Entrevista a Francisco Ibarra Palafox/Investigador del IIJ de la UNAM

Reforma política

 

Santiago I. Soriano Condado y Viridiana Vega

El debate histórico resultó efectivo: la reforma política del Distrito Federal, por fin, se volvió una realidad. Pero la historia aún está por escribirse en la Cámara de Diputados donde, al momento del cierre de esta edición, la discusión seguía abierta.

El pasado martes 28 de abril, como se adelantó en estas mismas páginas, el Senado de la República finalizó una discusión que comenzó el pasado 14 de diciembre y que, tras sesiones interminables de negociaciones, se votó a favor con 88 sufragios. El DF ahora será la Ciudad de México, ciudad capital del país.

Crónica de una reforma anunciada

Al filo de las 15:00 horas el presidente del Senado, Miguel Barbosa, tomó el micrófono del pleno para llamar a sus compañeros Enrique Burgos, Mario Delgado, Graciela Ortiz y Alejandro Encinas para dar lectura a los dictámenes de la iniciativa que más tarde se aprobaría.

En el ambiente del recinto ubicado en Reforma se respiraba desenfado. El senador Romero Deschamps, conversaba con sus compañeros sin prestar atención al presidente de la Comisión del Distrito Federal (e impulsor de la reforma), Mario Delgado, quien en ese momento hacía hincapié en su preocupación por la conformación del Congreso Constituyente que redactará la primera Constitución Política de la ciudad y que a más tardar debe estar lista para el 31 de enero de 2017. El senador, ahora afín a Morena, votó en contra.

La mano vendada de Emilio Gamboa, coordinador de la bancada priista, se movía incómoda entre sus correligionarios que conversaban mientras el senador Encinas, del Estado de México, hacía un recuento histórico de las oportunidades en que el DF pudo haber sido la Ciudad de México desde tiempos de la Independencia. Se mostraba escéptico ante la inminente aprobación.

La panista Mariana Gómez del Campo se paseaba de un escaño a otro; conversaba con su compañera Gabriela Cuevas, se abrazaba con Javier Corral tras una breve charla y no se mantenía quieta. Sabía que el anuncio que había hecho el 19 de abril pasado, vendría pese a que los posicionamientos de los partidos demostrarían un consenso a medias.

Manuel Bartlett del PT acusaba de que a ellos sólo les avisaron que “la ropa ya estaba planchada” pero que nunca supieron ni cuál era la ropa o quiénes fueron las planchadoras. Se opuso abiertamente a la reforma que, aseguró, “favorece al PRI”.

Éste, por su parte, en el momento en que Omar Fayad fijó su postura catalogó la enmienda constitucional como un Frankenstein que pasaba por alto puntos críticos. Sin embargo, tras la aprobación, anunció que su partido retiraría las reservas que había previsto.

Al final, 27 senadores votaron en contra de la reforma. El consenso y los acuerdos que en un principio fueron la bandera de esta iniciativa quedaron expuestos.

Los desencuentros políticos

El presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, Enrique Burgos García, señaló que esta reforma fortalece los derechos políticos de los habitantes de la Ciudad de México y construye instituciones democráticas para el poder federal, en su sede, y para las autoridades locales.

En la contraparte, la senadora Gabriela Cuevas, del PAN, refirió que el debate tardó 13 años y aunque supone un avance se trata de una reforma incompleta al carecer de muchos puntos sensibles, como que no dota de un real federalismo y sólo se cambia el nombre de las delegaciones por alcaldías.

El senador del Verde Ecologista, Pablo Escudero, consideró que los cambios que se plantean al régimen político de las delegaciones o nuevos ayuntamientos “es meramente cosmético” al no lograrse un cambio profundo y real porque no se crea realmente el estado 32, sino un ente híbrido.

Asimismo, Juan Carlos Romero Hicks, exgobernador de Guanajuato por Acción Nacional, criticó la reforma por el estado de excepción que da a la capital del país al otorgarle un régimen fiscal de privilegio y no someterla a los controles federales de rendición de cuentas y transparencia que sí tienen los estados. “Nació muerta”, dijo al referirse a la reforma.

Las panistas Mariana Gómez del Campo y Gabriela Cuevas hablaron en contra de la reforma, pero aclararon que su voto era positivo para cumplir con los acuerdos. Lo mismo ocurrió con el priista Omar Fayad, quien incluso tenía contemplados tres paquetes de reservas, pero que su partido no presentó; dijo que las retiraba para no afectar los acuerdos políticos.

