Este viernes fue firmado un memorando intergubernamental de cooperación entre los ministros de Energía de Grecia y Rusia, con el objetivo de construir en territorio griego la prolongación del gasoducto Turkish Stream, destinado a llevar el gas ruso a Turquía y ser parte de la alternativa a otro gasoducto (South Stream) al que Moscú renunció en diciembre de 2014. Esta colaboración que pretende llevar a ambos países a un “nuevo nivel”.
De acuerdo a información del diario El País, el ministro de Energía de Rusia Aleksandr Nóvak, señaló en el Foro Económico Internacional -donde se llevó a cabo la firma del memorando- que el gasoducto tendrá un valor de 2 mil millones de euros y será construido entre el 2016 al 2019. Además de que será financiado con un crédito ruso a cargo de la compañía de inversión VEB-capital. Agregó que Grecia pagará el crédito con un porcentaje de los beneficios del proyecto.
En tanto, Alexéi Millar, jefe de Gazprom, el consorcio de gas controlado por el Estado ruso, señaló que está dispuesto a examinar su participación en la infraestructura que deberá ser creada en Grecia “en condiciones mutuamente ventajosas”.
Por otro lado, ello no determina la situación de Grecia ante su deuda con el FMI. Por el momento, el próximo lunes esta propuesta una posible cumbre de urgencia de la Unión Europea. Ésta daría la oportunidad a Alexis Tsipras de cerrar un pacto con los jefes de Estado y de Gobierno en lugar de con sus respectivos ministros de Economía, lo que legitimaría su ambición de concederle relevancia política al acuerdo, en oposición a los tintes tecnocráticos que hasta ahora tenía el dossier griego.
Si no hay acuerdo, comienza el verdadero desgaste para Grecia. Se especula con un posible control de capitales, incluidos un corralito financiero para evitar la retirada masiva del dinero que aún está en los bancos.
El 25 de julio, arranca el Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno, con una agenda que en principio no contempla el Grexit —la posible salida de Grecia del euro–, pero es una de las últimas oportunidades para evitar el caos.
Será hasta el 20 de julio la fecha a partir de la que no queda vuelta atrás. Grecia debe pagar 3 mil 500 millones de euros al Banco Central Europeo. De no hacerlo, éste dejará de sostener al país y la bancarrota se volverá inevitable.