¡Urnas a la vista!
Marco Antonio Aguilar Cortés
Vivimos tiempos en donde las corrientes irracionalistas, consciente o inconscientemente, han venido dominando, y no para bien.
Eso, desde luego, no significa que los locos del mundo gobiernen el planeta; ni que un grupo de compatriotas deschavetados manden en México.
¡Nada de eso! Lo que acontece es que hoy, más que nunca, el cerebro humano dentro la masificación globalizadora, y sumando a ella un buen número de otros motivos, se viene comportando con altos índices de irracionalismo.
Milan Kundera, escritor checo de nacimiento pero nacionalizado como francés y quien participó en la llamada Primavera de Praga, ha expresado en su ensayo El arte de la novela: “La era moderna es el puente entre el reino de la fe irracional y el reino de lo irracional en un mundo sin fe. La figura que aparece al final de este puente es el del asesino gozoso, libre de culpa”.
Toda la cláusula anterior como decir descriptivo, en principio, suena bien; empero, la situación actual es más grave, ya que la fe en términos absolutos, en sí misma y en toda materia, forma dentro de lo irracional, e irremediablemente nos conduce al dogma, y sin la fe relativa, comprendida como confianza, o conceptualizada como ánimo esperanzador, perderíamos parte valiosa de la esencia humana.
Y sin esa confianza esperanzadora, en algo o en alguien, todo hombre, o todo país, se encuentra perdido.
Señalo lo anterior a horas de efectuarse elecciones en México, y en donde parece que nadie cree en nadie. Ni en el gobierno, ni en los partidos políticos ni en los candidatos ni en los institutos electorales ni en los tribunales ni en el sistema económico social que nos rige.
Algunos luchan para que no haya elecciones; pero también nadie cree en éstos.
Los opositores en contra de todo, disfrazados de partido político o de candidatos independientes, tampoco gozan de esa confianza.
¿Quién tiene la culpa de esta desesperanza atroz, irracional y descabellada? Es una interrogante que sólo la formulo como referente para, localizando las raíces de este mal, encontrar sus remedios, pues no es tiempo de empantanarnos en otros conflictos que nos desunan más, cuando estamos a punto de ser atropellados por gravísimos peligros de toda índole.
Tenemos instrumentos para resolver nuestros problemas. Eso sí, utilicemos esas herramientas eficaz, legal y debidamente. Y uno de estos utensilios se llama voto ciudadano, el que debe ser usado positiva, y no negativamente.
El irracionalismo privilegia —sobre los procesos de razón— el sentimiento, sea por amor o por odio, el capricho o la ocurrencia; la intuición, la decisión ligera, el sueño, la corazonada, la moda, o actitudes similares.
¡Urnas a la vista!, te invito a la reflexión responsable. Confía mucho en ti, para que puedas confiar en los que merezcan tu confianza.
