Carlos Flores/Investigador del CIESAS
Moisés Castillo
Jalisco vivió un puente infernal luego de que el gobierno federal aplicó un operativo de seguridad especial en contra del cartel Jalisco Nueva Generación (Cartel Jalisco), en donde seis militares y un agente de la fiscalía local perdieron la vida. Cuando la atención se concentraba en Tamaulipas por su violencia imparable, Jalisco sufrió una especie de Apocalipsis con 39 bloqueos de avenidas en 25 municipios del estado, en donde se usaron 36 vehículos incendiados para sembrar el miedo entre la población.
En un hecho inédito, integrantes del Cartel Jalisco derribaron, con un lanzador de origen soviético RPG que dispara cohetes impulsados por granadas, el helicóptero Cougar de las fuerzas armadas. Este hecho demuestra que el Cartel Jalisco tiene un gran poder armamentista para impulsar ofensivas contras las autoridades. Ningún cartel lo había hecho anteriormente. Pero, ¿cómo fue que el brazo armado del Cartel del Pacífico, los llamados Matazetas, terminó convirtiéndose en el cartel de la droga más poderoso de México?
Hay que recordar que el 9 de marzo de 2012, en un operativo militar en Zapopan, fue capturado Erick Valencia Salazar, El 85, segundo al mando del Cartel Jalisco, junto a dos de sus lugartenientes. Ese mismo día la zona metropolitana de Guadalajara fue desquiciada con el bloqueo de importantes avenidas. Autobuses de transporte público y vehículos fueron incendiados en represalia por la detención de Valencia Salazar. La organización quedó bajo el control de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, que se caracteriza, entre otras cosas, por ejecutar a policías, políticos y funcionarios públicos. Datos del Instituto Jalisciense de Estudios Forenses revelan que, en lo que va del gobierno de Aristóteles Sandoval, Jalisco Nueva Generación ha matado a 103 funcionarios.
Por lo pronto, el general de división Miguel González Cruz encabezará el Operativo de Seguridad en Jalisco, una noticia poco alentadora para la población jalisciense: continuarán días de violencia e incertidumbre, así lo demuestran los casos de Tamaulipas y Michoacán donde se están aplicando este tipo de operativos.
¿Estamos frente a una organización de terroristas que intenta amedrentar a la sociedad de Jalisco como afirma el fiscal general del estado, Luis Carlos Nájera? ¿Los hechos recientes son actos violentos del crimen organizado o pueden calificarse como actos terroristas que buscan atemorizar a la gente?
Replantear la estrategia
Para Carlos Flores, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y experto en delincuencia organizada, los hechos que se vivieron el pasado 1 de mayo en Jalisco sí pueden considerarse como terroristas, porque causaron miedo y terror en la gente.
¿Las acciones del 1 de mayo fueron actos terroristas?
Evidentemente llevan un nivel de gravedad y violencia que, por sus propias características, sí implica un nivel de terror hacia la población. No se trata, por ejemplo, de atentados espontáneos como pueden ocurrir en otros tipo de manifestaciones de terror. En este caso es más bien una reacción para tratar de impedir una acción de la autoridad, por su magnitud pone en una situación de zozobra muy notable a la población.
Porque el fiscal general de Jalisco, Luis Carlos Nájera, llamó “terroristas” a los integrantes del Cartel Jalisco Nueva Generación.
Si vamos a aplicar ese término, se debe usar de forma integral. Las instituciones mundiales que se han generado para establecer mecanismos de cooperación en la lucha contra organizaciones terroristas, implican también la posibilidad de llevar a cabo una serie de medidas de control financiero y patrimonial para descabezar este tipo de organizaciones. Al final de cuentas una organización de esta naturaleza necesita también recursos económicos para operar y seguramente están invertidos en la economía formal, por lo que se tiene que detectar y desmantelar. Si se trata de una organización terrorista e implica llevar adelante ese tipo de medidas, hay que saludarlas. Si no es el caso, pues sólo se trata de referencias mediáticas.
¿Cómo califica el inicio de la Operación Jalisco? ¿Fue exitosa o fue un desastre?
Evidentemente el resultado que tuvo no fue el esperado. Hay una réplica muy fuerte de una organización delictiva que, por lo visto, tiene una capacidad de despliegue notable, un despliegue paramilitar, por eso no se cumple el cometido. Quizá la pregunta de fondo sería, ¿cómo puede surgir una organización delictiva con esas características en una región (Jalisco) que sí ha sido afectada a lo largo de décadas por el crimen organizado dedicado al tráfico de drogas, pero no con ese tipo de características? Es decir, hablar de la existencia de una cantidad de elementos suficientes para desarrollar estos bloqueos, incendios, habla de una capacidad de despliegue de efectivos muy alta. La pregunta es, ¿cómo es posible que surja sin una previa alerta de las instituciones del estado? No parece que esta organización surgiera de manera gradual o evolutiva, como ha sido el caso de otras organizaciones.
