Entrevista a Sebastián Rodríguez Castañeda/Portadista del 62 aniversario

 

Irma Ortiz

Para el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la inmortal novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, se ha convertido en un ideal difícil de alcanzar porque todo en la realidad en la que vive el Quijote lo desmiente, ya no hay caballeros andantes, ya nadie profesa las ideas ni respeta los valores de honor que los movían; en contraparte, autores como Arturo Pérez Reverte asegura que en tiempos de incertidumbre, de gritos pidiendo justicia, y cuando palabras como patria se cuestionan, “es bueno tener algunas certezas que lo ayuden a uno a centrarse, a encontrarse”.

Esas certezas, señala, están contenidas en la figura de Alonso Quijano, el caballero de la triste figura, cuyos ideales a 400 años de su nacimiento, siguen más que vigentes.

El Quijote, emblema de la revista Siempre! —nuestro semanario que cumple 62 años este 27 de junio—, tiene en su portada la obra del maestro jalisciense Salvador Rodríguez Castañeda —que en 2004 también fue nuestro portadista—, en un reencuentro lleno de respeto y reconocimiento a su obra plástica y quien nos habla sobre su obra: El Quijote y sus presagios.

Recientemente veía la revista Siempre! y reflexionaba sobre ella, una reflexión puramente política y social. Leía uno de los últimos editoriales de la señora Beatriz Pagés y surge curiosamente esa imagen de El Quijote, y a pesar de que tenía dos encargos perentorios para entregar, la imagen de El Quijote me interfería”.

 

Tensión que no tiene rostro

¿Lo atormentaba?

Sí, porque implicaba para mí otra cosa, generalmente mis composiciones son áureas, el dinamismo empieza desde el mismo inicio simétrico de la construcción. La simetría pocas veces la aplico pero tenía que hacerlo y tracé el Quijote en el centro, como si fuera un parteaguas lo que hubiera captado en un pasado, que no deja nada y un futuro completamente incierto.

Me cuestioné varias veces si de verdad había captado con lo que había leído y releí, lo que me complementó mucho. Me encontré con que en Siempre! efectivamente había un cambio fundamental, pero siempre fue dentro de principios concretos reales, con una ideología definida nacida de una necesidad social verdadera. No se estaban reinventando, se interpretaba una vivencia común y releerlos fue revitalizador, saber que siempre hay gente preocupada y que a través de sus vivencias, captan una realidad-realidad, no una realidad paranoide como muchas veces estamos viviendo y más ahora.

¿Qué fue lo que le impactó?, ¿la situación que vivimos?

Lo que estamos viviendo, porque en Guadalajara se vive eso. Esa tensión que no tiene rostro, una tensión que sabe que viene de muchas partes, pero no se muestra, es una realidad que se respira, es una situación curiosísima, que puede y todos aprovechan para confundir y echarse la culpa entre todos. Nadie asume su responsabilidad, y esa indefinición, claro que se vive, se siente y se respira. Pero como si tuviera muchos cómplices, tiene muchos rostros. Y que los lenguajes que uno escucha son vacíos, son huecos.

Estas imágenes que lo atormentaban, ¿las plasmó en el Quijote del 62 aniversario? ¿Cómo interpretarlo?

Es un Quijote que, como todas las cosas, se renueva, pero no de sus principios vitales, deja la vestidura aparte, se va soltando como una flor que se va abriendo, y va soltando todo lo que le estorba y no sólo es una imagen, es un pensamiento diferente, actual.

Se deshace de una armadura metalizada. ¿Qué representa esa armadura?

Era todo lo oscuro que se fue formando posteriormente y que de alguna manera había que despojarse de aquello; era un Quijote oropelesco en algunos aspectos y se empieza a despojar de esa armadura ya oxidada, que pesaba y tenía más lastres, en lugar de proteger. El cambio viene con la reflexión, es un Quijote que levanta la cara y se muestra desafiante en un mundo que él sí esta viendo y tiene la capacidad de ver más allá de todo lo que estamos nosotros viendo.

 

Los principios sirven

¿Un futuro promisorio?

Eso sí no lo puedo interpretar, por eso lo dejé completamente abierto, y El Quijote no mira un punto definido, ve un horizonte total.

