México en la Cultura
Roberto García Bonilla
La prensa cultural forma parte del pulso, las aspiraciones, las proclividades y contradicciones de una sociedad. Hace cuatro décadas este aserto habría sido una grandilocuencia más cercana a la frivolidad que a la autocrítica.
Durante mucho tiempo, las secciones de cultura formaron parte de una más importante, la de espectáculos; este hecho lamentablemente se repite de unos tres lustros a la fecha.
Las secciones de cultura llegaron a ser generosas en extensión, en contenidos y en variedad temática. El encapsulamiento de la información y la ausencia de profundidad —que parece ser una imitación de la redacción y contenido fragmentarios del nuevo imperio de los sentidos, Internet— se acentúan en las secciones de cultura; la reflexión, el análisis cada vez están más diluidos y sometidos a las imágenes y diseños llamativos, sin relación —en verdad— con los contenidos.
La reflexión sobre la realidad sociopolítica, además de la producción literaria y, en general humanística (el periodismo científico, a pesar de que en los últimos años ha crecido en cualitativa y cuantitativamente, entre nosotros, todavía no alcanza su esplendor) tuvieron su lugar idóneo en los suplementos culturales; en general, semanarios que han dado cuenta del pulso de las actividades, manifestaciones artísticas en nuestro país.
Esta práctica no es nueva; durante el siglo XIX, los escritores más eminentes publicaban de manera contante en los periódicos: Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Justo Sierra y más tarde Manuel Gutiérrez Najera y Amado Nervo.
Lo cierto es que los suplementos culturales no siempre han alcanzado un nivel de excelencia; naturalmente han evidenciado las carencias de los distintos gremios, de las políticas culturales del Estado, así como los intereses de los empresarios que albergan los suplementos y las secciones de cultura en sus secciones.
No deja de ser significativo que no en pocas secciones a los colaboradores, incluso con experiencia y prestigio, se les publique sin ninguna remuneración a cambio. Para los empresarios las labores alrededor de la cultura aún no gozan del estatus que poseen, quienes escriben y efectúan otras labores dentro de sus publicaciones.
Ser objeto de estudio, glosa y recontextualización es una muestra de la importancia que los suplementos y las revistas culturales han adquirido como parte de la crítica cultural —crítica de la crítica— en las universidades, desde distintos enfoques que van desde la documentación y delimitación de contenidos, existencia y tendencias, hasta su integración como parte de la llamada historia cultural, corriente historiográfica, desarrollada a partir del último tercio del siglo pasado, en la cual antropología, historia e historiografía se bifurcan para dar cuenta de las tradiciones, los comportamientos, deformaciones de sociedades e instituciones y reinterpretarlas.
Estilo académico sin estilo proceloso
Colección Periodismo Cultural forma parte del acervo de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta. La colección abarca títulos de textos provenientes de la prensa; la mayoría de las veces son compilaciones que al integrarse a un libro debieran contener la fuente original y de preferencia una mínima biblio-hemerografía en torno a los textos comentados.
Y no se sabe si son antologías y menos aún se dice el criterio de selección, lo cual se agradecería por mínimo rigor documental. Los lectores, en caso de desearlo, podrían acudir a las fuentes originales.
La ausencia de esos detalles se justifica —con superficialidad— al afirmarse que no son publicaciones académicas.
México en la Cultura (1949-1961). Renovación literaria y testimonio crítico de Víctor Manuel Camposeco es un título más que notable si no excepcional. Es un ensayo académico aunque sin el estilo proceloso, de sintaxis imbricada y generoso en anacolutos, tan frecuente en los investigadores universitarios.
Con estilo preciso y directo, la fluidez del texto permite que se lea como una memoria; la generosidad de los fechas, nombres, publicaciones y referencias documentales.
México en la Cultura fue uno de los suplementos más importantes del mundo hispánico; la importancia, entre nosotros, es que en sus páginas escribieron autores que ahora son canónicos, además de que ahí se establece una crítica incisiva.
El patriarca Benítez
México en la Cultura fue dirigido por Fernando Benítez (1912-2000) que fungió como patriarca de estas publicaciones. Con olfato y talento únicos, pudo rodearse de creadores excepcionales; es cierto, formaron parte de una élite entre el talento, creatividad, cosmopolitismo.
Benítez, el mismo cronista, historiador, biógrafo, antropólogo, novelista, fue llamado jefe de la Mafia (nombre que surge a partir de la novela, La Mafia, de Luis Guillermo Piazza de 1967).
Víctor Manuel Camposeco —periodista y académico (1943)— nos entrega un texto fundamental para entender la vida cultural, sobre todo “la república de las letras” en nuestro país.
La vida de México en la Cultura en el periódico Novedades (cuyo director era Ramón Beteta Quintana —dato significativo—, quien fuera secretario de Hacienda de Miguel Alemán 1946-1952) concluyó de una manera extraña al inicio de la década de los sesenta; un segunda época del suplemento nació en Siempre! dirigido por José Pagés Llergo. José Emilio Pacheco fue su jefe de Redacción; en 1971 su lugar lo ocupó Carlos Monsiváis.
La investigación de Camposeco integra a la efervescente década de los cincuenta que culminaría con el triunfo de la Revolución Cubana, justo con el amanecer de 1959; el lector advertirá cómo se consolida en el gremio la figura profesional del crítico literario —hoy tan vilipendiada y casi excluida del ámbito periodístico.
El estudioso sitúa nuestra crítica literaria —cuyos orígenes datan de los inicios del siglo XIX— y a algunos de sus críticos; establece la estética de algunos de ellos: José Luis Martínez y Emmanuel Carballo.
México en la Cultura, prologado por Federico Campbell (1941-2014) fue un suplemento depositario de los logros de la Revolución vuelta institución, en pleno auge de la modernización del país; aun en medio de gigantesca corrupción del alemanismo, el contexto internacional y los recursos naturales que ya no poseemos permitían dejar ver un esplendor del partido-Estado.
Un significativo dato: días antes de concluir su mandato, el presidente Alemán inaugura, antes de haberse concluido su construcción, Ciudad Universitaria, que hoy en día sigue siendo en más de un sentido un prodigio, en un país que vive en el desastre, también, institucionalizado. Un dato más fue en la década de los cincuenta que se escribieron las obras capitales de la literatura mexicana del siglo XX y ahí escribieron no pocos integrantes de la hiperactiva y ambiciosa generación de Medio Siglo.
Los apéndices que incluye Camposeco estimulan a imaginar una futura gran antología de este suplemento.
Víctor Manuel Camposeco, México en la Cultura (1949-1961). Renovación literaria y testimonio crítico, México, 2015, Conaculta, Col. Periodismo Cultural.