Por primera vez, senadores de las cinco fuerzas políticas representadas en el Senado se pronunciaron contra la reforma política del Distrito Federal por considerarla insuficiente, una simulación e incluso un bodrio, pero todos confesaron que debían aprobarla porque así fue el acuerdo político entre los coordinadores parlamentarios.

La Asamblea… ¿Constituyente?

 

Una de las principales inconformidades de la reforma política fue el punto que le corresponde a la Asamblea Constituyente que redactará la primera Constitución de la ciudad.

Estará integrada por 100 legisladores, de los cuales 60 serán electos a través del voto popular y 40 más serán designados por Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del DF, Enrique Peña Nieto, presidente de la república, y las cámaras de Diputados y Senadores.

Mario Delgado hizo obvia la incomodidad en la tribuna al determinar que esta condición es un acuerdo “para que el PRI esté sobrerrepresentado [sic] y tenga enviados del presidente, lo que echa al traste todo lo que se había planteado”, haciendo referencia a la negativa que contemplaba la posibilidad de que los ciudadanos llevasen a referéndum la Constitución.

Los cambios confirmados

 

La Ciudad de México tendrá una autonomía inédita, con un trato diferenciado respecto a los otros estados del país porque la federación mantendrá la responsabilidad del financiamiento a la educación y a los servicios de salud.

El jefe de Gobierno ya no podrá ser removido por el Senado y aunque el presidente de la república conservará el mando de la seguridad pública local, será el jefe de Gobierno quien nombre al secretario.

A las 16 delegaciones las sustituirán 16 alcaldías, que tendrán acceso a recursos de fondos y ramos generales en los términos de la Ley de Coordinación Fiscal.

La Constitución Política de la Ciudad de México establecerá las competencias de las alcaldías tomando en cuenta sus respectivas jurisdicciones, que estarán integradas por un alcalde y por un consejo, electos por votación universal, libre, secreta y directa para un periodo de tres años.

Además, se establecerá una Asamblea Constituyente que deberá aprobar la Constitución Política de la Ciudad de México, compuesta por 100 diputados constituyentes: 60 electos por el principio representación proporcional mediante una lista votada en una sola circunscripción plurinominal. La elección para la conformación de la Asamblea Constituyente se realizará el primer domingo de junio de 2016, para instalarse el 15 de septiembre.

También la integrarán 14 senadores y 14 diputados designados por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de cada Cámara y a propuesta de su Junta de Coordinación Política; seis designados por el Ejecutivo federal y seis por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, lo que fue calificado como un exceso porque los senadores y los diputados federales no fueron electos por los ciudadanos para ser legisladores constituyentes, que ejercerán su cargo honoríficamente, es decir, no percibirán remuneración alguna.

El pulso ciudadano

 

Un día después de que la reforma política quedara aprobada y se remitiera a la Cámara de Diputados para su análisis y posterior ratificación, Siempre! salió a las calles para preguntar a los ciudadanos su sentir respecto a los nuevos cambios que sufrirá el DF.

“Sólo supimos que ya estaba aprobada”, afirmó Alejandro García, voceador que trabaja a un costado de la Plaza de la República.

Al cuestionar sobre cuál era la opinión respecto a la nueva constitución, Erika Zavala, trabajadora de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), fue tajante pues “no sabía que a ese nivel iba a llegar la reforma”.

Mientras que los más fueron los que comparten postura con Juan Manuel Martínez, un vendedor de billetes de lotería con más de 57 años en el oficio: “No me interesa —afirmó—, porque al final sólo buscan beneficiarse”.

Su sentencia final es que “todo va a seguir igual”.

Tenemos una oportunidad

 

Por su parte, en entrevista para Siempre!, el doctor en derecho Francisco Ibarra Palafox, que coordina la Unidad de Posgrado del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, catalogó de positiva la reforma política del DF, además de asegurar que “tenemos una oportunidad” para democratizar las instituciones de la ciudad, así como dotar de plenos derechos a los ciudadanos.

¿Cuál es su opinión respecto a la reforma política del DF?

La reforma es positiva. Otorga al DF la calidad de entidad federativa, calidad que no tenía, con plena autonomía e igualdad de circunstancias con el resto de las entidades del país. Por otro lado, el cambio de nombre que tendrá [el DF] me parece muy apropiado, creo que el Distrito Federal, como le llamaron los revolucionarios que triunfaron en la década de los años veinte, no es un nombre que fuese adecuado para identificar la ciudad.

