Norma Salazar
La antropología social es una disciplina de cuantiosa observación, los temas de investigación más comunes tienen que ver con los acomodos ecológicos, los cambios socioculturales, las reglas y los valores, las creencias religiosas, la cosmovisión, la mitología, la magia, el arte, etcétera. Pero toda esta información no tendría sentido si no estuviera relacionada con una finalidad, aprender la diversidad humana; exponer las semejanzas y las diferencias, el cambio y el encadenamiento en los distintos regímenes socioculturales, son puntos de partida. Cuentos Chirundos (Sin ánimo de ofender) de la narradora y antropóloga social Clara Nava en forma del relato se adapta a la lógica de su escritura, va siempre focalizado en buena medida un conjunto de temas específicos que existen en la costa chica de Oaxaca. Las mujeres con historias propias y complejas que para la autora en compañía del canto marítimo el territorio de los pueblos negros y, a pesar de la pobreza, racismo y maltrato, estas mujeres de la costa chica han sabido luchar día a día para sobrevivir y obtener mejores condiciones de vida para sus familias. Orgullosas de compartir su cultura a través de su forma de cocinar, curar, festejar y trabajar en los últimos años las llamadas “negras, morenas o prietas”, es decir, las mujeres afrodescendientes de la Costa Chica de Oaxaca, comienzan a organizarse, conocer sus derechos y reivindicar su historia. Cuentos Chirundos, (cuentos desnudos) Nava deshila y entreteje en buena medida su preocupación de estudios ambiguos sociales, recupera en la escritura los clímax de cada protagonista femenina, como nos muestra el cuento: “Cárcel”.: “Nací y jugué en la cárcel hasta que cumplí cinco años, momento en que mi papá cumplió su condena por haber matado al amante de su esposa y a ella también. Mi mamá se enamoró de él porque siempre lo observó feliz, lleno de vida, admirado y respetado por los demás reclusos porque supo limpiar su honor y su dignidad; en consecuencia, un líder del cereso”.
El hecho de nacer en un cereso cambia todo un torno que se va readaptando a un habitad desigual donde es difícil llevar ciertas actividades que se puedan realizar con libertad porque la penitenciaria les impone normas y reglas. “Mi mamá le ofreció un par de tenis en promoción con facilidades de pago, ella vendía zapatos por catálogo, sus clientes eran presos y sus mujeres quienes los visitaban o decidían encerrarse con ellos para no tener que ir de vez en cuando para la visita conyugal. Desde aquellos abonos chiquitos por el calzado nuevo, mi mamá un día ya no quiso salir más, tenía todo en la cárcel: cariño, negocio, casa, por eso ahí nací y a veces no quisiera volver”.
Olvidan SER como eran libres, ocultan rasgos de identidad para ser aceptadas dentro del nuevo clan social al que pertenecerán por un tiempo y así no ser rechazadas. Su nueva vida cambia, se modifica y se adaptan a nuevas condiciones de sobrevivencia.
“El pensamiento no surge nunca espontáneamente, por sí solo” escribía el filósofo Slavoj Zizek en la introducción de su ensayo “La subjetividad futura”, y afirmaba “es siempre un encuentro traumático, violento, con algo real y exterior que se nos impone bruscamente, cuestionando nuestros modos habituales de pensar. Como tal, un pensamiento verdadero es siempre un pensamiento descentrado”. Vuelve Clara Nava a reflexionar otra fase de la antropología, un descentramiento la clave primordial de la antropología-literatura sobre el cuento “Dos caras”: “Hace unas noches llamé a mi madre, yo no dejaba de llorar con profunda amargura y decepción porque supe que mi esposo tiene otra mujer, otro hogar; por si fuera poco, a los dos hijos de ella también los quiere, les regala las sandalias de moda; bueno, quizás es lo que él le permite creer a ella”.
Primera reflexión consiste en tomar conciencia, la existencia de otros seres es el primer descentramiento, un conjunto a debates sociales, económicos y de valores. “Cómo es posible que tenga a otra mujer? Mi madre, después de escucharme, puntualizó a mis múltiples cuestionamientos, bueno mijita, además de tu percepción ligeramente embellecedora de tu marido, se confirma que quien tiene dos culos, tiene dos caras”. Este primer descentramiento no es suficiente, es necesaria una catarsis que consiste en la reflexión de su madre desde la problemática y su punto de observación.
Por otro lado, las observaciones y descripciones de los personajes de este libro son un examen. Las costumbres que permiten apreciar a una antropóloga social preocupada por su comunidad y con una habilidad de combinación narrativa, sabe distanciarse del trabajo de campo entre sus protagonistas. Sus cuentos se concentran, además, como en un estado germinal, son escritos con una sensibilidad nostálgica, la infancia perenne, la vida social de la mujer, las tensiones por las que atraviesa y la configuración de un mundo cerrado. Cabría afirmar su preocupación de las protagonistas a crisis más profundas, interior que origina una dolosa inquietud en los personajes. El carácter determinante de la frontera de los grupos, lugar de mezclas, intercambios y conflictos, el famoso hogar virtual, es decir, una antropóloga también está interesada en la descripción de las estructuras y los comportamientos de todo aquello cuyo sitio es una frontera. En abrupto contraste las sensaciones de desamparo, soledad y extrañamiento que las hace volver a su realidad. El viejo tema del menosprecio y alabanza entre las comunidades, tantas veces indagado y expuesto, el libro Cuentos Chirundos (Sin ánimo de ofender), se transforma entonces en un libro de tiempos recuperados, la escriba lo embellece y narra con un humor ácido, se desplaza con morosidad, cambia la fijación de una topografía de alto análisis mimético y la transfigura simbólicamente en armonía. “Macaría Marín: La gran Señora”: “Mientras tú le lavas la ropa, yo se la quito, canta orgullosa todas las mañanas Macaria Marín, mi amiga y vecina”.