Sistema de partidos políticos
Marco Antonio Aguilar Cortés
El sistema de partidos políticos en México no vive sus mejores momentos. Su desgaste es tremendo, y las consecuencias de estos daños se suman a los males que aquejan al país.
La población los juzga como instrumentos inútiles, carísimos, no confiables, perversos, manejados o por un líder mesiánico, o por una dupla gandaya, o por una pandilla, o por una familia inmoral, o por un gobierno, o por bucaneros con patente, pero eso sí, todos los partidos incumplen la función político jurídica que les es propia.
Alfredo Ríos Camarena, amigo y compañero periodista en Siempre!, observa que las cúpulas de los partidos han cerrado el acceso de sus candidaturas a la ciudadanía en general, y a sus propios militantes, convirtiendo esas candidaturas en su propio botín; y, por ello, “al parecer la dicotomía del futuro inmediato es partidos políticos vs. candidaturas ciudadanas”.
Ejemplo de esta confronta es el sonado caso del candidato independiente a la gubernatura de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, Bronco, y quien, al parecer hasta el momento, puntea en las preferencias de la ciudadanía de aquella entidad federativa, preocupando a sus competidores y a los partidos políticos, pero también, si es una persona con un mínimo de responsabilidad, preocupándose él mismo ante las posibilidades y consecuencias de su posible triunfo.
No desconozco que desde hace muchos años los superficiales juguetones del lenguaje suelen responder con la trillada expresión: “yo no me preocupo, ¡me ocupo!”; empero, lo que se le viene encima a ese candidato independiente no se resuelve con divertimientos lingüísticos, sino con una gran capacidad de organización, enorme trabajo y seguro sentido del rumbo que debe tomar esa administración pública estatal.
Jaime Rodríguez tiene una personalidad controvertida. Al mismo tiempo que le gusta publicitarse como gente de a caballo, dragonea como un habilidoso utilizador de medios masivos y redes sociales. Tiene 57 años, con actitudes de un hombre de 20 años menos.
Los electores, ante el Bronco, están en su contra o a su favor, pero no da lugar a términos medios. El expresidente Felipe Calderón, iniciando un ataque, lo juzgó como más peligroso que Hugo Chávez, y Jaime de inmediato le salió al paso para, con taberneras y lapidarias palabras, asegurar que Felipe ofende según su grado de embriaguez.
Ante algunas chuscas preguntas que le han formulado, Jaime Rodríguez ha dado respuestas serias. Lo obvio es que se enganchara al ritmo de los punteros en esa campaña electoral, y la realidad es que desde el principio él les viene marcando el paso a todos los contendientes.
Asegura tener respeto por las instituciones, pero su conducta va en contra de todo el sistema. Desea hacer de la política algo correcto, y él a sí mismo se califica como “un político incorrecto”.
¡Pronto la realidad se hará presente!