Aparece el fuego, que parece lo está carcomiendo…

Así es, pienso que hay dos cosas que no se pueden cambiar: uno la educación, la cultura y el hecho de que todavía creemos en nosotros mismos, en una fuerza vital que de alguna manera mantenemos y que nos ha costado mucho. Todos tenemos idea de alguna forma de renovación, de ahí que esté soltando conocimientos, esté soltando hojas nuevas y una mano firme, que sigue siendo vigorosa para defenderlas.

La educación, la ética, los principios…

Los principios sirven, lo que pasa es que nos los han diluido tanto y los han disfrazado tanto, que es muy difícil identificar a alguien con ellos, los discursos se han vuelto repetitivos, vacíos y han dejado que la palabra pierda significado.

Se han desgastado las palabras, lo vimos con el proceso electoral. Hay palabrería, pero nuestra realidad es otra.

No, pero lo repiten, todos son lugares comunes, porque conocen nuestra necesidades profundas. Hoy lo que veo es un desgaste de instituciones, una confusión de mentalidades, una pérdida de visión, perdimos el centro y a veces pienso que por eso les preocupaba tanto a nuestros ancestros saber dónde estaban parados. Tenían una ubicación precisa, conocían no nada más su horizonte, conocían los que los rodeaban, ahora no sabemos qué rumbo tomar.

Para algunos el Quijote, es una figura que está perdida…

Es parte de esa incultura con la que nos han alimentado. Ocurre una cosa curiosa: los símbolos, cuando no se repiten, no se desgastan pero se desconoce su significado. Qué pasa con la cultura maya llena de significados, no se desgastó el símbolo, ahí está, y tiene interpretaciones diferentes, lo mismo pasa con la figura de El Quijote, pero de alguna manera es un arquetipo con el que, en el fondo todos participamos.

¿Por qué no aparece Sancho?

No aparece por una razón curiosa, me identifico mucho con ese personaje, toda mi vida prácticamente la he vivido más como Sancho que como Quijote, pero a la hora de pintar a estos personajes se me hace una dicotomía tan fuerte que no he podido absorberla.

Cuando dibujo y pinto a Sancho lo veo como una persona íntegra, pero también tan directa y tan limitado; limitado no en el aspecto del conocimiento, porque él habla a través de refranes, una sabiduría universal y popular, pero difícil de comprender, porque uno lo vive. Uno no imagina a Sancho, uno lo vive, y el Quijote no, el Quijote crea su propia personalidad.

 

No soy repetitivo

Maestro, ¿qué ha expuesto últimamente?

Expongo cada tres o cuatro años, para tener obra reciente y luego abordar temas de lo más diverso, no soy repetitivo. Llevan reflexiones, nuevos aspectos de nuevas soluciones plásticas y curiosamente en las dos últimas exposiciones me invitaron a exponer en el Congreso del Estado, y me suspendieron las presentaciones, en las dos ocasiones.

La tercera fecha que me dieron coincidió exactamente cuando encontraron una camioneta repleta de cadáveres debajo de un puente, prácticamente a la hora de la inauguración, por lo que tuvieron que cerrar el Congreso. Nadie vio la exposición, todo ese mes que me habían programado estuvo cerrado, porque coincidencia curiosa, tenía un cuadro llamado La señal, donde se mostraban cadáveres.

Nunca he pretendido poner cadáveres en mis cuadros, porque se me hace un tributo a la muerte y el arte en general puede hablar de ella, pero debe representarla con cuidado, porque el arte tiene que ser vital.

No pude suprimir esas imágenes en esos cuadros, uno llamado La señal, son cuadros grandes que cuando los montaban en el Congreso no les gustó mucho y me dijeron ese cuadro no va a la entrada, póngalo al final, y así se hizo, pero le saqué una copia, hice un banner y lo puse a la entrada como invitación.

Ahora trabajo en un proyecto, muestro ciertos aspectos de Guadalajara, más fuertemente. Sé que tal vez no me presten ninguna galería, pero tampoco me puedo quedar estático. Va a ser muy duro, porque en este momento no creo que haya que recurrir a tanto simbolismo, tenemos que tener un lenguaje más directo con algunas de las partes que pienso utilizar aquí.

Se trata de un compromiso real. Se trata de cuestionarte; uno no está para dar clases de sociología, ni de moral, pero también llega un momento en que cuando las imágenes se vuelven grisáceas, hay que cargarlas, aunque a uno le duela, creo que necesitamos ser mas directos, para ser más comprensibles. Acuérdese que las corrientes estéticas actuales tienen más de enajenantes que de despertar conciencia, no son reales.