Carlos Olivares Baró
Antología que recoge autores emblemáticos de los siglos XVIII y XIX; de los inicios de la novela libertina a los umbrales del siglo XX; ocho historias que resumen acuciantes variantes del acto erótico. Contenido que entró a los espacios literarios a finales del siglo XVII, tuvo un desarrollo notable en el XVIII y se consolida definitivamente en el XIX. Poetas y prosistas hicieron caso omiso de la censura y abordaron tramas prohibidas desde la avidez angustiante que producía la sexualidad reprimida.
Fue la aparición del primer best-seller erótico, El portero de los cartujos (1741) —novela que inicia este compendio—, del francés Gervaise de Latouche (1715-1782), lo que propició el auge de esta modalidad envuelta, durante muchos años, en atribuladas polémicas.
Los dominios de Venus (Siruela, 2015): edición, notas y prólogo a cargo del crítico literario español Mauro Armiño, presenta una particular visión de los asuntos de la sexualidad en la narrativa europea de esa época, sin incluir al popular, célebre y polémico marqués de Sade (1740-1814). Hay un interés manifiesto en Armiño de dar a conocer textos de poca divulgación, pero sustanciales en el ascenso y consolidación del género.
Inicios del sadomasoquismo con Las Venus de las pieles, del alemán Sacher-Masoch; sexualidad desbordada en Gamiani, dos noches de pasión, del poeta romántico francés Alfred de Musset; la prostitución masculina explorada en El libertino de calidad, del conde de Mirabeau; o “la primera novela pornográfica inglesa”, Fanny Hill, de John Cleland.
Mauro Armiño conversó con La Cultura en México desde Madrid —vía correo electrónico— y precisó algunos elementos clave del surgimiento y desarrollo del relato erótico en la Europa de los siglos XVIII y XIX.
—¿Qué posición ocupa la novela durante el siglo XVIII en Francia y en el resto de Europa?
—En los primeros años del siglo XVIII, en Francia, todavía la novela es un género menor. Es el teatro de Corneille y Racine o la poesía de Pierre Ronsard y François Malherbe, por ejemplos, los codificadores del lenguaje de la sensualidad. No olvidar a Malherbe en su defensa de la pureza de la lengua en pugna con los petrarquistas. Sin embargo, van apareciendo expresiones líricas más realistas en la obra de Tristan L’Hermite o de Théophile de Viau, aunque todavía sin un peso notable en el canon literario de la época. Habrá que esperar hasta la Ilustración, que es cuando el género narrativo en Francia se impone en los salones cortesanos: se publican unos tres mil títulos de novelas. La irrupción del género novelístico se produce al mismo tiempo que los filósofos inician el tránsito hacia la Ilustración: la novela será un vehículo de la filosofía. La consolidación de la “clase social de los libertinos” propicia la aparición de la primera novela erótica, L’Ecole de filles (1655), de autor anónimo: breve cuaderno de libertinaje entre dos ingenuas jóvenes. Reflejo del conocimiento de la sociedad, de la práctica del mundo, que tenía en la vida sexual uno de sus sentimientos más reprimidos.
—¿Puede usted abordar las relaciones entre filosofía y libertinaje?
—Mi antología comienza con los dos títulos más populares del siglo XVIII: El porteros de los cartujos (1741), de Gervaise de Latouche (1715-1782) y Teresa filósofa (1748), Boyer D’Argens (1704-1771): dos obras suscritas en el contexto de los inicios de la novela libertina. Descalificación del moralismo: ataque contra la Iglesia y las rígidas normas pregonadas desde su tribuna. Historia de Juliette, del marqués de Sade, tiene notables influencias de Teresa filósofa (“Obra encantadora”, comenta Sade). El portero de los cartujos llegó a ser el libro libertino más vendido del siglo XVIII. Desenfrenada lubricidad ambientada en un ambiente conventual. Dos fábulas que son vehículos de transmisión de ideas filosóficas. Narrativa erótica-pornográfica que arremete contra los miembros de la Iglesia y de la aristocracia.
—¿Por qué la inclusión de la popular Fanny Hill (1748), de John Cleland?
—La incluyo, primero, por el erotismo explicito que expone Cleland sin tapujos. Inicio de la literatura pornográfica en Inglaterra. Relato de formación en que la voz femenina se explaya en cartas que revelan la historia de una vida. También es precursora de la novela popular; Fanny se presenta como víctima desde su infancia, la huerfanita despojada de su patrimonio, que se ve obligada a entregarse al comercio del placer bajo la guía de su patrona. Celestinazgo y prostitución de trazos y colores deleitables: Fanny triunfa consciente de que es una sacrificada, pero no una pecadora. El valor de Fanny Hill radica, sobre todo en su verismo naturalista, en la descripción de la vida de galantería en que se sumerge la protagonista con júbilo y sin trauma: profesión que ejerce con fervores: Fanny expone su derecho a la felicidad. Alegría de vivir por encima del dinero. Puede salir bien pagada de la cama de un cliente, pero ofrecerse gratis a un marinero por el solo deseo de aplacar su necesidad de placer y darlo. Una historia como ésta no podía faltar en la antología. Uno de los libros más perseguido y censurado de la historia: se ha convertido en sinónimo de obscenidad. Es, más allá de su temática, una de las grandes novelas del siglo XVIII en Inglaterra.
—Aparece una novela muy escandalosa cuando se publica, El libertino de calidad, del conde de Mirabeau. ¿Qué lo motivo a incluirla?
—La azarosa vida del conde de Mirabeau es, por sí misma, una sorprendente novela. Me interesaba mostrarle el lector, mediante esta historia, a un protagonista caracterizado por el cinismo, quien encarna, por primera vez, aunque con desgano, el papel reservado hasta entonces a personajes femeninos. En esta novela hay una tesis central que me interesa mucho: la corrupción es la base de la moral y las costumbres de la sociedad francesa del siglo XVIII. Libertinaje que se sostiene en el razonamiento de si la mujer utiliza su cuerpo para conseguir dinero: ¿por qué un hombre no lo puede hacer también? Discurso transparente y vigoroso que dan como resultado un texto clave del erotismo literario. Es una historia que disfruto mucho por los gestos del protagonista en pos del placer por conveniencia financiera. Crudo retrato de los ambientes sociales de la época: frialdad que denuncia las malsanas costumbres de los espacios cortesanos en los que desempeña su oficio el personaje protagónico.
(Grato diálogo con un escritor de indiscutible autoridad en el tema.)
Manual que es un periplo de episodios en que las noches cobijan los demonios del placer. Una caravana de personajes encerrados en encrucijadas carnales. Preámbulo que invita a entrar a los laberintos del marqués de Sade y de otros relatores del cosmos sexual-erotico-pornográfico: Henry Miller, Emmanuel Arsan, Georges Bataille, Anais Nin, Vladimir Nabokov, Jean Genet, Pierre Louÿs, Pierre Klossowski, Juan García Ponce…
Los dominios de Venus brinda posibilidades de adentrarse por los laberintos del apetito sexual a través de fábulas representativas y axiomáticas, algunas suscritas por grandes poetas del siglo XIX. Sumario que no debe faltar en la biblioteca de ningún erotómano.


