Su verdadero nombre fue Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, de obra de corte modernista, donde resalta la influencia de Frederic Mistral, de quien tomó su seudónimo la poetisa chilena Gabriela Mistral. No utilizó frases retóricas ni expresiones demasiado elaboradas, aunque si gustaba de imágenes violentas y símbolos recurrentes. Se valía principalmente de referencias religiosas y diversos elementos cristianos.

La poeta y educadora nació en Vicuña, Chile el 7 de abril de 1889. El libro que marcó su infancia fue la Biblia, que leyó hasta aprenderla y es el origen de muchos de sus poemas. Su labor inicial como maestra, sin haber hasta el momento realizado estudios magisteriales, fue más por práctica que por aprender los protocolos teóricos. En 1904 comenzó a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía Baja en la Serena, al tiempo que empezó a colaborar en el diario “El Coquimbo”. Participo, además, en el rotativo “La voz de Elqui”, en 1905.

En 1908 fungió como maestra en las localidades de La Cantera y Los Cerrillos. Aunque tuvo problemas por no contar un título expedido por alguna institución pedagógica, convalidó sus conocimientos en la Escuela Normal número uno de Santiago, graduándose como Profesora de Estado. En México demostró su profesionalismo al ser contratada para reformar el sistema educativo, a petición de José Vasconcelos, quien era el secretario de Educación.

Derivado de su carrera como docente y de haber estudiado las escuelas y métodos educativos de México, Estados Unidos y Europa, dirigió varias escuelas que tenían un sistema decadente en las formas de enseñar, uno de ellos fue prestigioso Liceo número seis. Una de las facetas más ahondadas y reconocidas de Mistral, es la de escritora, en la que también fue innovadora, sobre todo en la poesía, género que le retribuyó diversos reconocimientos en vida y póstumos.

Comenzó su carrera como escritora desde que en 1914 ganó el primer premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales, iniciando un sequito que la llevó a crear “Desolación” (1922), considerada como una de sus obras maestras. En 1924 publicó en Madrid “Ternura”, libro en el que manifestó la “poesía escolar”, lo que significó una renovación en este género, en el que incluyó canciones de cuna, rondas y arrullos.

Sus creaciones líricas han sido traducidas a diversos idiomas como el inglés, el italiano y el francés; siendo influencia para otros escritores como Pablo Neruda y Octavio Paz, ambos también Nobel de Literatura.

A raíz de la muerte de su madre, a quien dedicó la primera parte de su libro “Tala”, en 1929, su vida adquirió otro matiz, pues no se halló en las labores que alguna vez desempeñó con tanto ahínco.

En Nicaragua fue nombrada “Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional”, por el líder guerrillero César Augusto Sandino, siendo éste un reconocimiento al apoyo que la escritora había otorgado a ese país.

Por sus contribuciones en este menester y en la escritura, fue galardonada con numerosos reconocimientos y nombramientos, entre los que destacan el Premio Nobel de Literatura en 1945, con lo que se convirtió en la primera autora latinoamericana en recibir esta distinción.

Entre sus obras destacan “Sonetos de la muerte” (1914), “Desolación” (1922), “Lecturas para mujeres” (1923), “Nubes blancas y breve descripción de Chile” (1934), “Recados, contando a Chile” (1957), “Poema de Chile” (1967), “Almácigo” (2008, edición póstuma de poemas inéditos) y “Niña errante” (2009, epistolario con Doris Dana).

Gabriela Mistral padecía de diabetes y problemas del corazón; no obstante, murió a causa de cáncer en el páncreas el 10 de enero de 1957, en Nueva York, Estados Unidos.

Desde junio de 1981 la imagen de Gabriela Mistral aparece en los billetes de 5.000 pesos chilenos. Este martes Google le dedica el doodle a la escritora chilena más celebrada de la historia. Y hasta el momento, la única que ha logrado el Nóbel de Literatura en lengua castellana.