Norma Salazar
Apariencia desgarbada y frágil, Timothy William Burton (1958) fue un chico urbano que se refugiaba en las salas de cine identificándose con las imágenes que se proyectaban en la gran pantalla. Hoy en día sus películas son tenazmente una reacción a la niñez que vivió, muchos han destacado una personalidad intensamente sensitiva, receptiva, afable y tímida.
El volumen Tim Burton (Ron Magliozzi, Jenny He, The Museum of Modern Art) abarca la carrera como artista y cineasta desde su edad temprana hasta la madurez, además de presentar obras inéditas del archivo personal de Burton.
Vincent, 1982, es un cortometraje animado de seis minutos que rememora la historia de Vincent Malloy, un niño sereno muy fantasioso que anhela con ser Vincent Price entre la realidad de su trivial existencia en un característico suburbio estadounidense y su mundo de fantasía, Vincent se imaginaba a sí mismo en una serie de hábitat inspirado en las películas de Vincent Price en las que experimentaba en su laboratorio.
Edward Scissorhands, 1990, es la película más autobiográfica, dice Burton: “La imagen no es siempre literal, sino está asociada a un sentimiento”, con guión de la novelista Caroline Thompson, inventan un fantástico cuento de navidad, su ídolo Vincent Price quién le rindió tributo en Vincent dándole el papel de inventor-figura paterna. Edward Sccisorhands nos muestra con un sentido excéntrico e ingenioso y una fuerte catarsis emotiva en particular a la de Johnny Deep como Edward, el chico con tijeras en las manos, una de tantas arquetípicas figuras inadaptadas de Burton. Es un cineasta cuyo modus operandi se centra en los personajes que están en conflicto consigo mismos y con el resto de la sociedad que sufren los problemas de la marginación, el rechazo, el desamor y la debilidad de los valores sociales y morales, Burton explica: “Me gustan los personajes que están un poco apartados, que viven en un mundo propio, con valores que no son necesariamente los de las otras personas”.
La obra burtoniana está equiparada con los géneros del gótico y el expresionismo alemán, la literatura de Edgar Allan Poe, Mary Shelley, ambientes circenses, los cómics, la ingeniería mecánica y por supuesto de personajes ermitaños y melancólicos. El espectador se conmueve ante algo que le concierne por íntegro al cine, es decir, la mirada de una mujer, el gesto de un hombre, la tonalidad grisácea de la fotografía en el lóbrego decorado del castillo de Edward Sccissorhands, la confrontación de plano y contraplano. El ordenado montaje que alterna diversas posibilidades desde un primer plano hasta el plano general recreando un espacio visual donde el movimiento puede orientarse hacia un fondo interno y no sólo hacia la mirada del espectador como vemos en The Nightmare Before Christmas, 1993, un filme extraordinario que matiza de manera exclusiva la conducta de alguien que se mueve principalmente en sus límites, alguien aprobado por la sociedad en busca de la felicidad interior, me refiero al personaje central Jack Skellington, otro de las prototípicas figuras del director Burton.
En todo filme descubrimos dos mundos distintos en base al color y diseño; abandonan su propio espacio estético para demostrar un categórico papel expresivo en la historia, cuando Jack Skellington está deprimido vaga por el bosque, un bosque moribundo colmado de árboles que proyectan sombras peligrosas, esta escena comunica a su vez un sentimiento de tristeza y melancolía pero cambia radicalmente cuando llega a Christmas Town, ahí los colores son alegres influenciando al protagonista y al espectador a cambiar su estado de ánimo. También cabe destacar que en cada filme burtoniano la arquitectura asimétrica es importante en el mundo de los muertos, se ven paredes inclinadas mientras el lado opuesto, en el mundo de los vivos, domina una arquitectura romántica, gótica un art nouveau que se manifiesta en dos mundos paralelos. Para los fans y sus críticos del hombre-niño Tim Burton, The Nightmare Before Christmas es una obra de culto porque desde el inicio de la historia nos transporta a su “inquietante descubrimiento”, una película muy solidaria acompañada de partes musicales que va contando un cuento entrelazado de situaciones cómicas, trágicas, farsa en sí, un largometraje quimérico de la realidad.
Para concluir la travesía cinematográfica de Tim Burton, otro gran rodaje surrealista de técnica Stop-motion es Corpse Bride, 2005, una historia que relata la vida amorosa de dos jóvenes (Víctor y Victoria) que deben casarse por interés, sus familias serán beneficiadas. Todo acontece en el mundo terrenal, ambos no encajan y no aceptan su realidad que les ha tocado vivir, mientras el personaje importante de esta historia es Emily (la novia cadáver) habita en el inframundo con el corazón destrozado (un mal de amores). Ella tiene un espíritu positivo que lo único que le importa es sentirse amada. Una película basada en un cuento popular ruso, observarnos metafóricamente en dos mundos opuestos, personajes entremetidos en una atmósfera distinta. Uno, el mundo de los vivos predomina los colores grises y azules opacos. Segundo, el mundo de los muertos impera los colores vivos: el verde, violeta, amarillo y azul con tonos llamativos y algarabía.
