Arsenal gringo vs. arsenal mexicano
Marco Antonio Aguilar Cortés
Hace unos días estuvo en México Tom Malinowksi, secretario de Estado adjunto para Asuntos de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, de Estados Unidos, quien no hace mucho tiempo señaló que “hace más de 10 años, nuestro gobierno empleaba métodos para interrogar que, como ha dicho el presidente Obama, cualquier persona imparcial creería que era tortura”.
Ese secretario expresó lo anterior desde Ginebra, y en referencia al trato que el gobierno estadunidense tuvo, y quizá tiene, para los que prejuzga terroristas.
Ahora, desde nuestro país afirmó que “después de los casos de Tlatlaya y de la masacre de Ayotzinapa, México se encuentra bajo fuerte escrutinio de la comunidad internacional”, confiando por su parte en que las elecciones del próximo 7 de junio “traigan efectos positivos que acaben con la tradición de impunidad que existe hoy aquí, tanto en materia de violaciones a los derechos humanos, como por corrupción, desapariciones forzadas, secuestro, tortura y falta de rendición de cuentas”.
Agregó que “el mundo entero está al tanto de que cuando se dan esos emblemáticos incidentes, los actos no son adecuadamente investigados ni sancionados porque se involucran perfiles muy altos… y que eso debe resolverse para mantener el Estado democrático”.
Y confesó estar “impresionado”, porque con todos los que habló, incluyendo el gobierno mexicano, encontró “apertura y disposición para hacer frente a los retos que tienen en esas materias”.
Ese discurso va simultáneamente acompañado de acciones eficaces, pero poco amistosas y hasta ilícitas, algunas, relativas a la introducción persistente y en aumento de armas de alto poder y municiones venidas de allá, de Estados Unidos, con las que nuestro pueblo se sigue desangrando y nuestro país se encamina a ser un inmenso cementerio.
Por otra parte, pero en vínculo estrecho con lo anterior, el presidente Enrique Peña Nieto, con motivo de la inversión de 500 millones de dólares de la Goodyear en San Luis Potosí, externó: “A pesar de la volatilidad de los mercados internacionales, México tiene estabilidad financiera y macroeconómica, y sólidas ventajas para atraer inversiones, porque tiene un gobierno que está actuando con responsabilidad”.
Para el caso, en las palabras del Ejecutivo federal se reconoce la “volatilidad de los mercados internacionales”, lo que está afectando inexorablemente nuestra economía, a grado tal que el gobernador del Banco de México asegura que “México tiene un arsenal de 270 mil millones de dólares para enfrentar la salida de capitales y la depreciación del peso”, cuando ese arsenal poco puede hacer frente al poderoso arsenal económico de Estados Unidos, el que se conduce en agresión a México.
Mientras, el INEGI reporta que “la economía mexicana se encuentra estancada”; y ya no vive el Chapulín Colorado, simpático e ingenuo defensor de los desvalidos.
