Los políticamente correctos
Hay personas que aceptarían de buena manera el fin del mundo, con tal que ellas lo hubieran anunciado.
Friedrich Hebbel
José Fonseca
Alguna vez dijo Woodrow Wilson que si uno desea hacer enemigos, hay que intentar cambiar algo.
Ese es el imperdonable pecado cometido por el presidente Enrique Peña Nieto, quien con su personal sentido del Estado, se propuso recuperar para el Estado mexicano el rol que le asigna la Constitución.
La iniciativa del Pacto por México calmó los ánimos, pero sólo temporalmente, porque apenas el gobierno peñista cometió sus primeros errores, inevitables en la dinámica política nacional, se soltaron los demonios.
También es cierto que la reacción virulenta de tantos sectores de la sociedad, unos abiertamente, otros solapadamente, pareció desconcertar al equipo de Los Pinos.
El éxito del Pacto nubló las inteligencias, igual que el rencor y los prejuicios han nublado tantas inteligencias habitualmente lúcidas.
Las reformas aprobadas por el Congreso pusieron en marcha un proceso de cambio, cuya trascendencia percibieron tardíamente muchos sectores de la sociedad a los cuales afecta y afectará.
Todos esos factores están detrás las críticas no sólo al gobierno peñista, sino hasta al sistema que muchos de los críticos ayudaron a construir.
Ahora lo políticamente correcto es imitar a esos evangelistas que solían pasear por las calles anunciando el fin del mundo, el Apocalipsis.
Esa es la mentalidad de muchos que, a guisa de análisis político, nos entregan diagnósticos catastrofistas, en los cuales nos aseguran que estamos a punto de lo que llaman una regresión, o sea que se restituiría el sistema político que prevaleció durante todo el siglo pasado.
Y utilizan cualquier foro mediático para predecir devastadoras crisis económicas y sangrientos estallidos sociales en toda la república.
Como aquellos a quienes no les importa quemar su propia casa, con tal de que se queme la del vecino.
Como reza el epígrafe de este espacio, están dispuestos a que las peores calamidades ocurran, siempre y cuando puedan presumir que fueron ellos quienes las predijeron.
Y se dirán: “imagínate el librazo que escribiré”.
jfonseca@cafepolitico.com
