Patricia Gutiérrez-Otero
En estas últimas semanas me he prestado a escuchar las noticias en medios que no son los que acostumbro. Confieso que no me he atrevido a ver los programas de Televisa ni TVAzteca, ya sería demasiada penitencia cuaresmal.
Me siento pasmada por el tono de las noticias y de la programación en general: si la gente todos los días recibe este tipo de información y no la equilibra con otra más crítica o por la confrontación lúcida con su realidad cotidiana, si sólo escucha lo que el sistema quiere que escuche, entiendo por qué las manifestaciones ciudadanas, los llamados a diversos boicots, la actividad de la ciudadanía para reclamar sus derechos en general es tan baja. La realidad que presentan los medios de comunicación no críticos es el espejismo de un México que sólo existe en la mente de los ideólogos neoliberales y de sus mercadólogos. Es una ilusión que parece existir sólo porque es nombrada y porque se la repite a diestra y a siniestra, a través de diversos medios y de diversos géneros (el informativo, el publicitario, el de ficción…). Es el mundo que Peña presenta en sus discursos y dónde la sociedad parece marchar sobre rieles bien aceitados, donde no hay porque temer la delincuencia, el desempleo, la caída del petróleo, la crisis ecológica, la escalada de los productos chinos en nuestro país, etcétera.
Si siempre he sabido el poder de Televisa para enajenar a su audiencia de la que antaño sólo pretendía obtener beneficios económicos, ahora se me vuelve cada vez más patente su inmenso poder a través de la televisión, el radio, las revistas y todo su arsenal de comunicación masiva en connivencia con el poder político: Televisa ya no sólo pretende enriquecerse con su auditorio, quiere dominarlo políticamente y hacer con él lo que le conviene al sistema en el poder, alianza que durará mientras esta colaboración dé ganancias a ambos. De ahí que sea tan difícil dialogar con quien sólo tiene acceso a esta información: el lavado de cerebro y la implantación de un imaginario de la esperanza de llegar a ser como las clases burguesas de los países del primer mundo, y las respuestas ya hechas al porqué estamos tan mal, son casi insuperables barreras para establecer una base común de crítica. Quizá lo que queda es la pura confrontación con la realidad cotidiana de cada quien.
Por eso, con espanto veo la candidatura de gente de Televisa para diputaciones, y más aún la elección de Arely Guzmán para ocupar la Procuraduría Federal un puesto clave en el país que ni siquiera Murillo Karam pudo manejar a cabalidad. Arely Guzmán, hermana del Vicepresidente de noticias de Televisa, Leopoldo Gómez. ¿Queremos más connivencia posible? ¿Dónde queda la reglamentación en contra de los conflictos de intereses? Suponiendo que el hermano incómodo dimita de su posición, los lazos con Televisa están ya establecidos.
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se siga la investigación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa, que se dé marcha atrás en las reformas constitucionales.
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