De igual forma, el hecho de que la ciudad vaya a tener una Constitución es una magnífica señal; no me explico por qué no teníamos una desde hace mucho tiempo atrás. Es un resabio que no la tuviéramos.

Es muy positivo que ahora vayamos a tener una Constitución, que tengamos el nombre que nos corresponde, que los ciudadanos de la ciudad estemos en igualad de condiciones con el resto de ciudadanos del país.

¿Qué pueden esperar los habitantes de la Ciudad de México con una Constitución?

Contar con una Asamblea Constituyente es un hecho inédito pues no hemos tenido una antes en todo el país. Esto es una excelente oportunidad para dejar asentado en la Constitución los derechos de la ciudadanía, los derechos humanos que le corresponden a cada uno de los ciudadanos de esta ciudad y establecer las instituciones de gobierno que permitan una democracia más efectiva y más transparente de la que tenemos en otras entidades federativas e incluso a escala federal.

¿El proceso de aprobación de esta reforma política fue democrático?

Si tomamos en cuenta que las cámaras de Senadores y Diputados son las que nos representan directamente y que tienen las facultades de emitir una reforma de esta naturaleza a la Constitución, así como emitir las leyes correspondientes sí está entre los mecanismos de la democracia directa. Sin embargo, hay que señalarlo, no es producto de un ejercicio democrático directo. No hubo ningún llamado a la ciudadanía, aunque me parece completamente normal que sean los congresos quienes lleven a cabo esta reforma.

El establecimiento de una Asamblea Constituyente, este hecho inédito como usted lo llama, es una oportunidad para redactar una Constitución innovadora, ¿cree que así sea?

Existe la posibilidad, yo esperaría que así fuera. Desde luego, ya ganamos con tener una Constitución que nos dé un estatuto de igualdad frente al resto del país; es también una oportunidad para fortalecer nuestras instituciones de justicia, así como nuestros organismos autónomos.

Sin embargo no podría asegurar que esto tenga un éxito pleno. Depende del escenario, de la inercia que enfrente a la Asamblea Constituyente que tendremos, pero yo esperaría que esto tuviera buenos resultados.

¿Cuáles considera que deben ser los ejes con los que debe contar esta Constitución para considerarse innovadora?

En primer lugar, que la seguridad pública del DF no debe depender del Ejecutivo federal. También que nuestras delegaciones deben convertirse en órganos más democráticos, colegiados y semejantes a los municipios pero que deben establecer mecanismos que permitan la democracia en el interior.

Otro punto fuerte es fortalecer los derechos políticos y humanos de los ciudadanos del DF, al igual que debemos construir instituciones de seguridad pública y políticas que sean verdaderamente democráticas. Tenemos la oportunidad de hacerlo.

Además de que nuestro jefe de Gobierno debe ser el gobernador de la Ciudad de México; este título no es el más apropiado.

Pero también otro tema que me preocupa es el de la Asamblea Constituyente; los 40 candidatos a constituyentes que elegirán entre el gobierno federal, del DF y las cámaras de Senadores y Diputados fueran ligados a la ciudadanía y no ligados a los intereses partidistas o grandes poderes fácticos que se desenvuelven en la ciudad. Que fuera así, sería un gran riesgo.

Desde luego también esperaría que el presidente y el jefe de Gobierno presentaran candidatos que obviamente tuvieran experiencia legislativa, y que también cuenten con atributos jurídicos y calidad moral para representarnos en una Asamblea Constituyente.

¿Cómo será la estructura de poder en la ciudad tras la entrada en vigor de la reforma política así como la promulgación de la Constitución de la ciudad?

Los poderes constituidos del DF se deben asemejar a los poderes constituidos en las entidades federativas. Es decir, la Ciudad de México va a tener un Poder Legislativo, un jefe de Gobierno (o gobernador), un tribunal de justicia cuya independencia se garantice; desde luego como residencia de los tres poderes federales habrá atribuciones que compartir con el gobierno federal.

Sin embargo, no veo que pueda haber una transformación significativa en la naturaleza del poder en el DF. Nos asemejaremos a otros estados de la república, pero con la ventaja de que la vida política y ciudadana en la ciudad es mucho más rica y diversa, la cual se puede ver potenciada con su futura nueva Constitución.