Riesgos y beneficios

Santiago I. Soriano Condado

Tras los comicios del pasado 7 de junio que dejaron distintos balances a lo largo y ancho del país, sin duda alguna los candidatos independientes continúan siendo uno de los fenómenos que más han llamado la atención tras su irrupción en el escenario político de México.

En estas mismas páginas, los analistas han coincidido en que esta figura llegó para quedarse y que poco a poco su relevancia irá cobrando mayor fuerza de cara a futuras elecciones.

Ante el revuelo que los triunfos de varios personajes que se impusieron a los partidos tradicionales en sus respectivas elecciones, el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto pretende favorecerse de dicha situación.

Poco después de que el gran estandarte de los independientes, Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, arrasara en Nuevo León en las votaciones para elegir al relevo de Rodrigo Medina, el vocero del gobierno federal, Eduardo Sánchez, afirmó que los independientes fueron posibles gracias a la reforma política de 2012. Los hechos dicen lo contrario.

2006, donde empezó todo

 

Cuando Vicente Fox era todavía titular del gobierno, surgió la figura de un viejo conocido en México: Jorge Castañeda, quien para 2006 pretendía ser candidato presidencial de forma independiente. Para ese entonces, la figura como tal no estaba tan siquiera contemplada dentro de las leyes electorales.

Tras una lucha jurídica, Castañeda acudió a instancias fuera de nuestro país, logrando así que la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) solicitara al Poder Legislativo mexicano que se realizara una reforma constitucional a diversos artículos con el fin de que los ciudadanos pudieran contender en elecciones para cargos públicos. El único artículo que se modificó fue el 35 y desde entonces se han realizado distintas modificaciones para permitir la contienda de estas personalidades.

Pese a esto, las dificultades impuestas a los candidatos, tales como el número de firmas que deben conseguir para obtener el registro, la asignación de sus recursos y más, era (y sigue siendo) dispar ante las ventajas que ostenta el sistema de partidos.

 

Disidencias políticas

 

En un artículo publicado en El Universal el senador de Acción Nacional, Javier Corral, define cuál es el verdadero trasfondo de estos candidatos; dice que “la asunción de los candidatos independientes debe ser valorada en justa dimensión; los personajes que han encabezado éstas épicas gestas no lo son tanto, sino más bien candidatos disidentes. En estricto sentido, ‘candidatos sin partido’. Frente al deterioro del sistema de partidos, no han emergido perfiles novedosos, salidos de ‘la más pura sociedad’, aquélla que se define a sí misma como la ‘no contaminada’”.

Ejemplos de esto son el Bronco, con un pasado priista de más de 30 años; Manuel Clouthier, quien hizo vida política en el PAN, al igual que Alfonso Martínez en Morelia, Michoacán, quien ganó dicha alcaldía sin el apoyo de su partido.

 

 

Partidos, burocracias rígidas

 

Para ampliar la perspectiva respecto al impacto de los independientes en las pasadas elecciones y entender mejor cuál será su incidencia en futuros comicios, Siempre! conversó con Sergio Aguayo Quezada, analista político y profesor de El Colegio de México.

Para Aguayo, el peso de cada futuro candidato se definirá según se desarrollen los escenarios políticos en cada estado de la república, a la vez que su trascendencia obedece a un reclamo colectivo por parte de la sociedad, en la que ve cansancio frente al sistema partidista que hoy predomina en nuestro país.

A su vez, el también escritor explica que el fenómeno de estos candidatos es reflejo, junto al anulismo y el temprano destape de contendientes a la presidencia en 2018, de una crisis democrática y estructural en el sistema político mexicano.

 

quoteLas condiciones en México son de tales desequilibrios estructurales que una persona
inteligente y ambiciosa cree que puede incidir o aprovechar los resquicios abiertos.

De entrada, ¿qué tan independientes fueron durante sus campañas y serán, ahora en el poder, como funcionarios públicos?

 

Una de las grandes preguntas en toda la historia es el peso de los individuos y de las instituciones. Por supuesto que hay una interacción donde hay momentos en los que una persona puede imponer su voluntad a las instituciones; lo más común es que las instituciones pongan límites que pueden variar y en el caso de México dependen de cada ciudad, de cada estado, los límites que tengan unos y otros. No es lo mismo el Bronco (en Nuevo León) que Alfaro (en Guadalajara, Jalisco), que Ricardo Monreal en el Distrito Federal.

 

¿No se corre el riesgo de que la vía independiente se convierta en un refugio para políticos con carrera dentro de la administración pública?

 

Como toda figura, tiene sus beneficios y sus riesgos. Los partidos se han convertido en burocracias muy rígidas y acartonadas que impiden la circulación de nuevas elites, de nuevas caras; en los independientes, por supuesto, se va a meter de todo. Desde alguien con antecedentes priistas como el Bronco o Enrique Alfaro o el mismo Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, Morelos, que es una situación entre trágica y folclórica. Hay de todo; es un síntoma de que el sistema tenía que encontrar alternativas a los partidos y es un reflejo de la búsqueda que seguimos haciendo, por encontrar una fórmula que satisfaga a los diferentes sectores de la sociedad.

 

El beneficio de la duda

 

¿Qué esperar de los independientes en los próximos años? En los casos específicos de Jaime Rodríguez en Nuevo León, Pedro Kumamoto en el Congreso de Jalisco y Manuel Clouthier en la Cámara de Diputados federal.

