No es lo mismo legislar que maquilar
La democracia es el
régimen de las opiniones relativas.
Octavio Paz
Carlos Alberto Pérez Cuevas
Hace unos días, los diputados federales de la LXII Legislatura del Congreso de la Unión concluyeron el sexto y último periodo ordinario de sesiones; una característica de este periodo de final de legislatura es que la mayoría de los diputados son los suplentes de los titulares de fórmula que se fueron de candidatos a alcaldes, gobernadores, legisladores locales y miembros de ayuntamientos.
Esta legislatura se autonombró como la de más leyes aprobadas y en la que se lograron las tan cacaraqueadas reformas estructurales producto del Pacto por México, la energética, de telecomunicaciones, el sistema anticorrupción y muchas otras más de las que ya hemos dado cuenta en otras colaboraciones; sin duda que estos diputados, en conjunto con los senadores, fueron de los que más iniciativas y leyes aprobaron, quizá como en ninguna otra legislatura, sólo que fueron únicamente espectadores y votantes, no participaron en la construcción, diseño, diálogo, acuerdo, y mucho menos discutieron y parlamentaron el contenido de muchas de esas reformas que llegaron a San Lázaro ya confeccionadas y diseñadas a gusto del Poder Ejecutivo y sus aliados en el pacto.
Tales circunstancias me parecen un crudo y rudo regreso al pasado, recordemos que antes de aquella elección histórica de 1997, donde por primera vez en la vida moderna de nuestra democracia y del Congreso de la Unión vivimos una integración plural de la Cámara de Diputados —donde incluso por primera vez un legislador de oposición, Porfirio Muñoz Ledo, contestó y realizó réplica al informe presidencial, algo nunca antes visto—, antes de esos tiempos en el país dicha Cámara era solo un recinto de aplaudidores y replicadores de la voluntad monárquica del presidente de la república en turno.
La oposición parlamentaria se circunscribía a grandes y profundos debates que denunciaban y exhibían el control totalitario del Ejecutivo y la sumisión total y absoluta, cual lacayos, de los legisladores gobiernistas; vergonzosos actos de intromisión de un poder en otro; aún y cuando ya existía en la Constitución como letra muerta la división de poderes; pero bien dice un dicho por ahí que la historia se repite dos veces, y ahora estamos padeciendo este regreso al pasado disfrazado de acuerdos y pactos que, por supuesto, se necesitan y se deben impulsar, pero sin invadir ni secuestrar facultades y naturaleza de cada poder.
Los diputados perdieron la oportunidad de construir las leyes desde su origen y se convirtieron en maquiladores de leyes creadas en otro poder por quienes no fueron electos legisladores, desvirtuaron su naturaleza. Maquilaron leyes, no las crearon, no hubo discusión ni acuerdo, mucho menos debatieron, no parlamentaron; cedieron sus facultades y les impusieron la tarea. Esta Cámara de Diputados demostró con su sumisión que no es lo mismo legislar que maquilar.
@PerezCuevasMx
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