El primero se desperdició

Alejandro Zapata Perogordo

 

 

En el ámbito de la presidencia, dada la obligación constitucional de entregar el correspondiente informe al inicio de septiembre, ese mes se toma como referente para llevar la cuenta sexenal del mandato, aunque estamos ciertos de que en términos reales es a finales de noviembre, sin embargo, prevalecen los tiempos políticos.

Así, el actual mandato se encuentra a escasos dos meses y días para concluir el tercer año del sexenio y, para ser franco, no existen muchos elementos que sean destacables. Se supone que a la mitad del camino el presidente es cuando tiene su mayor fuerza; contrariamente a lo anterior, lo que se observa es una, prácticamente, generalizada desaprobación de la gestión, aunque el PRI y sus satélites aliados obtuvieron la mayoría de las curules en la Cámara de Diputados, difícilmente podríamos atribuir que esos resultados son producto de una exitosa administración pública, sino de un desgaste de la clase política, de los partidos y el regreso a las prácticas de antaño perfeccionadas y mejoradas.

Sin embargo, esa mayoría oficial en el Congreso nos conduce a pensar que le va a permitir al Ejecutivo transitar con cierta tranquilidad durante el resto del sexenio. No obstante y, bajo una apreciación que pudiese parecer muy tempranera, en los hechos ya comenzó la sucesión presidencial, circunstancia que, sin duda, va a presionar a la de por sí cuestionada administración peñista.

Es por demás evidente que la tolerancia a los gobiernos caciquiles, la violencia, inseguridad, corrupción, impunidad y creciente pobreza son factores del México profundo y que ahondan las diferencias, sin  cauce de solución, cuestiones que contrastan la administración que se inició con tan propicias circunstancias y culmina el tercer año lleno de sobresaltos y sin resultados.

En el contexto actual existe un clima que no deja satisfecho a nadie, eso irradia el debate nacional y provoca el surgimiento de voces que desde ahora claman por un cambio, propiciando el necesario ejercicio de reflexión.

En este segundo tiempo del sexenio, se auguran señalamientos firmes, fuertes y de vigorosa crítica, en contra de la administración encabezada por el actual presidente, no únicamente por haber tenido la posibilidad política de realizar cambios de fondo y se desperdició, sino además aventó  por la borda la calidad moral necesaria para, más allá de los institutos políticos, convocar a la unidad y reconciliación nacional.