A dos semanas del proceso electoral

 

 

José Luis Camacho Acevedo

Faltan exactamente dos semanas para las elecciones intermedias y el panorama es cada vez más complejo, tal parece que a 15 años de alternancia política y democracia, un segmento importante y creciente de la población esta desencantado, sin la motivación suficiente para acudir a las urnas a elegir a sus representantes.

 

¿Para qué?, es la pregunta persistente, la violencia no cesa, la economía no prospera, la corrupción es más evidente, los candidatos no cumplen.

 

El mayor enemigo de los partidos políticos es el abstencionismo, hecho que es reconocido por ellos mismos. Cabe destacar que este proceso electoral es especial, derivado de los sucedido en Iguala en septiembre de 2014, se ha venido desarrollado una intensa campaña que llama a la ciudadanía no acudir a votar y en caso de hacerlo anular su voto.

 

Según datos históricos del Instituto Nacional Electoral (INE) en las últimas tres contiendas electorales intermedias ha bajado la participación ciudadana, entre 1994 y 2009 se han presentado tres procesos y la inasistencia en las urnas pasó de 24% a 55%, un número muy superior al que se ha presentado en las presidenciales, por ejemplo, el abstencionismo en 2012 fue de 41%.

 

En este sentido, el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados realizó la investigación “Abstencionismo y cultura política en México”, la cual reveló que México es uno de los países con mayor abstencionismo en Latinoamérica, ya que se encuentra apenas arriba de países como Colombia (56%) y Honduras (47%).

 

Pero, ¿en verdad les preocupa a los partidos políticos el abstencionismo?

Tal vez no a todos, pero sí a los más pequeños y a los de reciente registro, ya que la falta de asistencia a las urnas y el voto nulo los perjudica directamente.

 

¿Qué contribuye a que aumente el abstencionismo y los deseos por anular el voto? Al parecer es el hartazgo social y la falta de confianza de la ciudadanía en los partidos políticos y el INE.

 

Y es que los partidos y sus candidatos se desprestigian los unos a los otros sin en el menor reparo, el intenso golpeteo político de los últimos días lo demuestra, el cual está basado en filtraciones de grabaciones obtenidas de forma ilegal, acusaciones de corrupción en sus anteriores gestiones, señalamientos de unos porque otros no presentan sus declaraciones patrimoniales y fiscales, entre muchas otras razones.

 

Al respecto, Sandra Ley, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Duke, realizó una investigación difundida en enero pasado por el Centro Woodrow Wilson, en la cual advirtió que la participación de la ciudadanía será menor en el proceso electoral 2015, a pesar de que el año pasado se caracterizó por una intensa movilización social.

 

Lo anterior sería una consecuencia de la falta de confianza del ciudadano en el gobierno y en los partidos políticos, y es que después de los lamentables acontecimientos de 2014, la percepción de que los gobiernos no pueden o no quieren cumplir con sus responsabilidades se fortaleció en varios sectores de la población, las revelaciones sobre supuestos actos de impunidad y corrupción que se han hecho públicos en México debilitan las expectativas de los mexicanos en los procesos electorales.

 

A esto se suman la campaña de desprestigio en la cual está envuelta el INE y su consejero presidente, Lorenzo Córdova, esto sin dejar de reconocer que las palabras “jocosas” y desafortunadas —como el mismo calificó— que utilizó en una conversación personal, para referirse a autoridades indígenas, son más bien insensibles y clasistas.

 

Y es que si de por si el INE ya estaba desprestigiado y a la ciudadanía le costaba trabajo confiar en dicha institución, ahora al saber cómo se expresa en lo privado Córdova, esta tarea será un poco más complicada.

 

Nos encontramos entonces ante un gran reto, ya que sí bien por una parte el ciudadano se moviliza y ejerce su derecho a protestar para demandar el acceso a la justicia y el cese a la violencia, al mismo tiempo, estos elementos lo desmotivan a participar en el mecanismo más representativo de la rendición de cuentas en una democracia, la elección popular.

 

La decisión de elegir a nuestros representantes no debe ser tomada a la ligera, ya que es una oportunidad para, en primer lugar, castigar a quien no cumplió con nuestras expectativas y traicionó nuestra confianza, y segundo, para votar de forma inteligente después de haber estudiado y analizado todas las opciones.

A pensar entonces.