David Boyás
Dos mesas redondas y un bellísimo concierto fueron parte del homenaje que se le rindió al gran Carlos Monsiváis el pasado 13 de junio, pues el día 19 se cumplirían cinco años de su fallecimiento.
En la primera mesa, desde el museo que alberga las colecciones de Monsiváis, El Estanquillo, Antonio Saborit y Julio Trujillo participaron en un diálogo donde se destacó el “Monsi” ensayista y prosista.
Ahí intercambiaron impresiones sobre la labor como cronista del escritor nacido en 1938 en la Ciudad de México. Se refirieron a su trabajo como editor y columnista de Siempre! y destacaron su admiración por la personalidad y el sentido del humor de Salvador Novo, como Monsiváis, gran cronista de esta ciudad. Además, se mencionó la rama del ensayo biográfico y autobiográfico explotada de manera magistral por el homenajeado.
En estos textos, el autor exploraba la esencia de lo marginal y le tomaba el pulso como nadie al presente del país, con lo que demostraba también el especial atractivo que sentía por lo que él mismo llamaba las causas perdidas.
Influido por el llamado “Nuevo periodismo norteamericano”, en particular ´por Gay Talese, Monsiváis mantenía la postura de vivir plenamente la vida y darle dimensiones literarias en el ejercicio del periodismo. Sin embargo, ante la llaneza de la manera anglosajona, Carlos Monsiváis imponía su estilo lúdico, deliberadamente barroco, con frases y pasajes muy sugerentes y con una sintaxis convulsionada.
En 1985, tras el sismo ocurrido en México, Carlos Monsiváis habló, más que del desastre, del surgimiento en nuestro país de la sociedad civil organizada, por supuesto ante la indolencia del gobierno.
En la segunda mesa de diálogo, los participantes fueron Rafael Barajas “el Fisgón” y Alfonso Morales. Charlaron amenamente sobre la enorme colección fotográfica de 24 mil piezas que reunió en vida el autor, habitante siempre de la colonia Portales. Su carácter de gran coleccionista comprueba la visión estética que tenía este hombre de cultura, crítico como pocos. Sobre todo, supo apreciar la caricatura y la fotografía cuando en México aún no entraban estas artes dentro del canon de la gran cultura.
El acervo fotográfico, que hoy todavía se está estudiando y analizando para su rescate, incluye joyas como el retrato que hizo Ricardo Pozas de Juan Pérez Jolote o una foto de la boda de Manuel Rodríguez Lozano y Carmen Mondragón, la siempre polémica Nahui Ollin.
La escritura de Monsiváis tenía mucho que ver con el arte de la imagen, incluso muchos de sus textos dialogan con fotografías que él mismo dirigía. La literatura, la cultura de Monsi eran cinemáticas.
El mejor flautista de México, Horacio Franco, y el excelente contrabajista Víctor Flores cerraron con un espectáculo musical maravilloso, con el que deleitaron al público a través de sus interpretaciones magistrales de distinto género, piezas que fueron desde Bach hasta el danzón Nereidas, que le fascinaba a Carlos Monsiváis.
Coleccionista, activista político, investigador, editor, escritor y figura cultural siempre polémica y controversial, a cinco años de su aniversario luctuoso México todavía extraña su único e irreverente sentido del humor, y su crítica e injerencia en los asuntos culturales, políticos y sociales que, aún después de su desaparición, lo erigen como uno de los críticos de la realidad mexicana más inteligentes, certeros y valientes del siglo XX y lo que va del XXI.