Otra vez la especulación inmobiliaria
Lo nuevo se crea al hilo de la disociación
de todo cuanto se interponen en su camino.
Zygmunt Bauman
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
La intervención urbana emprendida el pasado jueves 7 de mayo por la asociación civil México Previene y el Instituto de Políticas para el Transporte y Desarrollo a favor de los peatones de la colonia Doctores, puso en evidencia la deshumanización que se ha impuesto a una colonia con un fuerte espíritu barrial, a la que los especuladores inmobiliarios están colocando en la mira de una trama gentrificadora que, seguramente sin advertirlo, se escuda en el proyecto de “ciudad judicial” que impulsa en esa zona el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
La responsabilidad imputable a las autoridades delegacionales en este proceso de desarticulación de acciones a favor del hábitat de los vecinos de la Doctores estriba en la política de la administración de problemas, más que en su solución, aduciendo carencias presupuestales —a pesar de contar con diputados asociados al gobierno delegacional en la Cámara de Diputados y en la ALDF— y una disminución de atribuciones propiciada por el centralismo que asumió la administración de Marcelo Ebrard en contra de las facultades delegacionales.
Ese pernicioso proceso de centralización —asumido con mansedumbre por los últimos tres jefes delegacionales de la Cuauhtémoc— generó un nicho de oportunidades a favor de la especulación inmobiliaria, cuyos patéticos resultados sociales fueron exhibidos por la Canadevi como pruebas del abandono de la política de vivienda popular que, desde 1985, la sociedad capitalina exigió como acción sustantiva de los procesos de repoblamiento de la otrora Ciudad de México, esa histórica urbe fundada en 1325 y a la que el actual gobierno le pretende escamotear su antigüedad, al tiempo de sustituir su emblemático color naranja por el “rosa Mancera”.
Indigna que a treinta años del surgimiento del vigoroso Movimiento Urbano Popular, cuyos aportes no radican sólo en la exigencia de reconstrucción de barrios y colonias arrasadas por los sismos de septiembre de 1985 sino en la positiva presión a favor de la democratización del Distrito Federal, se registren amagos legislativos por desarticular el sentido social y popular de la vivienda a través de la propuesta de modificación de la Norma 26 del Programa de Desarrollo Urbano, planteando desnaturalizar su carácter e insertarla en el marco de las leyes del mercado, implantando el carácter de la norma en la corriente inmobiliaria que ve la ciudad como nicho de oportunidades y no como el escenario histórico-cultural del ejercicio de los derechos básicos de los habitantes de esta muy noble y leal ciudad.
Por ello hay que tener muy presente la advertencia del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, quien alertó en torno al riesgo inherente a la sociedad líquida en la que lo novedoso es producto de la disociación de todo aquello que se interpone en un camino pavimentado por desarraigos vecinales y destrucción del tejido social.