. Carmen Aristegui estaba segura de que sin ella los Vargas no valían nada y que por ello podía hacer, como en su tiempo lo hizo José Gutiérrez Vivó en Radio Centro, lo que le viniera en gana sin informarles siquiera; ya no digamos pedirles el permiso y la autorización correspondientes.

Para incluir a CNN México, utilizando su marca, en la plataforma Méxicoleaks, Aristegui sabía muy bien que allí sí tendría que pedir permiso a los directivos de la empresa.

Pero el tiempo pasa y las cosas cambian. La familia Vargas ya no es la misma a la que Aristegui sometió hace unos años al lograr su reinstalación en MVS después de que la habían despedido. Hoy los Vargas tienen enfrente duras batallas que librar con una competencia creciente.

Pero el affaire Méxicoleaks no fue el único blanco equivocado elegido, en los meses recientes, por la periodista hoy despedida de MVS. Una breve recapitulación de los blancos equivocados de Aristegui que la llevaron al despeñadero mediático nos otorga una más clara lectura de la pregunta de Alemán.

Aristegui, galopando en la soberbia, equivocó sus blancos, como lo fue Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre; éste es el caso de una víctima menor de Aristegui que trató de convertir en un gran éxito periodístico: acabar con el PRI en el DF exhibiendo sus formas deshonestas de proceder con Gutiérrez a la cabeza no fue ninguna epopeya mediática.

El PRI en el DF es desde hace 20 años una penosa tercera fuerza política nacional, lugar en la que lo sumió la actitud de autoengaño con el que siempre procedió el grupo de Beatriz Paredes Rangel. No es un triunfo matar a un muerto. El colmo en este caso fue la compra de testigos y los montajes descubiertos.

Otra falla de la comunicadora fue considerar que la familia Vargas no está consciente de que hacía tiempo ella no trabaja para la empresa. Los Vargas sabían que ella los consideraba su plataforma radiofónica para conseguir sus personales fines periodísticos y económicos. Esa ingenuidad, en la que Aristegui supone en que viven los Vargas, hace tiempo que dejó de existir.

Pensar que Enrique Peña Nieto era una pieza de caza cuya cabeza le agradaría tener en su sala a su principal patrocinador, Carlos Slim, fue otra equivocación. Aristegui se imaginó que para ello debería estar del lado de la causa del aliado político coyuntural de Slim que la periodista elucubró que era Andrés Manuel López Obrador. La relación coyuntural entre el Peje y Slim es ya parte de la historia política del DF.

Irse por la libre para encabezar una resistencia tipo chavista ante actos de corrupción del peñismo, que efectivamente han sido ciertos en algunos casos de los señalados por Aristegui, en una organización sectaria, conformada por inconformes, no todos ellos importantes o representativos.

Algunos de los integrantes de MéxicoLeaks como la revista Proceso, son de lo más rescatable de la lista de la mencionada plataforma. Fuera de lo que resta de Proceso, los demás medios integrantes de MéxicoLeaks no son referentes de primer rango en los medios nacionales. Ni en los espacios electrónicos, escritos o digitales.

Es una lástima que el país se vea envuelto con el affaire Arsitegui, en una mascarada más que le afecta su imagen, nacional e internacional, aun sea episódicamente, como las que han montado la CETEG en Guerrero, la CNTE en Oaxaca y Michoacán, Antorcha Campesina en el Estado de México, Genaro García Luna en la aprehensión de Florence Cassez o los legisladores oficialistas que se oponen a que aterricen las leyes en favor de la transparencia.

Los blancos equivocados de Carmen Aristegui son los que la llevaron al abismo que ella misma se construyó.