Gonzalo Valdés Medellín
En un medio donde la comedia cinematográfico estaba en manos de los varones, María Elena Velasco, fallecida el 1 de mayo en la Ciudad de México, vino a revolucionar el concepto y a imponerse con un personaje netamente mexicano, inspirado en las indígenas mazahuas, que se quedaría en el gusto del público haciéndose muy popular e identificando a la mexicaneidad con gracia, valores sociales bien pavimentados y una moral a prueba de todo embate y embute: La India María.
Heredera de la tradición contestataria del teatro de carpa y de revista, con exponentes como Joaquín Pardavé o Jesús Martínez Palillo, La India María nunca perdió oportunidad de asestarle críticas a los malos gobiernos, lo que la llevó a ser vetada de la televisión (donde hacía mancuerna con Raúl Velasco en el programa Siempre en domingo de Televisa) cuando la comediante lanza un simple chascarrillo, pues a la pregunta de que qué haría si se dedicara a la política ella responde que “darse la vida de ricos que se dan los políticos vacacionando y gastándose los dineros del pueblo en Acapulco” (evidentemente la crítica era para la familia del entonces presidente José López Portillo). Resultado: el veto y la salida durante muchos años de La India María de las pantallas caseras.
No obstante, la actriz continuó su trayectoria, y en cine y teatro cosechó muchísimos éxitos consolidándose en el gusto del público con revistas musicales como México canta y aguanta y con su larguísimo catálogo de películas, entre las cuales muchas son ya clásicas del repertorio de la comediografía mexicana cinematográfica: Tonta tonta, pero no tanto (1972), El miedo no anda en burro (1973), Pobre, pero honrada (1973), La madrecita (1974), La presidenta municipal (1975), Sor Tequila (1977), Duro pero seguro (1978), La comadrita (1978), OK, míster Pancho (1981), El que no corre… vuela (1982), El coyote emplumado (1983), Ni Chana, ni Juana (1984), Ni de aquí, ni de allá (1987), Se equivocó la cigüeña (1992), Las delicias del poder (1999)…
Comediante a la altura de muchos de nuestros grandes (Cantinflas, Tin Tan, Clavillazo, Resortes…) fue la única mujer en lograr una caracterización (la de la indígena luchona que se abre paso en las grandes urbes) que se enclavó en el corazón del pueblo mexicano —y latinoamericano— y en el subconsciente colectivo (eso que hoy llaman “el imaginario”).
Fue una mujer valiosa, una actriz de primerísima categoría. Nunca dejaremos de recordarla en sus hilarantes y bien logradas El miedo no anda en burro o Tonta tonta, pero no tanto o en sus apariciones en televisión, desde que agarraba de patiño a Raúl Velasco en Siempre en Domingo.
Ganó el Ariel al Mejor Guión Cinematográfico Adaptado, en 2004, por la película Huapango. Todavía en 2013 apareció en la telenovela Corazón indomable, haciendo a su personaje María, pero en un tono más dramático y con admirable eficacia histriónica, que ya había puesto de relevancia en 2004, en un capítulo de Mujer, casos de la vida real, de Silvia Pinal, donde el personaje de La India María dejó la comedia por un momento, para dar paso a otro tono y abordar al personaje como una mujer del pueblo con sus problemas internos y humanos. En 2014 se estrenó su última película como La India María: La hija de Moctezuma dirigida por su hijo Iván Lipkies.
Con la muerte de María Elena Velasco La India María se va una de las últimas figuras de la comedia cinematográfica mexicana. Nadie como La India María para hacer las delicias del buen humor, de la sátira política, de la suave crítica social. Para hacer reír desde el corazón, la espontaneidad, la catarsis. Mujer genuina, mujer de genio creativo, que habrá de ser revalorada en la historia de nuestro cine, María Elena Velasco La India María fue un icono viviente de la cultura popular mexicana. Como ella no hubo ni habrá dos.
¡Descanse en paz!