Entrevista a Ernesto López Portillo/Director ejecutivo del Insyde

 

Moisés Castillo

Para el gobierno federal, la realidad que vive la sociedad tamaulipeca no es creíble. Balaceras, secuestros, homicidios, extorsiones, bloqueos de vías, así es la vida cotidiana en ese estado del norte, pero el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, presume logros a casi un año de aplicarse una nueva fase en la estrategia de seguridad en la entidad. No importa que en redes sociales y en pocos medios de comunicación la percepción sea otra: “Es imposible vivir en Tamaulipas”.

“Hay grandes resultados en materia de seguridad en Tamaulipas, el avance es notorio pues han disminuido los índices delictivos. Hemos visto una gran actuación del ministerio público, cuando antes no había consignaciones a pesar de la presencia de dos grupos importantes de la delincuencia organizada, hicimos una evaluación transparente y sin duda estamos avanzando.”

El pasado 17 de abril elementos del Ejército, Policía Federal y Armada de México detuvieron en Reynosa a José Hugo Rodríguez Sánchez, alias El Gafe, líder del cártel del Golfo, lo que originó una nueva ola de violencia en esa ciudad fronteriza, así como en Altamira, Tampico y Ciudad Madero. Además el gobierno de Estados Unidos tomó la decisión de cerrar el paso al puente Pharr y Andaldúas que conecta la capital de Tamaulipas con Estados Unidos.

Según investigaciones de la Procuraduría General de la República, los grupos conocidos como Los Metros, en Matamoros, y Los Ciclones, en Río Bravo–Reynosa, ambos del cártel del Golfo, pelean por expandir su dominio en frontera de casi 350 kilómetros que separa Tamaulipas de Texas.

Hay que recordar que desde el 1 de febrero no han parado los enfrentamientos entre bandas del crimen organizado y las fuerzas federales. Es por ello que al menos 300 elementos de la Gendarmería Nacional llegaron a la zona sur para realizar trabajos de vigilancia. La vida cotidiana de los tamaulipecos ha sido alterada y esto se observa en el ausentismo escolar. Universidades como el Tecnológico de Monterrey, en Reynosa, la Universidad del Valle de México y la Tecnológica de Matamoros suspendieron sus clases. En un caso previo, el campus de la Universidad del Valle de México localizado en Nuevo Laredo cerró sus puertas por amenazas del crimen organizado desde el 15 de enero.

Más violencia que hace 12 años

Aunque en los últimos cuatro años la pacificación en el país ha mejorado, la realidad es que hoy 23 estados son aún más violentos que hace doce años, según el más reciente Índice de Paz México 2015, elaborado por expertos del Institute of Economics and Peace, la ONG internacional responsable de estimar cada año los índices de paz en todo el mundo. En esta medición, en donde Tamaulipas se encuentra en el sexto lugar del top ten de los estados menos pacíficos de México, se toman en cuenta variables como la tasa de homicidios, delitos con violencia, delitos cometidos con armas de fuego, encarcelamiento, tasa de financiamiento de las fuerzas policiales, incidencia de delitos de delincuencia organizada y eficiencia del sistema judicial.

Por lo pronto, se dio a conocer la nueva Estrategia Conjunta de Seguridad para Tamaulipas, con el propósito de recuperar el control del estado luego del aumento de la violencia a causa de las disputas entre el cártel del Golfo y los Zetas por el control de las rutas para el trasiego de droga. El plan de seguridad se fundamenta en tres ejes: desarticular la composición y la organización de las bandas delictivas; sellar la ruta del tráfico ilícito de personas, sustancias, armas y dinero; y garantizar instituciones locales eficientes y confiables.

Para Ernesto López Portillo, director ejecutivo del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), en Tamaulipas no hay ningún avance en materia de inseguridad, y lamentó el optimismo del gobierno federal. La únicos resultados positivos se verán, dice, con la participación de la sociedad civil.

“La estrategia federal no convoca a la participación organizada, masiva y eficaz por parte de la sociedad en Tamaulipas. No lo sabe convocar ni el gobierno federal ni el estatal. Mientras esto siga sucediendo, ninguna estrategia, así estuvieran perfectamente coordinados los tres niveles de gobierno, funcionará.”

Se lanzó la segunda etapa de la estrategia de seguridad en Tamaulipas, ¿crees que se pueda alcanzar la paz en el estado?

No, porque no observamos que la estrategia involucre a la sociedad civil. El principal problema es que no incluye la participación ciudadana. Lo que está diciéndonos Naciones Unidas, los reportes sobre las experiencias exitosas contra la violencia, es que invariablemente debe existir la participación de la ciudadanía. Si ves los casos de Brasil, Nicaragua, Sudán, es una constante el reconocimiento de la participación ciudadana organizada, activa e intensa como una buena práctica.

No hay mejorías

¿Realmente hay avances en la estrategia de seguridad de Tamaulipas?

