Pensamiento a fondo
Patricia Gutiérrez-Otero
Desde finales del siglo XIX, el papa León XXIII se sintió movido a escribir una encíclica para iluminar el nuevo panorama social que se manifestaba en el mundo occidental. Esta encíclica, Rerum novarum (“De las cosas nuevas”), dio pie a una sucesión de encíclicas papales que han ido formando lo que se ha dado por llamar La Doctrina Social de la Iglesia. Los papas han escrito una o más encíclicas para tocar asuntos relacionados a la vida social, en particular económica y política. Normalmente las nuevas encíclicas se han escrito para celebrar el aniversario de una encíclica anterior de la misma Doctrina.
Durante el tiempo del auge de la Unión Soviética, las encíclicas papales recalcaron con mayor fuerza el aspecto de la persona como individuo, haciendo una crítica a los regímenes que lo obliteraban. En gran parte esta actitud eclesial se debió al ateísmo combativo dentro de los regímenes comunistas. Sin embargo, a partir de la caída del muro de Berlín, las encíclicas han dado un giro en su crítica de los sistemas sociales. El individualismo del libre mercado y las situaciones de injusticia que genera se han criticado más acerbamente. La última encíclica que ha sido escrita en esta serie fue Centesimus annus, por Juan Pablo II, en 1991, o una más general de Francisco: Evangelii Gaudium.
La reflexión que han realizado los diversos papas ha tomado en cuenta, principalmente, tres factores: las realidades que se perciben, las ciencias sociales que la estudian, y la fe desde la que se discierne la aportación o la degradación para la construcción de lo humano en los diversos sistemas productivos, de intercambio o en las actitudes que fomentan. En la Iglesia católica romana el tercer punto se basa en la Escritura interpretada por el Magisterio.
Estas encíclicas han sido un aporte fundamental, aunque poco se les haya leído directamente, para esclarecer de manera ética las nuevas situaciones que vive la humanidad. Su fundamento religioso ha restado valor ante muchos en cuanto a sus conclusiones. Sin embargo, el concepto de la “persona” como ser social y al mismo tiempo como un individuo, es decir como un individuo que sólo puede vivir gracias a y en la sociedad, desarrollado en el siglo XX por filósofos como Emmanuel Mounier, ha dado una profundidad ética al pensamiento social católico romano. Realmente vale la pena leerlas y estudiarlas.
El mensaje que el papa Francisco dirige ahora a la VII Cumbre de las Américas se sitúa en la denuncia de la injusticia: “Estoy convencido —y así lo expresé en la Exhortacion Apostolica Evangelii gaudium— de que la inequidad, la injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los demás” (http://www.zenit.org/es/articles/texto-del-mensaje-del-papa-en-la-vii-cumbre-de-las-americas).
Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se siga la investigación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa, que se dé marcha atrás en las reformas constitucionales.
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