“La búsqueda de la felicidad es una cuestión seria.”
Ban Ki-Moon, Secretario General de las Naciones Unidas
Guillermo Gutiérrez Nieto*
Hablar sobre la obtención de la felicidad puede parecer vacuo o pretencioso y siempre deriva en polémica. Siendo el tema tan basto, lo mismo es condenado que elogiado, dependiendo del contexto y de la visión de las personas que lo refieran. No obstante para la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental y por ello debe ser incluido en las políticas públicas desarrolladas por sus Estados miembros.
Con esta acepción, en junio de 2012 proclamó que el 20 de marzo de cada año se celebre el Día Internacional de la Felicidad e invitó a sus integrantes, a las organizaciones del sistema de las Naciones Unidas y a otras organizaciones internacionales y regionales, así como a la sociedad civil, a conmemorar esta fecha a través de actividades educativas y de concientización. Previo al establecimiento de esa conmemoración y a partir de una solicitud de Bután, se realizó un amplio debate al interior de la Asamblea General para analizar el vínculo entre felicidad, bienestar y prosperidad. Se partió de asumir que el mundo necesita un nuevo paradigma económico que reconozca la paridad de los tres pilares del desarrollo sostenible: el social, el económico y el medioambiental ya que la conjunción de estos “definen nuestra felicidad global”.
¿Se puede medir la felicidad?
El debate respecto a la medición de la felicidad lo inició en 1972 Bután, país que dejó de utilizar como referente fundamental de mejoría nacional el Producto Interno Bruto y, como respuesta a las constantes críticas sobre sus condiciones internas de pobreza, creó el término de Felicidad Nacional Bruta (FNB) o Felicidad Interna Bruta (FIB). Dicho concepto está sustentado en lo fundamental en ciertas premisas del Budismo y asegura que el verdadero desarrollo de la sociedad humana se encuentra en la complementación y el refuerzo mutuo del desarrollo material y espiritual. Los cuatro pilares de la FIB son la promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario; la preservación y promoción de valores culturales; la conservación del medio ambiente, y el establecimiento de un buen gobierno.
El índice de la FIB no representa una condición cuantitativa, sin embargo la medición se realiza a través de un cuestionario de 180 preguntas que periódicamente aplica el International Institute of Management, tomando en consideración las siguientes dimensiones de bienestar: económico, ambiental, psicológico y mental, laboral, social y político. Toda esa información, obtenida a través de la participación abierta de las personas interesadas en la página del IIM, es utilizada para elaborar desde 2005 el reporte de FIB.
Desde entonces, y siempre con variantes, la evaluación del nivel de felicidad creado por esta monarquía constitucional localizada entre China y la India, ha tenido su correlato en diversas latitudes. El referente más notable es el Índice de Progreso Genuino (IPG), que considera los aspectos fundamentales de medición del Producto Nacional Bruto (PNB) de los países, pero agrega elementos de medición del avance social, como son delitos y divorcios; trabajo doméstico y voluntariado; distribución de la renta; daños ambientales de largo alcance y trabajo y tiempo libre, entre otros.
La felicidad en el mundo
Desde 2007 Tailandia publica su “Indice Ecológico y de Felicidad”; en Estados Unidos la consultora Gallup, hace sondeos internos desde 2008 para elaborar el Gallup-Healthways Well-Being Index; en Reino Unido, la Univeridad de Oxford elabora desde hace varios años el Indice Multidimesional de Pobreza; la Comisión Europea, por su parte, desarrolla el proyecto “Producto Nacional Bruto y más allá”; igualmente, a partir de 2012 la ONU publica el World Happiness Report, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), además de elaborar el Better Life Index, cuenta con diversas “guías de medición de bienestar”.
De hecho la OCDE publicó en 2014 un interesante reporte titulado “Global Well Being since 1820”, en el cual se analiza el progreso que ha tenido la humanidad en los últimos dos siglos a través de un muestreo de 25 países localizados en 8 regiones geográficas y de una selección de indicadores que trasciende la tradicional medición de desarrollo socieoeconómico sustentado en el Producto Interno Bruto y su distribución per capita. El informe examina 10 factores individuales del bienestar y al final los utiliza para crear un indicador integral que denomina “Indicador Compuesto de Bienestar”. Los factores considerados reflejan un amplia gama de aspectos materiales y no materiales del bienestar: PIB per cápita, salarios reales, nivel educativo, esperanza de vida, estatura, seguridad personal, instituciones políticas, calidad del medio ambiente, desigualdad de ingreso y desigualdad de género.
De los resultados obtenidos, el estatus de la educación (medido en términos de alfabetismo y nivel educativo) y la salud (medido por la esperanza de vida y la estatura) mejoró notablemente en muchos países, y existe una fuerte correlación transversal y temporal con el PIB per cápita. No obstante, esta correlación es más débil para otros factores del bienestar. Las instituciones políticas (medidas en términos de participación y competencia electoral) han mejorado enormemente alrededor del mundo en el siglo pasado, pero su desarrollo distó mucho de ser gradual e incluso llegó a tener cambios violentos en los derechos politicos en ciertos países. De igual manera, las diferencias entre países respecto a seguridad personal (medida por las tasas de homicidio y exposición al conflicto) son notables y en algunos casos distantes de la media mundial.
Los aspectos negativos de la felicidad
En otro ámbito, es manifiesta una correlación negativa cuando se tiene en cuenta la calidad del medio ambiente. La biodiversidad se degradó en todas las regiones y a nivel mundial, y el uso de suelo cambió drásticamente. En lo que se refiere a las tendencias de largo plazo en la desigualdad del ingreso (medida por la distribución del ingreso de las familias antes de impuestos entre los individuos), la orientación es contradictoria ya que en las 8 regiones geográficas analizadas en el informe durante ciertas etapas mejora y en otras se agrava. Por otra parte, la tendencia de la desigualdad de género (medida en términos de los resultados del estado de la salud, el estado socioeconómico y los derechos políticos) se ha mantenido a la baja en los pasados 60 años en la mayoría de las regiones del mundo.
El Indicador Compuesto de Bienestar que se presenta al final del informe señala que, en términos generales y desde una visión universal, hay avances en los temas analizados, con la posible excepción de África Subsahariana. La evidencia que se muestra en el informe también sugiere que desde la década de 1970 la desigualdad entre países en el bienestar compuesto ha sido menor que el PIB per cápita, por lo cual los esfuerzos por remediar este último aspecto deben persisitir sin tregua.
¿Qué significa la felicidad para tí?
El colofón de estas realidades es que el factor de medición preponderante de bienestar -la distribución del ingreso per capita generado a través del producto nacional- no ha cambiado su tendencia, por el contrario ha tendido a contrastarse tanto a nivel global, como regional. Ante ello, si los informes que reportan avances en el bienestar de los seres humanos son verídicos merecen loas, sin embargo lo fundamental sigue siendo la percepción individual respecto a este asunto y en ello el budismo es certero cuando afirma que el tránsito por el sendero hacia la felicidad inicia al comprender los obstáculos que de manera personal debemos trascender para lograrla. Una vez afrontado ese desafío, sólo restaría adoptar la frase de una de las canciones que este año fueron elegidas como emblemáticas de la felicidad por la ONU: “aplaudir si sabes lo que la felicidad representa para tí” (Pharrel Williams)
*Miembro activo del Servicio Exterior de Carrera.