Ni casa ni auto
Félix Fuentes
Los fraudes de la línea 12 del Metro están por convertirse en burla histórica de la ciudad de México y en otro de los grandes agravios a la nación.
El sobrecosto de la oscura “línea dorada” de Marcelo Ebrard, la necedad de utilizar trenes con ruedas metálicas incompatibles con las vías y los presupuestos para reparaciones inútiles elevan ese fiasco a símbolo de corrupción infinita.
Es insoportable el cinismo de autoridades que investigan el caso frente a los desplantes del exjefe de Gobierno, Ebrard, quien tras renunciar al PRD se refugió en el partidito llamado Movimiento Ciudadano, en busca de una diputación plurinominal que impida su arresto en por lo menos tres años.
La Procuraduría de Justicia del DF, la Procuraduría General de la República (obligada a intervenir por los hurtos con dineros de la federación) y la Asamblea Legislativa del DF, permanecen indiferentes, en espera de que Ebrard reciba protección del Poder Legislativo.
La costosa obra fue inaugurada el 30 de marzo de 2012 y, según la comisión investigadora de la línea 12, para entonces ya estaba enterado Ebrard de las fallas que evidenciaba debido al mal diseño, el uso de materiales inadecuados y el problema de los trenes.
Se han cumplido tres años del inicio de un transporte que puso en peligro las vidas de miles de usuarios y ya transcurrió un año de presuntas investigaciones. Los responsables siguen tan campantes.
El 9 de septiembre del año pasado, la Contraloría del DF anunció que impondría 54 sanciones, incluidas denuncias penales a 33 servidores y exservidores públicos por las irregularidades de esa línea. Agregó que hizo 11 auditorías, algunas en coordinación con la Secretaría de la Función Pública.
En la lista de los 33 no figuraba el nombre del principal responsable, Ebrard, lo cual advierte que las autoridades no quieren tocarle un pelo. Todo son subterfugios y complicidades.
¿Quién puede creer a Ebrard que carece de inmuebles? El pobrecito vive con 150 mil pesos mensuales, y con eso paga rentas de su departamento y un automóvil.
Sin embargo, nadie lo llama a precisar cómo fue que el presupuesto inicial de la “línea dorada” fue elevado de 15 mil 290 millones de pesos a 24 mil 274 millones, 70% más.
Debiera declarar, como lo publicó La Razón, si en 2010 infló el dólar de 12.85 pesos de entonces, a 16.75 pesos, para beneficiar a la empresa fabricante de los trenes con 4 mil 653 millones de pesos.
Debe aclarar por qué, en vez de trenes con ruedas de hule, optó por las metálicas e ignoró al diseñador de la obra, Carlos Adolfo Altamirano Piolle, quien propuso las primeras, y luego cambió de parecer y se unió a la empresa IFL Consulting Engineers, contratada por el director del Proyecto-Metro, Enrique Horcasitas.
IFL debió orientar cómo evitar el desgaste ondulatorio de las vías, pero fue otro fracaso y las oficinas de ese negocio desaparecieron.
Horcasitas no había declarado en la Procuraduría del DF hasta el 5 de febrero pasado ni le importaba conocer los ilícitos que le imputan.
Como Ebrard, ¿de qué han de preocuparse los otros 33 implicados?