¿En qué estado de ánimo se encontrarán las fuerzas armadas luego de que murieron seis elementos del Ejército? ¿Cómo será la actitud de las fuerzas armadas en el desarrollo del “Operativo Jalisco”?
Naturalmente puede esperarse que exista un ánimo de enojo, a nadie le gusta que sus efectivos sufran ese tipo de atentados. Este hecho obliga a replantear la estrategia que se ha aplicado hasta ahora. He sido crítico de una estrategia de militarización de la guerra contras las drogas, porque los costos para todos son muy altos. El Ejército y las fuerzas armadas no tienen una formación para realizar actividades policiales, siempre existe la posibilidad de cometer errores, abusos de derechos humanos. Esto lo termina por pagar tanto la propia institución como la ciudadanía. Lo que se ha mostrado en otros países, en términos de mejores prácticas, es que la aplicación de la ley, abatir la impunidad, desmantelar las redes de protección institucional-política, desmantelar los flujos de recursos ilícitos en la economía formal, han sido mucho más efectivos.
Destaca formación paramilitar
Algunos expertos en seguridad nacional y el mismo gobierno federal afirman que Jalisco Nueva Generación es el cartel más poderoso de México, ¿es así? ¿En cinco años desplazó al Cartel del Pacífico?
Es un asunto que se debe de tomar con mucha prudencia por parte de quienes estudiamos este tipo de fenómenos. Es una tentación recurrente de las autoridades decir que aquella organización que enfrentan “es la más poderosa de todas”. En este caso hay que diferenciar a qué se refieren, si al nivel de capacidad financiera o capacidad operativa. Hay más interrogantes en este momento que la posibilidad de hacer una observación certera en cuanto a su magnitud. Sostengo, desde hace mucho tiempo, que las actividades de la delincuencia organizada no necesariamente se suspenden por la captura de un líder. Muchas veces este tipo de redes criminales son bastante más flexibles y menos articuladas en una estructura burocrática. Me queda claro que tiene una capacidad de violencia notable, sin embargo, no siempre hay una correlación entre poderío económico y capacidad de violencia.
¿Qué le llama la atención o qué característica criminal destaca del Cartel Jalisco Nueva Generación?
Su formación paramilitar. Esta capacitación, que evidentemente existe, no es una acción que se improvise de la noche a la mañana. Cuando uno analiza los videos de estos personajes nos damos cuenta de ciertas manifestaciones de lenguaje corporal y de presencia, muy probablemente tienen una formación castrense de origen, no sé si se trate de desertores. Además ese tipo de especialización de violencia muy territorializada, que es propia de organizaciones paramilitares, no parece ser muy compatible con el tipo de droga de la cual formalmente se está atribuyendo al Cartel Jalisco Nueva Generación. La producción de metanfetaminas es la menos territorializada porque se pueden montar laboratorios de metanfetaminas en cualquier lugar, no hay una necesidad de proteger un territorio específico, como sería, por ejemplo, la producción de cultivos de marihuana, amapola, hoja de coca en otros países.
Se asegura que la organización criminal tiene presencia en Jalisco, Michoacán, Colima, Nayarit y en estados del Golfo de México como Tamaulipas y Veracruz…
Su distribución geográfica no parece tampoco explosiva a una lógica funcional o tradicional de los corredores de droga. Si hay presencia en Jalisco, por ejemplo, no hay mucha relación geoeconómica con el hecho de que tuviera presencia en Veracruz, no son regiones que estén integradas en términos económicos. Aquí aparece una nueva interrogante.
Desde que el expresidente Felipe Calderón lanzó la guerra antinarco, la estrategia no ha tenido resultados positivos: hay más muertos y sangre. ¿Es un buen momento para replantear la lucha contra los carteles de la droga? ¿Legalizar la marihuana sería un buen comienzo?
Hay todo un debate fundamentado e inteligente sobre la conveniencia de modificar los paradigmas punitivos sobre las drogas en México y en otros países. Creo que sería algo positivo, pero hay que considerar que en sí misma la legalización de la marihuana, por ejemplo, no tiene por qué tener un efecto avasallador con el tipo de delincuencia organizada que observamos en el país. La delincuencia organizada ha evolucionado, en algunos casos, más allá del tráfico de sustancias ilícitas y se enfoca también en actividades como extorsiones y secuestros.
Sin embargo, lo que sí es evidente es que la concepción prohibicionista de las drogas que operó a lo largo del siglo XX y lo que lleva de éste ha dejado más estelas de sangre y muerte que un resultado efectivo. Lo que los hechos muestran de manera contundente es que otro tipo de enfoque, un enfoque basado en una cuestión de salud pública, de tratamiento de adicciones y prevención de delito, es más efectivo para evitar el incremento del consumo de drogas.