Lecciones y saldos de la elección 2015

 Mireille Roccatti

La recién concluida jornada comicial intermedia arroja varias lecciones y saldos que conviene ir analizando, identificando, definiendo y categorizando; análisis que escapa por sus méritos y alcances a este primer acercamiento al tema. Antes de continuar quisiera recordar, en vista de los resultados, el viejo apotegma de: “en política ni las victorias, ni las derrotas son para siempre”. En principio las lecciones que observo son:

La incipiente, incompleta y poco comprendida democracia mexicana funciona y los votos de los electores cuentan y se cuentan.

La violencia anunciada para impedir el proceso afortunadamente abortó en aquellas regiones y estados que parecía que se sustraían al ejercicio democrático de transferencia pacífica del poder.

El abstencionismo y los llamados al anulacionismo estéril por un sector de la comentocracia fracasaron y desnudaron el protagonismo de sus convocantes ávidos de mantener los reflectores mediáticos y de arrogarse la representación de la inconformidad social.

Los mexicanos votaron por un pluralismo. Tenemos dos partidos medianos y seis chiquitos. Sin llegar a los extremos de la Italia de la posguerra, los votantes no le entregaron el poder a una sola formación política. Y habrá que considerar los factores regionales y estatales.

Los saldos son muchos, tienen múltiples lecturas y pueden verse por los actores políticos, en este caso, los partidos y los diferentes ámbitos de gobierno, según sus respectivas perspectivas de los vasos medio llenos o medio vacíos.

El actual régimen y su partido el PRI pueden sentirse satisfechos de encontrar que con la votación emitida y dado que en una elección intermedia, en todo el mundo y por ende en nuestro país, se entienden los votos del electorado como un referéndum, a pesar de todos los pesares, con sus votos le refrendaron el apoyo a la gestión del presidente y su partido. El hecho incontrastable, y ahí están las cifras históricas, es que desde hace 18 años, o sea tres presidentes, Zedillo, Fox Y Calderón, esto es en 1997, 2003 y 2009, el presidente de la republica en funciones no alcanzaba mayoría simple o relativa, la mitad más uno de la Cámara de Diputados.

Lo cual no resulta un asunto menor, basta comprender o entender la necesidad de tener mayoría para procesar por ejemplo, la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de 2016, primer asunto de envergadura que tendrá que enfrentar la Cámara de Diputados que se instale el primero de septiembre y que recibirá del titular del Ejecutivo federal dichos proyectos el día 8 de dicho mes. Es digno de encomio que no hubiera habido triunfalismo al respecto. Otro resultado favorable para el PRI es que mantuvo cinco gubernaturas y pasó de ser inexistente en el DF a contar con tres delegaciones e incrementar sus asambleístas.

En cuanto al PAN, sus resultados sin ser todo lo bueno que deseaba su actual dirigencia, se mantiene como la segunda fuerza política: arrasa en Baja California Sur, recupera Querétaro, sin embargo, pierde Sonora; obtiene resultados magros en Puebla y Jalisco, y podría decirse que no gana, pero tampoco pierde; en fin, Gustavo Madero, pese a sus detractores, entrega buenas cuentas. Quien sí pierde es el calderonismo, que en Nuevo León enseñó el cobre al tachar de chavista al candidato independiente el Bronco, que aunado a la derrota de la Cocoa en Michoacán entierra sus aspiraciones de hacerse del partido e imponer candidato en 2018, sin que esta apreciación sea definitiva.

Una arista más es la alta votación de Morena, que si bien es cierto es un gran resultado para AMLO y sus huestes, evidencia la división de la izquierda. El desplome electoral del PRD obedece a sus desacuerdos internos, a la hegemonía autoritaria de una tribu y muchos otros factores más, que requerirían en el futuro, alejándose del calor y la pasión del concluido proceso electoral, un análisis serio, una reflexión serena y una verdadera autocritica para que la izquierda recupere su posición como factor decisorio en el futuro de México. Únicamente la mezquindad y el mesianismo pueden llevar a la izquierda de estar a punto de gobernar, a una presencia testimonial por la división y el fratricidio. La coyuntura histórica pondrá a prueba la estatura de los denominados Chuchos.

El espacio tiránico obliga a dejar en el tintero muchas otras reflexiones, entre ellas, las de las candidaturas independientes, espero habrá tiempo y oportunidad de ocuparse de ellas y de otros saldos de la elección.