Ninguna ley es perfecta
Miguel Barbosa Huerta
El pasado mes de abril, el Senado de la República logró aprobar la reforma política del Distrito Federal. Lamentablemente, en la Cámara de Diputados no fue posible construir las condiciones y los consensos para que pudiera discutirse y, en su caso, aprobarse estos cambios.
Ninguna ley es perfecta en sí misma. Nadie ha afirmado que la reforma aprobada por el Senado sea la ideal. Fue la reforma que pudo construirse y aprobarse dadas las circunstancias de la ciudad, las fuerzas políticas representadas en el Senado y a nivel nacional. El tema es trascender la etapa declarativa, en donde todos afirman estar a favor de la reforma, a una etapa de construcción de productos legislativos que tienen que analizarse y definirse.
La siguiente Legislatura, la que se instalará a partir del 1 de septiembre, tendrá la responsabilidad de sacar adelante esta importante reforma, con la cual se transformaría de manera fundamental el orden jurídico de la capital del país.
En la recta final del pasado periodo ordinario de sesiones y de la actual Legislatura, la mayoría de las y los senadores dimos un paso muy importante para el futuro de la Ciudad de México. Fue un acierto que el Senado aprobara esta reforma, porque de lo contrario, el tema se postergaría por tiempo indeterminado, como ha ocurrido por más de una década.
En el Senado puede construirse una mayoría, porque las y los senadores saben honrar los acuerdos y tienen la capacidad para crear puentes de entendimiento y consenso en torno a cambios significativos para el futuro de la Ciudad. Se trascendieron visiones partidarias y se dejó a un lado la lógica de suma cero.
Sería conveniente que en el primer periodo ordinario de la siguiente Legislatura, la reforma política del D.F. culminara su ciclo legislativo. Una vez ocurrido esto, se fijaría la ruta para que la capital del país contara con una Constitución.
¿Por qué resulta importante que el Distrito Federal tenga su propia Constitución? Porque se garantizarían los derechos políticos, sociales, culturales y económicos de sus habitantes. Esta reforma debe concluirse, ya que es una deuda que el Congreso de la Unión tiene con la Ciudad de México. Los legisladores deben darle a la ciudad la reforma que se merece, de ser posible antes de que concluya este año.
Para que en la siguiente Legislatura pueda lograrse su aprobación, debe de considerarse como lo que es: una exigencia ciudadana por largo tiempo postergada. De aprobarse en el inicio de la siguiente Legislatura, como lo esperamos, representaría un beneficio para toda la ciudadanía de la capital, sin importar su filiación partidaria. Se trataría de un logro ciudadano. No puede olvidarse que el mayor empuje de la ciudad viene de sus habitantes. La gente es el motor y corazón de esta metrópoli.
Resulta necesario considerar todos los puntos de vista, resulta acertado que los diputados que serán electos el próximo 7 de junio conozcan ampliamente el contenido de la reforma, que la estudien y revisen con los ojos frescos de una Legislatura que comienza.
Ni desde el Palacio del Ayuntamiento, ni desde el Palacio Nacional, ni desde el Palacio Legislativo de San Lázaro, la reforma política puede considerarse como intrascendente. Se trata de una demanda largamente exigida y añorada por la ciudadanía capitalina. La propuesta que aprobó el Senado se construyó desde una visión plural, porque plural y diversa es la capital del país.
Desde hace 18 años, el PRD es la primera fuerza política en la ciudad; sin embargo, la reforma sobre la que tendría que definirse la Cámara de Diputados a partir de septiembre surgió como producto de una gran cantidad de propuestas de partidos, autoridades y ciudadanos. La diversidad y mayoría de senadores que la votaron a favor así lo demuestra. Tiene como eje la posibilidad de que el Distrito Federal cuente con su propia Constitución.
Reitero que la Constitución del Distrito Federal debe ser elaborada por un Congreso Constituyente con la legitimidad que le otorgue la pluralidad que prevalece en la ciudad y en el país. Legitimidad que dé un nuevo impulso a la ciudad y la fortalezca como la capital, sede de los poderes federales y gran metrópoli, a la altura de Nueva York, Tokio, París o Río de Janeiro. La Constitución del D.F. debe ser producto de un gran acuerdo nacional, un acuerdo del gobierno federal, el gobierno capitalino, el Congreso de la Unión y la sociedad civil. La Ciudad de México nos interesa y compromete. Es nuestra ciudad la que une a todos los mexicanos.
Reiteramos nuestra disposición para realizar los mayores esfuerzos para sacar adelante la reforma política del Distrito Federal. Una reforma indispensable para el futuro político, social y económico de la ciudad que es de todos los mexicanos, la capital de nuestra nación y sede de los poderes federales.
@MBarbosaMX
Presidente de la mesa directiva del Senado.