La operación militar con la que Europa pretende desmantelar las redes de tráfico de inmigrantes a lo largo del Mediterráneo se ha concretado, por lo que ya tiene nombre, comandante y sede.
Los ministros de Exteriores aprobaron este lunes el proyecto, uno de los más arriesgados que ha planteado la UE dentro de su política de defensa y seguridad común.
La ausencia de Estado en Libia, el armamento del que disponen las milicias de la zona y la creciente influencia del autodenominado Estado Islámico amenazarán la seguridad de la misión.
El documento que han aprobado los titulares de Exteriores refiere las principales trabas a las que se enfrentaba el proyecto por la controvertida idea de destruir los barcos sospechosos de destinarse al transporte de inmigrantes antes de emprender el viaje.
Pero, no menciona la destrucción –un término que puede dificultar el necesario aval del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para desarrollar la operación-, aunque contempla “todas las medidas necesarias contra un barco o activos relacionados, incluido deshacerse de ellos o hacerlos inservibles”.
De cualquier forma, la facultad para deshacerse de los barcos que pudieran ser usados para trasladar irregularmente a inmigrantes desde Libia hasta las costas europeas, en gran medida italianas, formaría parte de una tercera fase de esta operación.
Antes habría otras dos para las que la UE considera que no necesita el mandato de la ONU, aún no lo ha logrado, y que puede ir desarrollando ya; la primera consiste en identificar las redes de traficantes, recabar información y patrullar aguas internacionales.
En una segunda etapa, los militares se dedicarán a buscar y requisar los barcos que se encuentren en alta mar y que sean sospechosos de usarse para trasladar a extranjeros a Europa.
Al final de esta segunda fase, ya con mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o del Gobierno libio, se podrá hacer esa misma actividad, pero en aguas territoriales de Libia; el siguiente paso sería emplear todos los medios necesarios para inhabilitar los barcos.
La operación, de nombre EUNAVFOR MED (en referencia a su carácter naval y a la localización mediterránea), tendrá sus cuarteles generales en Roma y será comandada por el contraalmirante italiano Enrico Credendino.
A las cinco comisiones se sumará militares que la UE ya desarrolla en distintos puntos de Europa y África (Bosnia, Malí, República Centroafricana y dos en Somalia).
La misión libia constituye una vía completamente separada del otro lado por el que Europa trata de contener los flujos y, sobre todo, de evitar las muertes en el mar: el reforzamiento de las misiones marítimas de Frontex en el Mediterráneo, cuyo presupuesto se ha triplicado.
Estas operaciones de la agencia europea de fronteras tienen carácter civil, con el mandato de vigilar las costas y, en su caso, salvar a los inmigrantes que puedan detectar.
La iniciativa responde al mandato otorgado al servicio exterior hace menos de un mes por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE para desarrollar una misión militar que trate de contener las salidas de extranjeros desde los puertos de Libia, un país sin estructuras estatales y que sirve de punto de partida de buena parte de los flujos que provienen de África y Oriente Próximo.
El año pasado fueron rescatadas 170 mil personas en el Mediterráneo, una cifra récord.
No es intervención militar
España está dispuesta a ofrecer un buque de acción marítima (BAM) y un avión de reconocimiento para la operación, anunció este lunes el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo; se trata de un avión de patrulla marítima CN-235 VIGMA y de un buque BAM que va equipado con un helicóptero, informa Miguel González. Ambos podrían necesitar en torno a 120 militares.
Este modelo de avión se está utilizando en la operación Atlanta, lanzada por la UE en 2008 para combatir la piratería en el Índico. El tipo de buque que ofrece España también ha sido empleado en la citada operación.
Para evitar discusiones, la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, ha descartado cualquier tipo de presencia terrestre europea en Libia.
“No estamos planificando de ninguna manera una intervención militar en Libia. No es una opción para nosotros. Lo que planeamos es una operación naval, en coordinación esperamos con las autoridades libias relevantes, para desmantelar el modelo de negocio de las organizaciones criminales que están actuando, haciendo contrabando y traficando con personas”, aseguró a su entrada al Consejo de Exteriores que preside.
El documento de gestión de crisis elaborado por el servicio diplomático europeo, adelantado la semana pasada por el diario español El País y que detalla los objetivos y los riesgos de esta operación, contempla algún tipo de personal en tierra para poder cumplir con la destrucción de los barcos.
Esos elementos pueden ser modificados en función del mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia se ha manifestado contraria a esta idea de destruir militarmente los barcos que usan los traficantes.
Más allá de aprobar la iniciativa libia, los ministros han revisado los principales elementos de la política de defensa y seguridad común de la UE.
También ha tenido lugar un debate con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para reforzar la cooperación entre ambas organizaciones.
Información de El País, España