 

Son circunstancias diferentes, insisto. Por ejemplo, dice Jaime Rodríguez en Nuevo León que él va a tener a presidentes municipales y el Congreso en manos de los partidos a los cuales rechaza. Dice tener “mano izquierda” y asegura que se va a entender con ellos; sí, pero ahí va a entrar en el resbaladizo terreno de que algunos acuerdos pueden ser vistos como claudicaciones. Es decir, va a tener que responder a las presiones del México institucional frente a las del México social, enojado con sus instituciones.

Manuel Clouthier, por su parte, es más libre por una razón: tiene nombre, tiene plataforma financiera personal, tiene proyecto y esto hará que pueda ser un francotirador muy efectivo como lo fue Adolfo Aguilar Zínser cuando fue diputado y senador independiente. Un (candidato) independiente que conozca el sistema, teniendo inteligencia y recursos, puede tener un impacto como, por ejemplo, lo tuvo Adolfo con sus investigaciones sobre Conasupo que fueron muy importantes en su momento, aunque luego se haya enfocado en apoyar a Vicente Fox.

Kumamoto es otro experimento. Vamos a ver qué capacidad tiene para mantener su base juvenil, porque es también la expresión de jóvenes buscando hacerse un espacio en la política y por lo que recurrirán a técnicas de comunicación que no usará Manuel Clouthier, porque simplemente no está en su cultura.

Es decir, a los independientes vivámoslos como un experimento dándoles el beneficio de la duda, pero también observándolos críticamente para rescatar lo bueno, así como condenar lo malo. No encuentro otra fórmula.

 

En 2016, 12 estados elegirán nuevos gobernadores; ¿veremos mayor incidencia de candidatos independientes? De ser así, ¿su papel será igual de trascendente que en las elecciones intermedias?

 

El sentido común dice que volverán a aparecer los independientes, sí, pero es muy riesgoso en una situación como la mexicana hacer pronósticos. Simplemente no hay manera de que anticipemos qué puede suceder. En Chiapas habrá elecciones el 19 de julio, yo pregunto: ¿qué va a pasar de aquí a entonces? ¿Cómo se van a mover las cosas en dicho estado? Es decir, estamos ante un escenario que es muy volátil, por la misma crisis de las instituciones. Cada uno de los partidos grandes están en una dinámica de transformaciones y eso mismo puede decirse de los distintos estados. Insisto, no es posible hacer generalizaciones con base en una entidad porque hay enormes diferencias entre una y otra. Lo que sí puede anticiparse es que los candidatos llegaron para quedarse.

 

No es para sorprenderse

 

Menciona usted una cuestión muy importante: que el sistema de partidos atraviesa un momento de reacomodo donde el electorado les reclama y les expresa hartazgo. ¿Esta situación aceleró el proceso de destapes de cara a 2018 para la Presidencia de la República?

Me sorprende que se sorprendan. Cuando Fox estaba en el poder, al tercer año, Jorge Castañeda ya andaba buscando la candidatura; no, no creo. Me parece que es más bien síntoma de los proyectos individuales que atisban una inestabilidad estructural tan grande que hace que el Síndrome de Napoleón flote en el aire. Es decir, Napoleón surge en medio de las alteraciones causadas por la Revolución Francesa y se convierte rápidamente en el héroe y luego en el emperador de una revolución triunfante, o lo mismo podría decirse de Stalin en la Unión Soviética, o de Álvaro Obregón y el Grupo Sonora en México cuando derrotan a Carranza.

No quiero decir que estemos después de una revolución, pero las condiciones en México son de tales desequilibrios estructurales que una persona inteligente y ambiciosa cree que puede incidir o aprovechar los resquicios abiertos.

Ahora, para finalizar, estos pequeños triunfos en ciertas regiones del país por parte de los candidatos independientes, ¿eran previstos, se veían venir por parte de las esferas de poder?

 

Sí había indicios, pero había resistencia a aceptarlo. Le pongo un ejemplo: el caso de el Bronco. El diario El Norte, sistemáticamente registró con mucha precisión cómo se estaba volcando la opinión a favor de Rodríguez Calderón y esas encuestas de opinión fueron vilipendiadas porque se consideraba que estaban cargadas a favor de él, pero no fue así pues estaban anticipándonos lo que se veía venir.

En el caso de Jalisco, pues quienes conocemos ese estado ­—yo soy de allá—, se veía que estaba gestándose una movilización sin precedentes o lo mismo aquí en el Distrito Federal. Es decir, ya sabíamos que estaban las condiciones para una alteración, lo que faltaba era conocer los detalles y ésos a muchos les sorprendieron. Le confieso, a mí no, porque estaba la evidencia. Lo que sucede muchas veces es que hay analistas que dejan que sus preferencias se impongan a los hechos, a los datos que nos dan encuestas de opinión y demás indicadores.

El hacer análisis de prospectiva es una ciencia imperfecta, pero ciencia al fin al cabo. El malestar de la población es indudable hacia los partidos y la búsqueda de nuevas alternativas también lo era, por tanto, se confió en los pronósticos. Al menos los míos sí se cumplieron. Era evidente que el anulismo, por ejemplo, no iba a ser el fenómeno de 2009, pero que iba a tener impacto en algunas regiones donde no hubiera una competencia real.

Ahora hay una discusión sobre si triunfó o perdió, si fue un fracaso o un éxito… fue otra expresión de la búsqueda que está haciendo la sociedad en un sistema político que le responda mejor al que tenemos. Hay una crisis de la democracia mexicana, ése es el trasfondo y esa crisis estructural es la que genera anulismo, candidatos independientes, candidaturas anticipadas a la presidencia de 2018, es decir, todos son reflejo de que las instituciones están con fisuras profundas, grietas que hacen que personas y grupos busquen acomodo donde antes no lo había. Es difícil el análisis, pero no imposible.