No me sorprende que el secretario de Gobernación diga que hay avances, ese tipo de afirmaciones normalmente forman parte del discurso político de la autoridad. Lo cierto es que afortunadamente existen más fuentes de información, se ha pluralizado la elaboración de información en temas relacionados con la seguridad y la violencia. En ese sentido, no podemos bajo ninguna hipótesis considerar que Tamaulipas va por buen camino. Ningún enfoque de análisis, ninguna información que de forma consistente, convincente nos permita señalar que Tamaulipas mejora.

¿Qué datos o diagnóstico tiene el Insyde?

Es realmente importante la información proveniente de las encuestas de victimización, y particularmente la información del INEGI. Hay que recordar que el 94% de los delitos en promedio en el país no son denunciados, nunca podemos olvidar esta cifra terrible, que muestra un estado de descomposición profunda en la relación entre el ciudadano y las autoridades. La declaración del secretario de Gobernación sigue todavía mostrando una distancia respecto a este tipo de estudios que está haciendo el INEGI. No encontramos una conexión entre el diagnóstico que hace el secretario de Gobernación y la información asociada a tres puntos: victimización, perfección de inseguridad y confianza institucional, que son indicadores que produce y estudia el INEGI. La autoridad nos debe dar dos versiones: la versión que tiene que ver con las denuncias es una mínima parte de la noticia que recibe la autoridad sobre el tema de delitos; pero también la autoridad tiene que acusar recibo, reconocer la existencia de un problema de subdenuncia y desconfianza institucional crónico, masivo y que, por supuesto, está presente en Tamaulipas. Nos parece preocupante que en un lugar como Tamaulipas, donde hay tal dolor por parte de las víctimas, donde nosotros tenemos referencias de sociedad civil que ha decidido no alzar la voz por temor a represalias, es particularmente preocupante que la autoridad hable de esas mejoras sin reconocer la experiencia de esas víctimas.

Igual violencia, mismos motivos

¿Cómo explicar la violencia más reciente en varias ciudades tamaulipecas?, porque la explicación es la misma de siempre “enfrentamiento entre bandas”, esto lo escuchamos en el sexenio de Calderón…

La explicación es la misma porque en parte, en efecto, la violencia se sigue produciendo por los mismos motivos. Y es particularmente una consecuencia del modelo persecutor de las drogas. Tamaulipas es víctima del paradigma persecutor, represivo de las drogas, modelo que no fue creado en México sino que reproduce del liderazgo de Estados Unidos. Tamaulipas tiene muchos años produciendo violencia precisamente porque la lucha por los mercados de las drogas ilegales encuentra en Tamaulipas un bastión de rentabilidad que produce enorme violencia. Cuando la autoridad repite que se están enfrentando las organizaciones y el Estado está enfrentándolas también, tiene razón. Pero estas explicaciones no nos permiten avanzar hacia un nuevo paradigma en una política de droga que intente buscar una alternativa para reducir la violencia. No alcanzamos a ver que este modelo de persecución de las drogas le dé beneficio alguno al país ni a Tamaulipas en particular.

Como sabes, se aplicaron estrategias de seguridad en Michoacán, Estado de México, Tamaulipas, ¿observas diferencias o son planes uniformes que funcionan sin importar la problemática local?

Son básicamente las mismas. En términos generales se trata de una estrategia que prioriza el despliegue operativo de policía y fuerzas armadas. Eso es lo que las hace iguales. El problema principal es que no recogen diferencias específicas para focalizar esfuerzos, problemas que son estrictamente locales. Y aquí te estoy mencionando una segunda buena práctica recomendada a escala internacional: la focalización. Lo que dice el conocimiento internacional sobre estos temas es que hay que hacer diagnósticos focalizados, intervenciones focalizadas. Esto es, municipio por municipio, incluso dentro de los propios municipios se requieren estrategias focalizadas diferenciadas por regiones, y en ocasiones por colonias. Porque los problemas de violencia e inseguridad se dan de manera específica en contextos concretos que no se repiten. La gran falla tiene que ver con la debilidad de los diagnósticos e intervenciones en términos de focalización.

La vida cotidiana de los tamaulipecos está alterada, ¿cómo alcanzar la normalización porque la violencia no cede?

  

Hay que modificar completamente el paradigma de seguridad sustituyendo los indicadores actuales que hablan de número de detenidos, cantidad de policías desplegados, cantidad de armamento adquirido para utilizar en las confrontaciones. Hay que sustituir estos viejos indicadores por nuevos que tienen que ver con la capacidad de la autoridad para construir confianza en la gente. Cuando las autoridades de los tres niveles de gobierno construyen confianza local, la sociedad participa y ahí viene el cambio. El cambio está en lograr la participación de la gente.

¿Cómo calificas la actuación del gobernador Egidio Torre?

Sus resultados son de una deficiencia extrema y crónica. Un desempeño extremadamente deficiente.