Ebrard
Yazmín Alessandrini
No es reciente que Marcelo Ebrard Casaubón, exjefe de Gobierno del Distrito Federal, viva en un universo paralelo al de todos los mexicanos. Y el más reciente spot del partido Movimiento Ciudadano, protagonizado por el “Alcalde del Año 2010” según la asociación internacional de alcalde World Mayor, que en su momento lo calificó de “liberal, reformador y pragmático” (sic), así lo ratifica:
“Hola, soy Marcelo Ebrard y tengo una nueva propuesta para ti: si no estás de acuerdo con tus gobernantes, vamos a quitarlos mediante una nueva ley. Desde alcaldes, diputados, senadores, gobernadores, jefe de Goierno… hasta el presidente de la república. ¡Sí se puede!”.
¡Sopas!
Pero eso no es todo. A Ebrard se le olvidan dos cosas muy importantes de cara a la elección del próximo 7 de junio: él no está postulado para ninguna posición, porque con la ley en la mano el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le revocó su candidatura a una diputación plurinominal por tramposo, al participar simultáneamente en los procesos internos de los partidos Movimiento Ciudadano y de la Revolución Democrática; y porque, en el supuesto de que estuviera compitiendo por alguno de los puestos de elección popular en disputa, millones serían los que se opondrían, a través de las urnas, a que llegara a ningún lado todo gracias a su muy desaseada gestió al frente del Gobierno del Distrito Federal, donde hoy todos aquéllos que vivimos, trabajamos o estudiamos en la capital del país tenemos que padecer todas y cada una de las pifias que este señor cometió consciente o inconscientemente.
Sin embargo, al igual que Andrés Manuel López Obrador lo hace con su Morena —bonito negocio familiar disfrazado dizque de partido político, con la complacencia del INE—, Marcelo está, según él, comenzando a construir su candidatura presidencial de cara al proceso electoral de 2018, apostándole más que nada al alzheimer de aquéllos que cuentan con una mica para sufragar.
Apoyado de Twitter, la que muy astutamente utiliza para desde esa trinchera intentar incendiar la opinión popular y granjearse la simpatía de aquellos incautos que una y otra vez han caído en sus engaños, el también conocido como el ajonjolí de todos los moles de la política (porque prácticamente ya ha estado en todos los partidos) pretende, con su muy peculiar estilo de aventar la piedra y esconder la mano, abonar en el terreno de la inestabilidad que actualmente estamos viviendo en México en varios aspectos.
Retador, prepotente y agresivo en sus tuits, Ebrard vocifera infinidad de incongruencias que denotan ostensiblemente que está desesperado por volver a figurar en los medios: “No quieren el PRI y EPN que vaya a la Cámara, saben que tengo el respaldo popular para ganar y cuestionarlos”. O sea… ¿el respaldo popular para ganar?, ¿no se supone que pretendía una curul en San Lázaro por la vía plurinominal?
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