Unas no viven, sobreviven
Julio A. Millán B.
El progreso económico y social de un país y, por ende de sus habitantes, descansa en la creación continua de nuevas empresas y en el crecimiento y la consolidación de las existentes.
Las micro, pequeñas y medianas empresas (miniempresas) tienen particular importancia, no sólo por sus aportaciones a la producción y distribución de bienes y servicios, sino también por el gran potencial de generación de empleos, lo que representa el medio ideal para distribuir la riqueza y el bienestar. Lamentablemente, en nuestro país estas empresas no viven, más bien sobreviven.
El INEGI mostró que el 70% de las empresas cierran antes de que cumplan 5 años y muy pocas (apenas el 11%) llegan a cumplir 20 años de operaciones. Así, se plantea que una empresa tiene una esperanza de vida en general de 7.7 años, condición que depende de su tamaño.
Está ampliamente documentado que las miniempresas han tenido que sortear un número de problemas por las condiciones que el entorno de negocios les impone; en los últimos años la caída de la demanda es uno de los factores más decisivos. Otros factores más estructurales son el acceso restringido a fuentes de financiamiento; bajos niveles de capacitación de los recursos humanos y escaso acceso a innovación y tecnología.
No obstante, se deben considerar también otros factores condicionantes de la sobrevivencia de las miniempresas, como el conocimiento del sector o la industria y del mercado (es decir, los hábitos de los clientes y de la competencia), y la preparación en términos de manejo de un negocio. En pocas palabras, estamos hablando del nivel de cultura empresarial que se necesita para un emprendimiento exitoso.
En muchos casos, la razón por la que se inicia una pequeña empresa es por estar desempleado, así se crea una empresa invirtiendo los ahorros o el dinero de la liquidación, pero sin el verdadero conocimiento de cómo administrarla, entendiendo que hay una curva de aprendizaje y un periodo de maduración de la inversión. Si se quiere sólo autoemplearse y se pretende empezar a tener ingresos desde el primer mes, y no se piensa en reinvertir para consolidar, es cuando entra la desesperación y se fracasa.
Ahora bien, cuando la empresa se inicia buscando crear un negocio, muchas veces falta conocimiento sobre el propio manejo de la empresa, lo que implica saber administrarla, invertir, conocer al cliente, establecerlo en un lugar apropiado, entre otros factores. Para ello, existen programas gubernamentales de apoyo a las mipymes, que ofrecen fondos para emprendimiento, asistencia técnica y capacitación. En muchos casos no es el capital inicial el primer obstáculo, es saber qué hacer con los recursos.
Sin embargo, la creciente cantidad de recursos (más de 78 mil 500 millones desde 2001 hasta 2013) que se han presupuesto a los programas como el otrora Fondo Pyme y el Fonaes no han tenido la efectividad y el impacto buscado.
