Pagan justos por pecadores
Julio A. Millán Bojalil
La caída del 50% en el precio de la mezcla mexicana de petróleo, de cuya venta depende el 35% del presupuesto nacional, ha sido el detonador no sólo de que se hayan anunciado medidas de austeridad y disciplina presupuestaria, consistentes en un primer recorte en el presupuesto de 2015 por 124.5 miles de millones de pesos.
Cabe señalar que también se están aplicado medidas de austeridad no explícitamente anunciadas paralelas al recorte, consistentes en la dilación en el ejercicio de las partidas presupuestales ya asignadas, que han llevado incluso a la suspensión de pagos a proveedores, lo que está afectando las operaciones de estas empresas, sobre todo las pequeñas y medianas que dependen en gran medida de lo que le proveen al gobierno y que no pueden financiarlo. Es importante que esta situación se revise, porque no es válido que paguen justos por pecadores.
Ahora bien, como la Secretaría de Hacienda lo anunció y el presidente lo confirmó, se trabaja ya en la integración del presupuesto para 2016, bajo una metodología de base cero que consiste en la revisión completa del presupuesto, su estructura programática, sobre cuáles funcionan, cuáles cumplen con sus objetivos y si están bien evaluados. Es importante, sin embargo, que esta necesaria reingeniería presupuestal no responda sólo a la necesidad coyuntural de reducir el gasto ante la previsible reducción en los ingresos para el próximo año.
Nos enfrentamos ante una valiosa oportunidad de realizar una verdadera metaevaluación de la eficiencia e impacto real de los programas presupuestales del gobierno federal, pero también de la eficacia y beneficios de las erogaciones realizadas por los poderes Legislativo y Judicial y del destino y uso de las participaciones y aportaciones a los estados y municipios y, por supuesto, de los partidos políticos y los sindicatos de entidades gubernamentales, quienes se llevan carretadas de dinero público, pero cuyo beneficio a la ciudadanía es, por decir lo menos, dudoso.
Es fundamental también que se trabaje desde ya con el Congreso, porque por ley ambas Cámaras son las que dan el último ajuste al presupuesto, muchas veces respondiendo a razones político electoreras, y es costumbre que se lleve a cabo un fuerte proceso de cabildeo por parte de los gobiernos estatales, buscando una mejor tajada.
Este “manoseo” del presupuesto podría dar al traste con los logros de un nuevo presupuesto, por lo que es necesario que Hacienda no se espere a septiembre para enviar el paquete económico 2016, sino que ya llegue consensuado por todos los órganos involucrados.
No sólo necesitamos un presupuesto ajustado a las dificultades que presenta un menor ingreso. Es fundamental contar con un presupuesto y su consecuente ejercicio del gasto efectivo, eficiente y transparente, pero sobre todo que genere beneficios.
